Ingmar Bergman, director de obras maestras como Persona - 93%, Gritos y Susurros - 89%, El Rostro - 100%, Fanny y Alexander - 100%, es considerado como uno de los más grandes directores de cine de todos los tiempos. Su legado, sus métodos de trabajo y sus películas en las que abordó el dolor, la tristeza y la muerte, han logrado trascender en la historia del cine y en varias generaciones de cineastas. Un claro ejemplo es, La isla de Bergman - 73%, la nueva cinta de la directora francesa, Mia Hansen-Løve, en la cual el director sueco es uno de los temas principales de una trama en la que se desdibujan los límites entre la realidad y la ficción.
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En esta ocasión, Hansen-Løve nos transporta a Fårö, la isla en la que Bergman vivió y filmó varias de sus películas. Ese sitio paradisiaco es ahora una zona turística que despierta la curiosidad de cinéfilos y artistas que deciden buscar inspiración en la tierra que alguna vez inspiró al director de El Séptimo Sello - 92%. Los protagonistas de La isla de Bergman - 73% (Bergman Island), Chris (Vicky Krieps) y Tony (Tim Roth), una pareja de cineastas, deciden internarse en la isla con el fin de inspirarse para sus nuevos proyectos cinematográficos. Ambos son conscientes de que no van a crear la próxima Persona - 93%, sin embargo, este sitio conduce su proceso creativo por viejos rumbos que les dan nuevas perspectivas acerca de Bergman, el cine y sus universos internos.
El guion de Mia Hansen-Løve presenta dos historias, una dentro de otra, cine dentro del cine. Esta cinta se muestra principalmente como un homenaje a la obra de Bergman, en el que se abordan detalles acerca de la vida personal del realizador. No hace falta haber visto las películas de Bergman para entender la trama. Aunque por supuesto, las referencias y los datos se disfrutan más si conoces el cine del director sueco. Es notable que Hansen-Løve no recurre a imitar el estilo técnico del realizador, ya que ella mantiene su característico sello, elegancia y fluidez, en todo momento. Posteriormente, casi a la mitad, el filme pasa a ser una idílico romance entre dos jóvenes, Amy (Mia Wasikowska y Joseph (Anders Danielsen Lie), que se reencuentran para revivir los sentimientos de su pasado. Este lado B del largometraje, guarda una profunda conexión con la autobiográfica Goodbye, First Love de Hansen-Løve.
Se puede confirmar que La isla de Bergman - 73% también es una retrospectiva del cine de esta directora, ya que también revela momentos personales y nos deja claro cuán importante es conocer el proceso creativo del autor detrás de un filme. No resulta casualidad que los protagonistas de esta cinta sea una pareja de directores, con cierta diferencia de edad, los cual hace alusión al matrimonio de Hansen-Løve con Olivier Assayas, quienes al igual que Tom y Chris tienen una hija.
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La realizadora no duda en hace uso de la metatextualidad a lo largo de su relato. Se puede leer una necesidad de ser tan honesta en su proceso creativo y en su película como lo ha sido en toda su filmografía, tampoco teme a repetirse con sus temas ni su estética, que en todo caso, ayudan a darle una forma más concisa a La isla de Bergman - 73%. En lo autorreferencial a la cinta se le puede comparar con el cine de Roberto Rossellini. La atmósfera veraniega tiene similitudes con la brisa de Eric Rohmer. Mientras que el tono cómico, dramático y sobre todo melancólico se acerca bastante a Perdidos en Tokio - 95% de Sofia Coppola. Tanto la cinta de Coppola como la de Hansen-Løve, son dos obras que se expresan a través del subtexto de las imágenes, el conflicto interno de sus protagonistas y la carga filosófica de los diálogos.
La realizadora, también aprovecha para hacer una comparación de las distinciones que hace la industria del cine entre directoras y directores, pues a pesar de que afortunadamente en los últimos años hay más mujeres dirigiendo cine, los reflectores y reconocimientos siguen en su mayoría enfocados en los directores masculinos. Basta con ver cuando las críticas menosprecian una buena cinta por el hecho se haber sido realizada por una directora.
Hansen-Løve ha demostrado un gran talento desde joven para la actuación y la dirección, en esta cinta no le hace falta confirmarlo, pero sí se muestra como una directora confiada de sus decisiones creativas y de su experiencia tras la cámara. La cineasta es capaz de evocar la melancolía en los días más soleados y extraer el dolor de sus personajes que caminan por los campos más floreados. Las locaciones ayudan a resaltar la calidad visual y la belleza de las imágenes, sin embargo, es la habilidad de la directora para aprovechar los espacios y para crear poesía y fluidez con sus movimientos de cámara, lo que destaca. La estética vintage resalta por el uso de una paleta de color en el diseño de producción y vestuario que remiten a una época setentera.
El soundtrack también trae de vuelta a la década de los años 70 con las canciones de ABBA, las cuales aparecen en momentos muy específicos y muy conscientes para subrayar las emociones entre Amy y Joseph. La elección de casting resulta un acierto en todo momento y estas actuaciones tan conmovedoras, maduras y carismáticas de su elenco, es lo que le da un plus a la cinta y razones para visitar La isla de Bergman - 73% en más de una ocasión.
En conclusión, esta película es un homenaje al cine de uno de los mejores directores de todos los tiempos; es una pieza autorreferencial que será disfrutada por todos los fans del cine de esta directora; es una clase magistral acerca del proceso creativo de una realizadora y guionista; es un espejo de la vida privada de su autora y sus inquietudes. Puede que La isla de Bergman - 73% no sea Persona - 93%, pero es un cine tremendamente personal e íntimo que logra tocar fibras y emociones universales, y eso la hace profundamente valiosa.
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