Seamos sinceros, todos en algún momento de nuestra vida hemos fantaseado con la idea de ser alguien más, es decir, dejar de ser quienes somos y tomar una nueva identidad, iniciar desde cero con una personalidad que sea totalmente opuesta a la de nosotros para enfrentar la vida con más ligereza, humor, desenfreno. Este deseo es el que da vida a [Pelicula] El Rey de la Fiesta, tercer largometraje del director mexicano [Director] Salomón Askenazi, que tras un recorrido por festivales internacionales como el Indy Film Fest, y nacionales como el Festival Internacional de Cine de Monterrey y el Festival Internacional de Cine de Morelia, por fin tiene su estreno en salas nacionales.

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La filmografía de Salomón Askenazi se ha distinguido por la idea de las dualidades y el despertar de la conciencia de sus personajes cuando atraviesan por un momento de crisis, por lo tanto, El Rey de la Fiesta se aprecia como un paso lógico tras [Pelicula] Dos Veces Tú, una película que en esencia parte de una premisa similar a la que ahora nos ocupa, entonces desde la perspectiva femenina, pero con la diferencia que aquella indagaba en las posibilidades de las almas gemelas, ahora el director y guionista se enfoca en la crisis de la mediana edad partiendo de temáticas ya tratadas como el vacío, la frustración y la monotonía. El resultado es un relato de corte íntimo, sensorial y con situaciones muy divertidas por su cotidianidad.

La historia sigue a Héctor ( Giancarlo Ruiz), un hombre cincuentón que vive una crisis de identidad al darse cuenta de que está aburrido de su trabajo y que su familia apenas lo soporta. Rafael (también interpretado por Giancarlo Ruiz), su hermano gemelo, es su socio y su opuesto total: Es mucho más relajado, excéntrico, se niega a sentar cabeza y sigue de fiesta perpetua. Cuando Rafael tiene un accidente aéreo en un viaje al que no le avisó a nadie, Héctor decide hacerse pasar por él para poder vivir una nueva vida. Así, poco a poco se libera de sus ataduras, descubre lo que su familia realmente piensa de él, comienza a sentirse más libre y finalmente se acerca más a su hija. Tras algunos días de vivir de esta manera, las consecuencias de este intercambio de identidad comenzarán a salir a la luz teniendo impacto directo en todas las personas que están cerca de él.



Para desarrollar la crisis de identidad del personaje, Askenazi se decide por el drama y el thriller psicológico, una decisión arriesgada, pero eficaz para acompañar el viaje de Héctor, además de novedosa para esbozar la reflexión de la crisis de los 50, ya que la mayoría de las cintas que abordan el tema lo hacen desde el drama intenso o desde la comedia más ligera. Y aunque por momentos la historia coquetea con la oscuridad tras la usurpación, el filme no se vuelve pesado o inaccesible, por el contrario, construye momentos hilarantes que conectan con el espectador, la mayoría protagonizados por Janet Lo, o bien, pasajes en los que Héctor, haciéndose pasar por Rafael, genera las situaciones más absurdas y divertidas.

Otro punto digno de destacar es el trabajo del diseño de producción que constantemente muestra fractales (visuales, literarias o cinematográficas ilustrado con el póster de la película [Pelicula] Enemy, que a su vez funciona como referencia) y el interesante juego de espejos que el director, en conjunto con su director de fotografía Nur Rubio Sherwell, realizan, ya que en diferentes momentos vemos a Héctor reflejado en espejos, cuerpos de agua o cristales, escenas sumamente elocuentes no tanto por lo obvio, sino por lo que sugieren (la doble vida de Héctor; Héctor ocultando su yo real tras la ropa de Rafael; gemelos idénticos que pueden hacerse pasar el uno por el otro).

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Con algunos elementos de fantasía y efectos visuales bien ejecutados, El Rey de la Fiesta exige ser vista en una sala de cine para disfrutar de la inmersión del estupendo trabajo de fotografía e iluminación, así como por su diseño sonoro. Hablando de sonido, el soundtrack es otro de los elementos mejor pensados, ya que las canciones y diversos ritmos cumplen una función narrativa que aporta información de los personajes a los que acompañan.

Aunque la historia es entretenida, no todo en el guion termina por funcionar, como, por ejemplo, la hija de Héctor y la relación con su novio, una sub trama que no aporta nada al conflicto interno del protagonista o su posterior redención. Está claro que entre padre e hija no hay mucha comunicación, pero agregar a un personaje más (el novio), solo hace que la relevancia del personaje de ella sea intrascendente y que la trama tropiece.

A pesar de eso, [Pelicula] El Rey de la Fiesta es una grata sorpresa, una película arriesgada que no se conforma únicamente con contar una historia de crisis e intercambio de identidad, sino que propone formalmente una experiencia tanto sonora como visual.

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