RESEÑA | La peor persona del mundo: El arte de madurar

Desde una edad temprana, la idea de llegar a la adultez resulta estimulante, el filtro rosa (llámese inocencia) con el que procesamos las cosas solo ve un mundo de posibilidades en lo que considera será el punto definitivo de su vida. Llegando a la adolescencia, las cosas cambian un poco, los escenarios soñadores prevalecen pero comienza a surgir cierta presión alrededor de ellos, además los primeros destellos de lo que conocemos como crisis existencial comienzan a aparecer: quién soy, a dónde voy, en qué me quiero convertir son pensamientos recurrentes que flotan en nuestra cotidianidad. En la madurez temprana las cosas cada vez son menos sencillas, por fin llegó el momento que siempre estuviste esperando pero has cambiado en el proceso, de pronto dar el salto a este nuevo capítulo te hace replantearte todo lo que conoces, ahora ya no sientes la misma libertad para cometer errores que antes e incluso se espera que en este punto tengas trazado un plan que te lleve linealmente a lo que sigue. En este limbo de incertidumbre navega la historia de La peor persona del mundo - 95%, un coming of age adulto que encuentra poesía en vivir en constante cambio y en todas aquellas personas que nos acompañan durante el viaje.

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Dirigida por el cineasta noruego Joachim Trier, esta es la crónica de cuatro años en la vida de Julie, una joven que navega por las turbulentas aguas de su vida amorosa y lucha por encontrar su camino profesional, lo que la lleva a tener una visión realista de quién es realmente. Cabe destacar que la historia de la película está seccionada en un prólogo, doce capítulos y un epílogo. En la plana protagónica podemos encontrar a Renate Reinsve, Anders Danielsen Lie y Herbert Nordrum.

Lo primero que hay que decir es que, desde su frenético prólogo, podemos darnos cuenta de los placeres que habitan en el núcleo de su narrativa: un exquisito estudio de personaje y al mismo tiempo un ejercicio libre de estilo. Bastan solo esos diez minutos para conocer las inquietudes de Julie, una veinteañera a la que la búsqueda de su lugar en el mundo la lleva a probar diferentes carreras profesionales, atravesar por un par de rupturas amorosas y probar diferentes estilos de cabello. Evocando por momentos a lo hecho por Frances Ha - 93% de Noah Baumbach pero con un toque del nihilismo de Fleabag - 100%, nuestra protagonista comienza a sentir el peso de la vida posando sobre sus hombros mientras trabaja en una pequeña librería para solventar su carrera como fotógrafa. A partir de aquí, la película toma un rumbo diferente, el trato nunca vuelve a ser directo con Julie, ahora seremos parte de su evolución a través de su relación con dos hombres: Aksel y Eivind que, sin saberlo, serán trascendentales en la búsqueda de sí misma.

En esa interesante estructura narrativa de 12 secciones, se nos ofrece un collage de momentos hilarantes, desgarradores y catárticos que van definiendo cada vez más a nuestra protagonista. Como la vida misma, en algunos de ellos podría parecer que no ocurre nada trascendental, sin embargo para la persona que los está viviendo son experiencias que dejaron una huella importante en la bóveda del corazón y la memoria, he ahí el valor intrínseco de cada uno de ellos. Visualmente, cada fragmento propone algo interesante, por hacer mención de algunos, tenemos una secuencia maravillosa donde se congela el tiempo para dar pie al romance, un viaje surrealista a la psique de Julie ocasionado por setas alucinógenas y una fiesta llena de gente donde, por más ruido e interrupciones que pueda haber, nuestra protagonista comparte un momento verdaderamente íntimo con un desconocido. Otro punto que vale la pena mencionar es que, a pesar del formato, el largometraje nunca deja de sentirse cohesivo, cuando los créditos comienzan a rodar, te quedas con una sensación de experiencia redonda que te deja plenamente satisfecho.

Regresando al tema de las relaciones, el drama de Trier está construido sobre las bases de la comedia romántica pero ese es simplemente un motor para poder llevar al género a lugares inesperados. Sin revelar demasiados detalles, Julie tiene una historia con Aksel (un hombre mayor que ella) y también llega a tener lo suyo con Eivind, en ambos casos podemos ver una deconstrucción del amor romántico, desde el inicio la cinta reconoce al trío protagónico como imperfecto pero, en lugar de condenarlos por sus errores, encuentra belleza a través de ellos. Otro giro interesante de La peor persona del mundo - 95% es la forma en que deja claro como una persona externa no puede llegar a llenarnos los vacíos existenciales que tenemos, por lo que es importante cultivar nuestra individualidad en cualquier vínculo que tengamos con alguien. Se dice que somos pedazos de todas las personas que hemos conocido a lo largo de nuestra vida y esta película abraza ese concepto en un tercer acto completamente desgarrador que confirma la trascendencia de cada persona con la que compartimos una risa, una charla o un momento. Se dice que el amor es una de las emociones más complejas que puede experimentar el ser humano, y si hay una película que le haga justicia a esa afirmación es esta.

Podremos no estar de acuerdo con algunas de las controversiales decisiones que Julie llega a tomar a lo largo del metraje, pero la actuación magnética de Renate Reinsve hace maravillas para venderte su personaje en todo momento. La actriz es fácilmente el pilar que sostiene el proyecto en sus dos horas de duración, catalizando con maestría las emociones que el guión le va requiriendo y transmitiendo a nivel molecular cada risa, lagrima o suspiro. Al final es imposible no querer verla encontrando esa pasión que le dé un giro de 360 grados a su vida o encontrarla de la forma que sea, pero feliz. A Danielsen Lie también se le brindan algunos momentos verdaderamente conmovedores (particularmente en el último tramo) para que saque a relucir todo su brillo actoral, rompiendo corazones y rasgando fibras sensibles con mucha naturalidad, orillándote a las lágrimas con un simple gesto. Nordrum tiene carisma de estrella de hollywood, brillando muchas veces como el alivio cómico de una historia que termina asentándose en rincones bastante lúgubres. Al final, los tres se combinan para hacer de esto un escaparate de talento que no queda debiendo nada en cuanto a matices.

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Por supuesto, la alquimia de La peor persona del mundo no tendría el mismo efecto de no ser por la dirección sensible de Joachim Trier que, con esta cinta, completa su trilogía de Oslo de forma mucho más contenida pero igual de íntima y personal que los trabajos más destacados de su filmografía. El guión, coescrito con Eskil Vogt (Juegos Inocentes - 90%), captura la experiencia de la vida adulta al estar arraigado en inquietudes humanas que a todos, en algún momento dado, nos tocará atravesar, entregando un relato agridulce que te abraza y de dice: “todo estará bien”. La cinematografía de Kasper Tuxen solo podría describirla como exquisita, realmente hace que cada una de las escenas plasmadas en papel cobre vida con fotogramas vibrantes que seguramente terminarán siendo emblemáticas para la historia de la cinematografía. La cereza del pastel es una banda sonora, compuesta en su mayoría por canciones pop, que empata a la perfección con el tono del proyecto.

Lamentablemente, hay algunos aspectos que no terminan de encajar y terminan frustrando un poco el resultado final. El primero de ellos es introducir personajes solo para no desarrollarlos después, en particular el padre de Julie y la exnovia de Eivind, a los que se les dedica un segmento completo donde se coloca la semilla de que serán un móvil importante en la narrativa pero jamás los volvemos a ver. En algunos momentos, el drama tiene la oportunidad de hacer comentarios incisivos con respecto al feminismo, pero lamentablemente los dos varones que escribieron el guión tienen una idea muy vaga de lo que este representa, tratando de verse muy contracorrientes en sus juicios pero delatando su ignorancia en el intermedio. Por último, el epílogo es por mucho la peor parte de la cinta, realmente se necesitaba ese tipo de cierre pero ejecutado de una forma mucho menos ambigua.

Finalmente, La peor persona del mundo - 95% es una celebración a las equivocaciones, a la incertidumbre del mañana y lo efímero de las relaciones humanas. Un relato atemporal que encuentra poesía en los lugares más oscuros para enseñarnos que hay luz en crecer. Y al final, ¿no hemos sido todos la peor persona del mundo en algún momento de nuestra vida?

*La peor persona del mundo - 95% está nominada al Óscar 2022 en las categoríaas de Mejor Película Extranjera y Mejor Guion Original

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