Si en 2010, tras el estreno de Mi Villano Favorito - 81% les hubieran dicho que los incompetentes secueaces amarillos de Gru iban a tener su propio filme y que éste se iba a convertir en una de las películas animadas más taquilleras de la historia, con US$1,159 millones, probablemente hubieran pensado que era la predicción más descabellada y sin embargo aquí estamos doce años después con su segunda entrega, Minions: Nace un Villano - 84%.
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Luego de finalmente conocer a un joven Gru en Minions - 56%, Kevin, Stuart y Bob se proponen ayudar a su nuevo jefe a unirse a los Vicio 6, un grupo de súper villanos de élite con el que el pequeño malhechor sueña en hacer equipo. No obstante, los descuidos de uno de ellos, cuando tratan de resguardar una poderosa gema mágica, los pone en riesgo y transforma su misión el recuperarla antes de que caiga en manos equivocadas. De eso va Minions: Nace un Villano - 84%.
No falta evidenciar la forma en la que Hollywood ha tomado por costumbre exprimir cada película o serie que tiene la posibilidad de convertirse en entregas múltiples para recaudar más dinero. La secuela dirigida por Kyle Balda es apenas una de muchas, pero quizá se trata de una en la que este vicio de la industria se hace más aparente en la estructura del relato y como lastre del mismo.
Minions: Nace un Villano - 84% está dividida en dos aventuras: Gru conociendo a su malévolo ídolo Wild Knuckles y haciendo equipo con él para recuperar la mencionada gema mágica y, por separado, los amarillos protagonistas poniendo San Francisco de cabeza en busca del mismo objeto. Entre esas dos narrativas una sobra y es la del trío de personajes principales al ser simplemente una serie de escenas apenas consecuentes con la trama y tema del filme que dependen totalmente en el mismo tipo humor físico y caricaturesco.
Mientras el libreto hace lo posible por volver el vínculo entre Gru y Knuckles entrañable, y de hecho lo consigue a manera de paralelo con una relación entre nieto y abuelo, la subtrama de los minions se siente como una constante interrupción a esa historia que busca recordarle al público que estos alocados personajes siguen por ahí y que son muy chistosos. Y no siempre funciona como lo hacía, por ejemplo, la ardilla Scrat en las primeras películas de La Era de Hielo 2 - 57%.
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Este recurso de colocar, durante varias decenas de minutos, a Kevin, Bob y Stuart en situaciones excéntricas en las que su incompetencia los pone y saca de peligro ya era un abuso en la anterior entrega (en la que deben robar la corona de la Reina Isabel II, por ejemplo), pero se vuelve más notoria en la secuela gracias la distracción que presenta respecto a la historia de Gru, la cual debería, en todo caso, tomar centro al ser él el villano en ascenso. Es decir, la aventura de los minions aprendiendo kung fu o piloteando un avión se vuelve casi completamente adyacente al arco del protagonista, ya ni mencionar que realmente no toca tampoco con su desarrollo temático en el que el trabajo en equipo es la clave. No es más que mero relleno.
Y esto no es decir que no tengan cierto encanto por momentos. Incluso la propia película tiene un chiste hacia el final, en el que los tres resuelven un problema al poner sus ojos grandes. El filme es consciente y casi se burla de que lo adorable de ellos es lo único que los ha mantenido vigentes. No es para menos, su diseño es brillante, literalmente, por el amarillo de su piel, pero también por ser pequeños, de ojos grandes y ruidos incomprensibles. Son básicamente el antecedente del fenómeno que se repitió luego con el enanito verde y ojón de Grogu, o Baby Yoda, pero mucho más estruendosos. El problema es simplemente la dosis.
Alguien mencionó en una crítica que los personajes funcionan como memes mejor que como película. En Minions: Nace un Villano - 84% queda claro que quizá cortometrajes animados sean una opción de formato más adecuado para seguir explotándolos sin causar el tedio que provocan en el filme. Tal vez un divertido relato de 5 o máximo 15 minutos antes de cada entrega del estudio Illumination pueda acabar recibiendo la misma cálida bienvenida del público que aquellos exhibidos por Disney antes de algunas de sus animaciones.
El peor acto de villanía, irónicamente, no proviene de Gru o sus secuaces en overoles de mezclilla sino del estudio que, por nada más que avaricia en su persecución de otros mil millones, robará una hora y media a los pobres padres y madres de familia que se verán atrapados en el cine con el repetitivo humor de Kevin, Bob y Stuart. Minions: Nace un Villano - 84% ya está en cartelera.
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