El reciente estreno de La Casa del Dragón - 91% ha arribado con éxito a las pantallas de HBO Max, expandiendo así el universo de Game of Thrones - 83% así como todo lo que sabíamos de él. La trama central de esta historia gira en torno a los hechos ocurridos en la conocida como "Danza de Dragones", la guerra civil de la casa Targaryen acontecida casi cien años después de la llegada de Aegon el conquistador y sus hermanas a Westeros.
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Esta guerra marcaría el rumbo de la casa por los siguientes doscientos años hasta concluir con su posterior caída con la llegada de Robert el Usurpador. Y es que los destinos de los herederos de Valyria siempre se encontraron ligado al de sus dragones, quienes en este periodo pasaron de vivir su momento de máximo esplendor —durante la Danza de Dragones llegaron a luchar quince dragones adultos— hasta llegar encontrarse al borde de la desaparición al finalizar este conflicto.
Cómo conocer a tu dragón
Los dragones son animales fantásticos cuyos orígenes mitológicos se remontan al folklor de Asia, donde cumplía la labor de resguardar la fortuna y todos los bienes de la Tierra. Su gran fuerza y ferocidad también los ha hecho temidos por distintas civilizaciones, tal es el caso de la egipcia en donde era considerado una representación del mal o el de las escrituras bíblicas judeocristianas en donde se le considera es un símbolo del diablo y del anticristo. Aunque en estos últimos obedecen a la alegoría xenofóbica y racista que se alojaba en la figura del monstruo durante la antigüedad.
Ya que el simbolismo de los dragones se transforma significativamente entre culturas, también muchas de sus características físicas y atributos mágicos se alteran dependiendo de su contexto cultural. Sin embargo, los dragones del universo de George R.R. Martin pertenecen a la tradición literaria medieval. En ella los dragones comenzaron siendo una herramienta por la cual llegar al estado más alto del heroísmo; mientras que pueblos y reinos enteros eran asolados por algún dragón y su apetito, el héroe debía surgir para aniquilarlo. Tal es el caso de la célebre historia de San Jorge y el dragón, misma que fue adaptada a diferentes culturas y religiones para amoldarse a sus preceptos ideológicos.
No obstante, con el paso del tiempo los dragones fueron adquiriendo nuevas connotaciones simbólicas, y poco a poco se les relacionó más con la sabiduría y a poderes de sanación. Esto ocurrió notoriamente a finales del siglo XIX y principios del XX, donde obras de la literatura infantil como Dream Days (1895) de Kenneth Grahame y Book of Dragons (1901) de Edith Nesbit.
Fue con la llegada de The Hobbit de J.R.R. Tolkien que la (1937) que esta representación ganaría una gran popularidad y este concepto sobre los dragones como símbolos de poder y buenaventura se asentaría definitivamente en el imaginario colectivo de Occidente. Este hecho marcaría una tendencia que más tarde sería replicada en la segunda saga de fantasía más importante del siglo pasado, Los Libros de Terramar (1968) de Ursula K. Le Guin .
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A la par, la autora Anne Mccaffrey publicaba una recopilación de sus historias Dragonriders of Pern (1968) en donde los dragones vivían en una relación simbiótica con sus jinetes humanos quienes los empleaban en batallas aéreas en defensa de su mundo.
Así llegamos hasta 1996, año en Martin publicaría por primera vez su Juego de Tronos, dando inicio a una de las sagas literarias más populares de nuestros días. El autor se inspiró directamente de muchas de estas obras fantásticas, mientras que creaba una visión más cruda y nihilista en su universo coronada con una extensa y fascinante mitología.
Los dragones no se someten
La primera entrega de la saga A Song of Ice and Fire nos lleva a través del continente de Westeros, específicamente a la última etapa de Robert I, el primer rey de los Siete Reinos en no poseer sangre Targaryen desde la conquista de Aegon, trescientos años atrás. Los Targaryen habían logrado unificar los Siete Reinos gracias al poder de sus dragones, conquistando y sometiendo —casi— todos los territorios de Westeros.
Más de una década antes de los hechos, Robert Baratheon y Ned Stark se habían levantado en armas contra el “Rey Loco” Aerys II debido al cruel asesinato de Lord Rickard Stark, señor de Winterfel, así como de su hijo y heredero Brandon. Pero los crímenes del último monarca Tagaryen no serían el motivante de la rebelión, esta razón sería el secuestro de Lyanna Stark por parte de Rheagar Targaryan, príncipe de Rocadragón y heredero a la corona. Tras la muerte de Aerys y Rhaegar, los últimos Targaryen huyeron al continente de Essos en donde se esconderían por décadas de la furia incansable de Robert, herido tras la irreparable pérdida de Lyanna.
Estos acontecimientos servirían como banderazo de salida —tanto para la los libros como para la serie de HBO— para una extensa y complicada serie de intrigas, rebeliones, traiciones y sucesiones de poder en Westeros. El gran entretejido de historias culminaría con el ansiado retorno de Daenerys Targaryen y sus tres dragones —siendo tanto la Madre de Dragones como sus hijos los últimos de su estirpe— a Rocadragón a la par que todos los bandos y alianzas que se enfrentaron sanguinariamente por años tendrían que poner de lado sus diferencias a hacer frente a la La Larga Noche, una amenaza como nunca antes vista en los Siete Reinos.
Y, como no podría ser de otra manera, los dragones jugaron un rol decisivo en el transcurso de estos sucesos.
La historia de los Targaryen comienza muchos años antes de la llegada de sus primeros integrantes a las costas de Rocadragón. Aproximadamente cinco mil años antes de los hechos ocurridos en Game of Thrones - 83%, se creaba el Feudo Franco de Valyria que con el paso del tiempo se extendería por gran parte de Essos.
En realidad, Valyria había existido algún tiempo anterior a esto como una tierra de pequeños poblados dedicados principalmente al pastoreo. No fue hasta que sus habitantes descubrieron la existencia de dragones al interior de Catorce Llamas —una cadena de volcanes contigua a la región— que comenzaría a florecer su civilización, principalmente a través del relativo control que adquirirían sobre los dragones y su capacidad de montarlos en batalla. Se cree que el fuerte vínculo entre los valyrios y los dragones se creó por medio de la magia antigua.
De esta manera el Feudo llevaría a su punto de mayor poderío, sosteniéndose no únicamente en las tierras conquistadas y el trabajo de sus esclavos, sino la explotación de las minas de Catorce Llamas haciendo uso de la magia para crear objetos preciados como el acero valyrio.
Pero esta sociedad vería su fin de una forma brutal con la llamada Maldición de Valyria. Se cree que esta catástrofe pudo haber ocurrido por la sobreexplotación de las minas y a la corrupción mágica que ocurría en ellas, así como en la capital del Feudo Antigua Valyria.
Lo cierto es que el evento hizo desaparecer toda vida a más de 800 kilómetros a la redonda de Catorce Llamas. Los ríos de lava que se extendían en Antigua Valyria para el uso de los piromantes fueron los primeros en ocasionar su desaparición, mientras que las explosiones se expandieron por las tierras vecinas llegando incluso a acabar con la vida de todos los dragones que ahí habitaban. Este hecho podría explicar el porqué fue conocida como una maldición mágica y no solamente un evento natural.
La sociedad de Valyria era conformada por diferentes castas y estratos, pero las cuarenta casas pertenecientes a los Señores Dragón se encontraban en lo más alto de su estatus social.
Daenys Targaryen —llamada la soñadora—, integrante de una casa menor de los Señores Dragón tuvo un sueño profético doce años antes de la Maldición de Valyria. Su padre Aenar creyó en su visión y partió de Valyria junto con toda su familia, e incluso con familias cercanas como los Velaryon y los Celtigar. Los Targaryen también llevaron consigo a sus cinco dragones, siendo uno de estos Balerion, quien más tarde representaría la conquista de Westeros.
La familia se asentaría en Rocadragón durante seis generaciones, tras la cuales Aegon el conquistador daría inicio a una nueva etapa en el continente, reinando junto a sus esposas-hermanas, Visenya y Rhaenys, e instaurando el linaje de los Targaryen por trescientos años en el Trono de Hierro.
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Sobre los dragones se conoce que, aunque después de un año de su nacimiento pueden tener un tamaño similar al de un caballo, estos nunca dejan de crecer durante su vida. Los dientes de un dragón tienen el largo de espadas y sus escamas resultan casi impenetrables para espadas y flechas. Prefieren la carne cocinada con su propio fuego a la cruda, y suelen alimentarse de animales de pastoreo, aunque no se limitan a ellos.
Se dice que las mil espadas con las que fue forjado el Trono de Hierro necesitaron de cincuenta y nueve días del fuego de Balerion, el Terror Negro. Este dragón arribó a Poniente junto con los Targaryen, aunque se conoce que Aegon sólo lo cabalgaba en batalla durante ocasiones extraordinarias. Una de estas ocasiones fue la batalla de Campo de Fuego, donde junto a Vhagar y Meraxes —los dragones de Visenya y Rhaenys—acabaron con un ejército de cuatro mil hombres.
Aunque estas tres criaturas conformaron el primer gran trío de poder para los Targaryen, lo cierto es que Rocadragón era hogar de un número desconocido de dragones, concretamente al interior de Montedragón un volcán donde se sitúan los ricos yacimientos de vidriodragón que muchos años más tarde ayudarían a ganar la batalla de Winterfell contra el ejército del Rey de la Noche. Esto incluía a un puñado de dragones llamados “salvajes” que nunca llegarían a ser manejados por los Targaryen.
Debido a la larga vida de los dragones, distintas generaciones de Targaryen podían llegar a ser jinetes del mismo dragón. El mismo Balerion llevó a más de cuatro integrantes de esta familia real, y posiblemente a algunos más si se tienen en cuenta sus días en Antigua Valyria.
Existe cierta controversia en torno al proceso reproductivo de los dragones, incluso de si estos poseen sexo biológico. Sin embargo, se sabe que gustan de poner sus huevos en las entrañas de Montedragón, y, aunque no todos eclosionan, las posibilidades de hacerlo lejos de Rocadragón disminuyeron con el paso de los años.
La princesa Rhaena Targaryen instaló la tradición familiar de colocar un huevo de dragón en la cuna de un bebé Targaryen, así se creaba un vínculo desde su gestación con quien se convertiría en su jinete. Los huevos de dragón poseen los mismos colores que el dragón en cuestión lucirá una vez eclosionado.
Si bien se cree que su fuerte vínculo con los Targaryen se debe a que estos hicieron uso de la magia para mezclar su sangre con la de los dragones, también es verdad que el aparente control que ejercen sobre ellos es una mera ilusión de poder, otras palabras, un dragón no es un esclavo, como bien enunciaría Daenerys Targaryen. El profundo lazo que en su momento ésta tendría con Drogon, Rhaegal y Viserion proviene de una relación de cuidados y afecto, algo que no todos sus ancestros podrían presumir. Quizá es por esto que, a pesar de nunca poder controlarlos, su codependencia es extremadamente profunda.
Guerra de dragones
Los sucesos que ocurrirían en La Casa del Dragón - 91% retratarán los ocurrido en la Danza de Dragones, un hecho conectado íntimamente a la existencia de los dragones en Westeros en su etapa de mayor apogeo.
La guerra civil de los Targaryen inició tras la muerte del rey Viserys I y la posterior disputa por el trono con dos de sus hijos. Esta confrontación se conformó en dos bandos: aquellos partidarios de Rhaenyra —los Negros— y los partidarios de su medio hermano menor Aegon —los Verdes.
Al inicio de la Danza de Dragones, los Negros contaban con quince dragones de su lado, mientras que los Verdes sólo contaban con seis. Balerion murió unos cuantos años antes de esta guerra, pero su nombré aún imponía terror y respeto hacia los Targaryen. Fue el único dragón en experimentar una muerte natural y vivió sus últimos días al interior de Pozo Dragón.
En el bando de los Verdes se encontraba Fuegosol tuvo como jinete al rey Aegon II y en su apariencia majestuosa se reflejaba la pretensión “legítima” al trono de este. Sus escamas reflejaban la luz del sol en combate.
Vhagar era el legendario dragón de Visenya Targaryen y también el más poderoso en esta época. Sus jinetes durante esta contienda fueron Laena Velaryon y posteriormente el príncipe Aemond Targaryen, el tuerto.
Vermithor perteneció al rey Jaehaerys y debido a su avanzada edad fue considerado como un dragón no apto para combate. Sin embargo, lograría ser montado por Hugh Martillo quien cambiaría de bando de los Negros a los Verdes.
Tessarion, conocido como Reina Azul, tuvo como jinete al príncipe Daeron Targaryen, fue un dragón joven y de pequeño tamaño. Su llama y escamas eran color cobalto.
Dreamfyre fue montada por Helaena Targaryen y era de color azul y plata. Era de una edad muy avanzada y había estado vinculada anteriormente a Rhaena Targaryen.
Silverwing había estado vinculada a la Reina Alysanne Targaryen. Durante la Danza de dragones tuvo como jinete a Ulf White, quien cambiaría de bando de los Negros a los Verdes.
El Caníbal permaneció neutral como uno de los tres dragones salvajes que vivía en las inmediaciones de Montedragón. Con un nombre ganado con todo derecho al alimentarse de cadáveres de dragones, dragones jóvenes y huevos de dragón, nunca llegó a ser domado por los Targaryen, pero fue famoso por ser el dragón de mayor tamaño después de la muerte de Balerion.
En el bando de los Negros se instauró Meleys, llamada la Reina Roja, que tuvo como jinete a la princesa Rhaenys Targaryen “la reina que nunca fue”. Su tamaño y color escarlata le hacían muy temida en batalla. Anteriormente se encontraba vinculada a la princesa Alyssa Targaryen.
Seasmoke es otro de los dragones salvajes de Rocadragón. Aunque llegó a este estado después de estar vinculado completamente a Ser Laenor Velaryon pero se unió al resto de los salvajes tras su muerte. Poseía escamas grises. Durante la Danza de Dragones su jinete sería Addam Valeryon.
Sheepstealer es más conocido por las implicaciones de su nombre. Durante este periodo se vinculó a una joven llamada Nettles quien había ganado su confianza alimentándolo. También se le conoció por ser particularmente feo, siendo de un color marrón barro.
Vermax contó con el príncipe Jacaerys Velaryon como jinete. De este dragón se cuenta que habría puesto huevos en las criptas de Invernalia, pero este hecho nunca ha podido ser comprobado.
Moondancer tuvo como jinete a Baela Targaryen. Era pequeña y muy veloz.
Arrax y Tyraxes pertenecieron a los jóvenes Lucerys y Joffrey Velaryon. Aunque Tyraxes no llegó a participar en la Danza de Dragones, su final está ligado a la mayor fatalidad ocurrida a los dragones de Pozo Dragón.
Caraxes, conocido como el Anfíptero de Sangre, fue el dragón del príncipe Daemon Targaryen. Fue famoso por su formidable desempeño en batalla y por ser el más feroz de los dragones de Pozodragón. Estuvo vinculado posteriormente a Aemon Targaryen. A pesar de no contar con gran tamaño en comparación con los primeros dragones en los Siete Reinos, Caraxes fue especialmente temido en las batallas de la Danza de Dragones debido a su inteligencia y fiereza. Se sabe que poseía un color rojo sangre y era delgado. Junto a Daemon, este dragón visitó el continente de Essos, donde fue altamente admirado por los habitantes de las ciudades libres. Su más grande logro en esta contienda fue capturar al castillo de Harrenhal. Fue gran amigo de Sheepstealer, y cuando este se vio en la necesidad de huir para siempre de Westeros, se despidió de él con un grito desolador que quebró todas las ventanas del castillo. Fue parte de la batalla contra Aemond Targaryen y Vhagar, donde tanto jinetes como dragones perderían la vida.
Caraxes acompaña a Daemon en sus viajes por Westeros y Essos, por lo que debió ser el dragón más conocido de su época. El carácter de Caraxes se ve reflejado en el de Daemon, por lo que sus cualidades e inteligencia y ferocidad los vuelven enemigos muy peligrosos.
Junto con Syrax, Caraxes lideraba el bando de los Negros, que posteriormente incluyó a distintos hombres y mujeres con “la semilla del dragón”.
Syrax perteneció a la princesa Rhaenyra Targaryen. Era de color amarillo y estaba un poco pasada de peso para brillar en batalla como Caraxes. Fue nombrada en honor a una de las deidades de las Antigua Valyria pese a que los Targaryen se habían convertido a la Fe de los Siete. Durante los tiempos de paz Rhaenyra y Deamon realizaban carreras volando en Syrax y Caraxes. Aunque sobreviviría a intentos de asesinato y continuamente mostraba el característico temperamento territorial de los dragones, también se puede llegar a afirmar que Syrax poseía una faceta mucho más domestica que otros dragones. Permaneció mucho tiempo bajo resguardo tras las murallas de la Fortaleza Roja y sólo después de la Danza de Dragones cazó su propia comida.
Durante el funeral de la madre y el hermano de Rhaenyra, es Syrax quien recibe la orden Dracarys para incinerar su cuerpo.
El destino trágico de estos dragones marcaría el comienzo de una nueva etapa en el reinado de los Targaryen, una donde los dragones irían perdiendo su poder lentamente. Como lo vimos en Game of Thrones y como lo dejan ver los libros de la saga, los dragones poseen una inteligencia y sensibilidad más compleja de lo que se cree, así que es posible que su descendencia nunca se liberara completamente del daño causado en el enfrentamiento entre Negros y Verdes.
Pero, tal como lo vimos en el primer episodio de House of the Dragon, esta y muchas más respuestas serán respondidas en el futuro.
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