No es gratuito que Pinocho de Guillermo del Toro - 96% haya sido un proyecto imaginado en stop-motion. Aunque resulta evidente el sentido de contar la historia de una marioneta que cobra vida con marionetas animadas por la fotografía y el sonido, la película destaca por la calidad artesanal que se percibe en cada cuadro en el que, a su vez, cada uno de estos muñecos actúan y hasta cantan y bailan.
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Dirigida por el jalisciense y Mark Gustafson(co-director), Pinocho de Guillermo del Toro es una adaptación del clásico cuento italiano en el que el carpintero Gepetto (David Bradley ) construye un muñeco de madera que cobra vida y sueña con volverse un niño de verdad. Con la Italia fascista de principios del siglo pasado de fondo, los realizadores ponen de cabeza el sentido del relato original más bien celebrando la desobediencia crítica del protagonista.
El énfasis de Guillermo del Toro (Cronos - 89%, El Laberinto del Fauno - 95%, La Forma Del Agua - 92%) se ha colocado, durante la promoción del filme, en recordar sobre las posibilidades específicas de la técnica de stop-motion y sus marionetas. Y si bien el logro de su película es un testamento de ellas, la coincidencia de haberse lanzado el mismo año que un remake en animación fotorrealista del mismo relato es una mejor forma de entender por qué la urgencia del director era tanta.
Pinocho de Guillermo del Toro - 96% cuenta con los elementos ya conocidos del cineasta: alucinantes criaturas fantásticas, un mundo sobrenatural y colorido con rincones sombríos y peligrosos, y la historia de un protagonista inadaptado encontrando valor y validación en lo que lo hace diferente. Así que sus seguidores tienen toda razón para estar emocionados por ella. Irónicamente, el estilo sí obedece a lo que uno esperaría del director.
Pero para estar insertado en una industria que cada vez más aspira a reciclar el pasado, apenas envolviéndolo en un más reluciente y supuestamente innovador y tecnológico empaque como el fotorrealismo (véase Pinocho - 20%, El rey león - 40%, y otros “remakes” en camino), negarse a ceder y comprometer la textura, detalle y vivacidad que las marionetas le dan a la narración es el mejor acto de rebeldía para coronar el logro del título.
Aunque el guion puede llegar a hacer una exposición innecesaria sobre la importancia que encuentra en lo desobediente de su protagonista— varios personajes resaltan una y otra vez este rasgo de Pinocho a lo largo del filme—, hay pocas cintas con personajes infantiles o juveniles a los que sus historias los inviten tan activamente a desafiar a las figuras de autoridad. El 2022 parece ser el año para ello con éste título y Red - 91%, de Pixar.
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La explotación de los más pequeños, y lo perturbador de la poca agencia que le permitimos a las infancias, es una temática que se asoma por Pinocho de Guillermo del Toro - 96% gracias al periodo histórico en el que se ambienta. En específico, con el conde Volpe, quien abusa laboralmente del protagonista, y el rector de su pueblo, que no lo ve como nada más que carne (o madera) de cañón para la guerra de Mussolini. La deshumanización de los infantes es el más crudo de sus tópicos.
El trabajo de los actores de voz merece mención no sólo por sí mismo sino porque, en cierta forma, deben compartir y empatar los hilos detrás de todas las marionetas junto al equipo que realizó la animación. Y la sincronía entre ambos es excepcional. En particular, Tilda Swinton como la esfinge y el espíritu del bosque, Ewan McGregor como el grillo Sebastián y la revelación que es Gregory Mann como el titular Pinocho.
Tanto la animación como el trabajo actoral del filme cobran todavía mayor vivacidad gracias a las canciones de Alexandre Desplat. Las secuencias musicales aprovechan tanto las melodías más dulces como las más juguetonas y funcionan para lucir el exhaustivo detalle que hubo para la construcción del mundo de este relato.
Si la esencia de Pinocho de Guillermo del Toro - 96% es celebrar esa apasionada rebeldía y colocarla al centro de lo que significa estar realmente vivo, el jalisciense probará que el stop-motion, como su protagonista en esta película, puede ganar la batalla a una industria que le exige servirle o desaparecer. Y, con un poco de suerte, también inspirará a otros realizadores a seguir su desobediente ejemplo. El filme llega en noviembre a cines selectos y el nueve de diciembre a Netflix.
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