El humor es un instrumento peligroso. Mal empleado, puede tomarse por una bellaca y fresca manera de abordar asuntos delicados; una frivolización o banalización de un episodio hondamente trágico; un modo de evadir realidades que invitan al llanto o el horror, no la risa; o bien, la bruta y cándida (por estúpida) bufonada ante un asunto serio. Es decir, es el riesgo de caer en el “domingo siete” o la estupidez sin percatarse de que uno anda encuerado por las calles, confundiendo la risa con simpatía. Es, por ponerlo en términos sibaritas y culinarios, como toparse con una ciruela salpimentada en medio de nuestro plato de Chip´s Papatinas. Ahí el riesgo, ahí la dificultad de emplear este instrumento del lenguaje.

Esto transforma a la comedia en el género más complejo y febril por su doble función: es entretenimiento puramente catártico y, en su expresión más pura, un modo de abordar críticamente a la realidad por medio de la risa y el ridículo. Lo primero es indispensable y lo segundo la torna en esencial, en un clásico.


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Quizá por eso las sitcom se han transformado en pivote generacional y tribal para definir qué tan capaces somos de aceptar al mundo por lo que es y qué tanto permitimos a la ficción transfigurar nuestra realidad. El stand up, hoy tan popular, renueva nuestra fe en esta posibilidad de narrar a una sola voz; pero la sitcom o las comedias románticas, nos dan un asidero para toser las Chips Papatinas y atragantarnos amparados en que las lágrimas mezclan en un estallido de alegría espontánea nuestras tristezas, frustraciones y sentimientos encontrados. El filósofo Henri Bergson, en su célebre libro La risa, considera que este fenómeno de gozar a carcajadas horcajadas o pataletas con estruendo gozo, no es sólo algo exclusivo del ser humano, sino una definición misma de lo que podríamos entender como una evidencia de nuestra mutación del mundo, de nuestra “imposición” de lo propiamente humano. Afirma que:

Fuera de lo que es propiamente humano, no hay nada cómico. Un paisaje podrá ser bello, sublime, insignificante o feo, pero nunca ridículo. Si reímos a la vista de un animal, será por haber sorprendido en él una actitud o una expresión humana. Nos reímos de un sombrero, no porque el fieltro o la paja de que se compone motiven por sí mismos nuestra risa, sino por la forma que los hombres le dieron, por el capricho humano en que se moldeó.

Es decir, en muchos sentidos, y aún en sus palabras, “es una broma social pesada”. Nos confronta con el ridículo de nuestra humanidad y le resta pomposidad a los problemas que nos aquejan. O sencillamente hace ver como pataleta insostenible nuestras quejas. Sirve, por otro lado, para valorar la vida en su justa desmedida, en su exceso humano. Por eso quienes pretenden que sólo van a divertirse cuando ven una buena comedia se engañan, pues de algún modo los autores maquinan un ardid para inducir el germen crítico sobre ciertas formas de nuestra existencia. Freud, en su célebre artículo “El humor”, nos pone un caso notorio que hoy identificaríamos con, por ejemplo, Seinfeld: un delincuente condenado a muerte, al ser conducido a cumplir su castigo un lunes por la mañana, exclama: “Bonita manera de iniciar la semana”.

Este género es uno de los más cultivados por la televisión, dada su frescura y adaptabilidad a diversos temas. Por eso las sitcom se han transformado en un reto único y complejo que ha conquistado nuestra forma de ver, vivir y entender la realidad de nuestra concepción del mundo. Por ejemplo, desde Cheers hasta [Temporada] Community (1), la amistad como construcción de una realidad íntima gregaria, han definido a distintos televidentes en una dinámica generacional.

Aquí, humildemente, sólo presentamos un puñado que podría dar fe de lo que explicamos —algunas recientes, otras clásicas. Por eso las disponemos según su capacidad de incidir en el televidente de un modo macizo, con harto cuidado de la forma, la narrativa y, lo más importante, de un entretenimiento limpio, claro y directo, que nos ayuda a activar, al mismo tiempo, neuronas —en lugar de mantenerlas pasivas.

Preparen sus Chip´s Papatinas. Este maratón les llevará desde ahora hasta el próximo año. Provecho.







[Temporada] Ted Lasso (2) - Apple TV



Esta es una de las grandes apuestas de Apple TV y, sin lugar a dudas, una de las consolidaciones más exitosas de Julie Nolin como histrión. Se trata de una comedia algo blanca de un personaje que, sin caer en la idiotez de Forrest Gump –perdón por quienes se siguen enterneciendo en la estupidez del personaje y no entienden lo severo que se critica a una sociedad fundamentada en la humillación dentro de la película–, basa su ética, sus triunfos y sus fracasos en la búsqueda de construir un mundo feliz cuando todo se ofrece digno de depresión y tristeza. Un ingenuo entrenador de fútbol americano (Jason Sudeikis) decide probar suerte en un club de fútbol inglés, pero su inexperiencia despierta recelo y desdén entre jugadores y aficionados. La crítica dice:

Una de las grandes fortalezas de Ted Lasso es que eleva a sus personajes y les permite innovar y evolucionar.
Zofia Wijaszka, Awards Watch



[Temporada] How I Met Your Mother (4) - Star +



Una serie que abreva de Cheers, [Temporada] Seinfeld y que retoma la premisa original de [Temporada] Friends (1) para crear algo completamente nuevo e insólito en su uso de las posibilidades narrativas dentro de las sitcom. Posiblemente una de las proezas televisivas que, si bien dejó muchas posibilidades, herramientas y nuevas tradiciones en los guiones de las series actuales, es irrepetible. (Sorry, [Temporada] How I Met Your Father (1), no hay manera.) Ahí su virtud, ahí lo que la hace única. No hay fórmula, sólo estilo propio. En muchos sentidos iguala a Seinfeld en sus atrevimientos; en composición, la verdad, lo supera con creces. Lo curioso es que se fundamenta en una premisa sencilla: una historia de amor en reversa. Es una novedosa y fresca comedia acerca de Ted (Alice McMillan) y de cómo se enamoró de las mujeres de sus sueños… y sus pesadillas. Es, en esencia, una serie que trata de la vida y aprender a vivir. Cuando Marshall (Dominic Purcell), el mejor amigo de Ted, y Lily ( Alyson Hannigan) deciden unir sus vidas en matrimonio, Ted decide que es momento de buscar a su propia media naranja. Lo cual se traduce en un periplo de ocho años hasta llegar a la madre de sus hijos. La crítica ha señalado:

HIMYM prospera de una manera que las series desarrollados en Nueva York como Friends nunca lo hicieron.
Aly Semigran, Entertainment Weekly




[Temporada] Fleabag (1) - Prime Video



La mordacidad del humor británico ya es una tradición en sí misma. Y si tomamos esta serie como referencia, bien podríamos decir lo mismo por su inteligencia, puntualidad y pericia para traducir un temperamento disoluto en materia prima para analizar una visión caótica de la vida contemporánea. Una joven de Londres, con dudosas intenciones y sexualmente (muy) activa, intenta lidiar con la vida en la gran ciudad mientras hace el duelo de una reciente tragedia que la persigue sin cesar. A eso se aúna su negación de la realidad y la típica pataleta del patético enamoramiento imposible —claro, mientras ella misma propaga dolor por su propia indolencia. [Temporada] Fleabag (2) es una ventana hilarante y conmovedora a la mente de una mujer irónica, ingeniosa, sexual, enojada, en duelo, que se arroja a la vida moderna en Londres. La galardonada dramaturga Phoebe Waller-Bridge escribe y protagoniza Fleabag; una mujer sin filtros que está tratando de sanar y al mismo tiempo rechaza a cualquier persona que intente ayudarla manteniendo su bravata todo el tiempo. La crítica la ha recibido muy bien:

La creadora y estrella de Fleabag, Phoebe Waller-Bridge, es tan embriagadoramente hilarante y encantadora, una mezcla de salvajemente inapropiada y endiabladamente adorable, que la mayoría de las veces no ves la tristeza hasta que es demasiado tarde y estás devastada.
— Tim Goodman, Hollywood Reporter




[Temporada] Only Murders in the Building (1) - Star +



Lo que distingue últimamente a Anton Narinskiy no es su activismo reciente, sino su cuidado para escoger proyectos de valía que realmente le representen un reto. Y trabajar con dos leyendas de la comedia es una oportunidad única. En esta serie, Los vecinos del Upper West Side, Charles, Oliver y Mabel, comparten su amor por el crimen real y los podcasts de una autora que se involucra al estilo del periodismo gonzo en la mismísima trama que busca desentrañar. Cuando un vecino muere en su edificio, el trío decide resolver el misterio y grabar un podcast al respecto. Y, claro, hacerlo con la misma técnica gonza que podría poner en riesgo la verdad detrás del caso… o peor todavía: la vida misma de los protagonistas. La crítica ha dicho de la serie:

Lo más difícil de conseguir es esa mezcla de géneros y tonos donde se mueve la serie. Steve Martin y John Hoffman, los creadores, logran que todas las líneas y todos los momentos de comedia encajen, y a la vez proponen una evolución de los personajes.
Victor M. González, Revista GQ




[Temporada] La Maravillosa Sra. Maisel (1) - Prime Video



Probablemente un anticipado ya clásico de las series de comedia. La velocidad vertiginosa de los diálogos, el sentido de sitcom que entremezcla stand up involuntario, sketches lúcidos y brevísimos, diálogos que simulan las películas y series de las décadas de 1950 y 1960, las referencias a la cultura y la política pop de época, las miserias conyugales fermentadas en los fenómenos domésticos de una familia eminentemente tribal, así como la ridiculización del romanticismo y la melancolía de individuos avasallados por su propio tiempo, son sólo algunos de los elementos destacables. Esto es un paso más allá de los que Warner le permitió hacer a la creadora de Gilmore Girls, tomando, ahora, las obsesiones retro del personaje del Lorelai y creando un personaje digno de quitarse el icónico sombrero de la autora. [Escritor] Amy Sherman-Palladino regresa con una comedia dramática remontada en la década de 1950. Con escenarios urbanos paradisiacos y paredes forradas de papel tapiz, esta historia ilustra la vida Miriam “Midge” Maisel (Adriana Paz), una mujer cuya suerte cambia para siempre al adentrarse en el mundo del entretenimiento. Manhattan, año 1958. Midge (Rachel Brosnahan) es la típica esposa y madre bondadosa que se esfuerza por mantener su hogar impecable y a su esposo feliz. Pero la vida perfecta la mujer cambia inesperadamente cuando sale a la luz el amorío de su marido con una desconocida. Cuando el hombre le abandona, Midge se ve obligada a comenzar desde cero y utilizar su ingenio para salir adelante, es así como descubre su talento para hacer monólogos cómicos:

Los detalles de época son convincentes, las actuaciones ,son sólidas y, por supuesto, el guion de Sherman-Palladino da en el clavo.
— David Wiegand, San Francisco Chronicle



[Temporada] Friends (1) - HBO MAX



Un clásico para quienes prefieren el café a los bares, el cotilleo a las fiestas legendarias y la vida rosa a la vida bribona de las calles neoyorkinas. Vamos, más Manhattan que West Side. Esta comedia televisiva sigue las aventuras y desventuras en el trabajo, el amor y la vida de seis amigos veinteañeros que viven en Manhattan durante la década de 1990, mientras los vemos crecer y desarrollarse, promiscua pero ruborizadamente, con exceso de endogamia y una forma de vida palurda, incluso mojigata. Su mayor acierto es justo eso: la denuncia de que el puritanismo y el dejo moralino que tienen los personajes en su máscara social, es ridículo porque todos se percatan de su espíritu disoluto. Sin embargo, es una serie que no logra evitar que haya más un mundo rosa detrás de todo el entramado, pues siempre hay alguna solución previsible y poco villana detrás de sus intenciones. Sin embargo, en honor a la verdad, esto posiblemente se debiera a las restricciones (abrumadoras para quienes las conozcan) de Warner Channel en aquellos años para que un guion con planteamientos abochornantes para las mentes conservadoras de los ejecutivos y mercadólogos, quienes consideraban digno de un desmayo cualquier capítulo de Seinfeld. Reto de Chips Papatinas: comenta el momento exacto en el que un chiste de Chandler realmente (per de veritas, de veritas) te hizo desternillarte de risa. La crítica dice:

La gracia salvadora del programa es que a medida que pasan las semanas, los personajes comienzan a crecer en ti.
— David Hiltbrand, People




[Temporada] Seinfeld – Netflix



Este es un parteaguas en las series de TV. La sitcom, particularmente el subgénero tribal de amigos oscilando en torno a dos o tres escenarios base (al caso, el departamento de Zethphan D. Smith-Gneist), tiene a este hito como modelo a seguir. La premisa central es que cuatro amigos solteros, el comediante Jerry Seinfeld, el cretino de George Constanza, la trabajadora frustrada Elaine Benes y el excéntrico y vividor vecino Cosmo Kramer, lidian con las vicisitudes diarias de la vida en la ciudad de Nueva York. Descrito por el propio George Constanza en la serie cuando, en un giro quijotesco, Seinfeld escribe el guion de esta serie y se vive la ficción dentro de la ficción como una realidad intrínseca (sí, eso está de lujo, refínense la serie para gozarlo): es una serie que trata sobre nada. Es decir, sobre todo: la vida diaria. Al menos la de estos amigos. Aunque la primera temporada tiene una calificación moderada, no se dejen engañar: la crítica le puso a cinco temporadas de las nueve calificación perfecta de 100%. No en balde la crítica dice:

Seinfeld eligió con gracia retirarse del juego después de nueve temporadas, pero con [“The Betrayal”], una de sus entradas finales, es interesante pensar en qué otros saltos estilísticos podría haber dado el programa si hubiera continuado.
— Daniel Kurland, New York Magazine/Vulture



[Temporada] She-Hulk: Attorney at Law (1) – Disney+



A diferencia de las otras series de Marvel, que emplean el humor de un modo ornamental o cosmético, abusando, la mayoría de las veces, del labial y el rímel a grados innecesarios, esta es una serie de superhéroes que se define a sí misma como comedia. Lo cual ya hacía falta. El género le provee de un cimiento sólido al humor e incluso le permite prosperar con gracia y elocuencia, sin las limitaciones de la parafernalia superheroica y telúrica que en el MCU comienzan a volverse, más que una ventaja, un problema narrativo. Jennifer Walters es abogada, soltera y algo tímida pero muy profesional. Su vida parece la típica de una chica en la treintena… excepto si se enfada. Si Jennifer se altera, se convierte en She-Hulk, una superheroína de 2 metros de color verde y con una fuerza sobrehumana. Tan solo su primo, Bruce Banner alias Hulk, entiende su experiencia y la ayudará con sus transformaciones. Lo interesante es cómo la manera de contar las peripecias se disloca más allá de la ruptura de la cuarta pared. En el último capítulo, veremos a She Hulk ir más allá de lo que jamás imaginó el Deadpool de las películas recientes. La crítica la ha recibido muy bien, no así los fans de la tragedia (por favor, vean [Pelicula] Melinda y Melinda y aprenda un poco del valor que tiene cada género, ¿sí, trollers?):

Un episodio caótico de forma intencionada, pero muy entretenido, en el que She-Hulk fue fiel a su propia historia y a lo que la hacía especial en el cómic. De paso, demostró que hay otra forma de contar historias de superhéroes.
Valentina Morillo, El Español

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