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Mientras las grandes cadenas de exhibición en México, como en el caso de Cinemex, declinaron la oportunidad de proyectar la estupenda [Pelicula] Pinocho de Guillermo del Toro, privando a gran parte del público -sobre todo en el interior de la República-, de poder disfrutarla en pantalla grande que es por supuesto como mejor luce y debe verse en primera instancia, ésta se ha convertido en la sensación dentro del circuito independiente. Basta con mencionar que, en recintos como la Cineteca Nacional, la película por si sola ha duplicado el número de asistentes que habían estado reportado en los últimos meses, aún inmersos en la búsqueda de recuperar el nivel que manejaban previo a la emergencia sanitaria provocada por COVID.

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Pero eso no es todo, pese a que la propuesta animada del también director de títulos como [Pelicula] La Forma Del Agua y [Pelicula] El Callejón de las Almas Perdidas, ya completa dos semanas de haber sido estrenada en la plataforma de Netflix, dicho lugar sigue reportando localidades agotadas en prácticamente todas sus funciones, lo cual de paso le ha colocado en los primeros lugares de su lista de películas más vistas en la historia, al lado de producciones como [Pelicula] Coco y [Pelicula] Roma , con la posibilidad de que pueda seguir escalando, pues pese a su llegada al mercado casero tienen programado mantenerla en la cartelera durante un buen rato.



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Sin duda no solo es una muestra de la falta de visión de la que a veces adolecen las empresas dueñas de los numerosos complejos cinematográfico a la hora de valorar el comportamiento del actual mercado, sino un serio llamado a reinterpretar las políticas de exhibición, dígase las famosas ventanas. Se debe entender que tras la pandemia y tomando en cuenta el alcance que hoy tienen las plataformas digitales, mantener la rigidez en ese sentido se convierte en un anacronismo, pues queda claro que ya no se puede aplicar esos viejos formatos a “raja-tabla”, si es que se pretende sacar verdadero provecho del perfil que ofrece cada película, algo que redundaría en beneficio tanto del ofertante como del espectador. Esa es la diferencia entre ver un nuevo escenario como posible amenaza, o como un campo de posibilidades.

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