Cuando se le echa un vistazo a al célebre Viaje del Héroe, la atención siempre ha parecido hallarse enfocada en la travesía individual de un personaje, como es el caso del Héroe de las mil caras de Joseph Cambell, la Bildungsroman (novela de aprendizaje) o la traducción cinematográfica de estas, el Coming-of-age.

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Sin embargo, el viaje en sí mismo posee una alegoría como casi ninguna otra en la historia de los relatos de la humanidad, justo como lo describió uno de los más grandes escritores latinoamericanos de la última era, [Escritor] Ricardo Piglia , “Se narra un viaje o se narra un crimen. ¿Qué otra cosa se puede narrar? Y es que, efectivamente, toda historia y todo género, termina emulando las reglas narrativas del viaje y el crimen —aunque claro, ambos pueden llegar a convivir en una misma historia.

Pero en un análisis a profundidad, es probable que el primero posea un universo de posibilidades narrativas más amplio que el primero, puesto que el crimen tiende a cerrar líneas argumentativas por naturaleza propia. En cambio, el viaje, es una invitación a la aventura infinita y sus historias a menudo cuentan con un final inconcluso o que da pie a una continuación dada la extensión espacial de su historia.




Otro de los puntos brillantes de un viaje —también compartido con el crimen—, es que se puede llegar a hacer presente en cualquier cantidad de géneros imaginables, aventura, comedia, romance, horror, ciencia ficción y fantasía, en todos es posible emprende un viaje. Este es maleable con cada una de las aristas de sus tramas y así le es posible contener todo tipo de impresiones sobre la condición humana.

Las grandes travesías epopéyicas de la antigüedad humana nos relatan viajes y exploraciones, de las que los héroes clásicos salieron victoriosos —o no tanto—, este es el caso de cintas como [Pelicula] Troya o [Pelicula] 300, historias que implican un viaje hacia la batalla. Si bien los hombres de Leónidas así como los protagonistas de La Ilíada no tuvieron el mejor de los desenlaces, sus leyendas cimentaron el futuro de todas las historias sobre héroes que buscan un propósito más allá de la vida terrenal, mismas que persisten hasta nuestros días. La trascendencia por medio del sacrificio fue así considerada la más venerada de las acciones heroicas, especialmente en lugar lejos de casa.

Si bien Hollywood y la industria cinematográfica mundial hacen uso frecuente de temáticas de la mitología o esta es usada como inspiración para nuevas historias, la reproducción “fiel” a los mitos o epopeyas es virtualmente nula. Partiendo del hecho de que un mito nunca puede ser representado de forma fiel debido su naturaleza incierta, también es verdad de que existan hechos que han molestado a los fans —y estudiosos— de lo clásico, como repentinamente convertir a Hades en el villano mitológico por excelencia o el hecho de que lo femenino se ligue automáticamente a un ser bondadoso e inocente.


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En este sentido, el viaje también pierde un poco su virtud, al no conectar con los elementos necesarios para conjurar una narrativa lo suficientemente sólida que encumbrará al héroe, ya no sólo por lo que este es sino por todo aquello que su propio entorno representa en la lectura universal del mundo.
Después de estas magnas historias del viaje épico, llegaron las de los grandes viajes. La exploración y la colonización se expandieron por el mundo a una velocidad acelerada, por lo que los primeros relatos de estos sucesos comenzaron a resonar en el mundo occidental. En el mejor de los casos, la moraleja de la historia se encaminaba a descubrir que las conexiones humanas pueden llegar a ocurrir en cualquier contexto o con cualquier otra cultura, pero estos fueron casos selectos —que no llegaban a escapar de una mirada racializante, hoy considerada exotizante.

Desde luego, la curiosidad por las diferentes y nuevos territorios descubiertos por el mundo occidental representó una importancia superlativa para que este tipo de historias cobrara una popularidad que perduraría por siglo enteros, que quizá sólo finalizó hasta la llegada del siglo XXI. Esto se debe a que los discursos anticolonialistas comenzaron a hacer notar la fuerte carga racista, xenofóbica y colonial que todo este género posee. De este hecho surge la necesidad de Warner de etiquetar a muchas de sus caricaturas clásicas con una advertencia de este tipo de contenido.







En el lado opuesto a este lente cultural, la ciencia ficción ofreció —si bien sin separarse por completo de alguno de estos tópicos de lo exótico— un mejor terreno para trabajar en una exploración hacia el universo en donde las conexiones humanas y alienígenas fueran realmente posibles. Pero las mejores representaciones de este propósito se verían plasmadas en la pantalla chica con la llegada de Star Trek y [Temporada] Doctor Who (1) en la década de los sesentas.

Ambas series simbolizan con gran certeza todo aquello que la travesía espacial aspira a ser. La serie conocida en Latinoamérica como Viaje a las estrellas es un hito en sí misma pues se adentró en una travesía con implicaciones sociales en su propio contexto histórico, cuando las tenciones raciales de Estados Unidos habían llegado a su pico, pudo comunicar un mensaje de unión y de respeto a otras culturas mediante la hermosa alegoría del espacio como última frontera.

Nichelle Nichols —una mujer afroamericana— y Leonard Nimoy — proveniente de una familia de inmigrantes ucranianos judíos— fueron los rostros de esta revolución mediática. De pronto, los niños de los suburbios americanos encontraron en el espacio una forma de conectar con el mundo que los rodeaba y donde no solían presentarse las oportunidades para que los acercamientos con el “diferente” existían.


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Desde luego, muchos de estos discursos encriptados dentro de los viajes del USS Enterprise florecerían en la sociedad hasta décadas posteriores, donde la generación que creció con esta serie tomaría los controles de la sociedad bajo los lineamientos del Capitán Kirk y su tripulación. No hay que olvidar la política central de no intervención de la Flota Estelar: El derecho de cada ser vivo de vivir en concordancia con su normal evolución cultural, ningún personal de la Flota Estelar interferirá en el sano y normal desarrollo de la vida y cultura alienígena.

Si bien en más de una ocasión los personajes de Star Trek han llegado a romper esta regla por un bien mayor, lo cierto es que el valor de su viaje estelar se encuentra vinculado a esa regla, pues actuar en contra de ella equivaldría a una vez más imponer valores y dogmas coloniales sobre planetas y civilizaciones que simplemente no entienden la vida como los humanos y demás miembros de la Federación.

Esta también es una de las razones principales por las cuales esta saga continúa en emisión, pues las posibilidades de sus viajes son equivalentes a las posibilidades de la misma existencia. Sin importar los cambios sociales o actualizaciones científicas, el viaje del Enterprise siempre representará el viaje de la humanidad por su misma historia.







De manera análoga, un hombre loco en una caja llegaba a las pantallas de la BBC para cambiar el panorama de la ciencia ficción para siempre. Los viajes del Doctor cuentan con la peculiaridad de ser vistos desde la perspectiva de él mismo, un alienígena que emprende sus viajes con el objetivo de mantener vico el espíritu de curiosidad de la ciencia, explorando mundos y seres que siempre le regalan misterio que resolver o un ser a quien salvar.

Con esto la perspectiva humana sobre sí misma es contantemente puesta a prueba, mediante los análisis y reflexiones del Doctor sobre nuestra peculiar forma de vida. Porque claro, estos viajes son complementados con un acompañante humano quienes nos sirven como anclaje para adentrarnos a universos, conocimientos y seres fuera de nuestra comprensión.

Nunca cruel y nunca cobarde, el Doctor también nos expone —quizá como ninguna otra narrativa del género— al lado cruel de estos viajes, donde la pérdida y el dolor son obstáculos ineludibles en la existencia. El mismo andar del Doctor, quien cuenta con varios siglos en su haber, ha sido definido por estas tristes circunstancias, sin embargo, conserva un espíritu de optimismo en su faceta cotidiana del que nunca ha negado llegó a prender mucho de los humanos.

Aunque frente a las cámaras la serie ha contado con muy poca diversidad —hecho que comienza a cambiar en la serie actual— detrás de cámaras contó con la productora Verity Lambert y el director británico-indio Waris Hussein, lo cual contribuyó en la visión abierta de la serie que incorporaba en sus otros mundos y civilizaciones metáforas sobre las problemáticas de la humanidad, alejándose así —en cierta medida—de los mundos exóticos.


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En general, los viajes en la ciencia ficción ha tendido a apostar por la esperanza de la raza humana pese a mostrar los puntos más bajos de esta, pero este y otros géneros también han apostado por usar el terror para iluminar esos recovecos que no son alcanzados por el entusiasmo y la ilusión, pero de los cuales es importante aprender sus lecciones.

La seguidilla de adaptaciones de historias distópicas de hace una década fue una respuesta a un contexto social con esta necesidad, pero una que sobresale del resto es [Temporada] The Walking Dead (1), a la que se le puede llamar una travesía apocalíptica. Este viaje le dejó al grupo de Atlante, liderado por Rick Grimes una experiencia de supervivencia cruda y violenta en la que su batalla por aquello que no hace humanos logró trasgredir todos los límites conocidos, mostrando al ser humano como su mismo verdugo al mismo tiempo que su salvador.

Pero en ocasiones los viajes por la supervivencia no implican a los humanos en lo absoluto, la cinta de Disney del año 2000, [Pelicula] Dinosaurio plasma esta idea a la perfección. En una ruta de migración forzada debido a una lluvia de meteoritos, un “convoy” de dinosaurios de diferentes familias y especies emprenderán un viaje hacia la salvación —spoiler, no se logró. Aunque la historia logra llegar a un “final feliz” para sus protagonistas, lo cierto es que la sombra de la extinción los ha alcanzado, pero su odisea significó mucho más que la supervivencia física y se aproximaba más a mostrar lo valioso de a cualquier tipo de vida.

Por otra parte, una de las actualizaciones más representativa de los viajes épicos de la antigüedad —dentro de una sociedad que ya no recurre a las grandes travesías bélicas o te pruebas— es sin duda la “historia de carrera” —road movie en el cine—, pues condensa y expresa el mismo tipo de inquietudes existenciales, aún con la sombra de la trascendencia a cuestas, pero de una forma mucho más equiparable al mundo mundano, donde una simple aspiración puede llegar a ser salirse sólo un poco de la norma social.







Así, las historias de carreteras buscan ser un poco más críticas a su entorno en lugar de exaltar vehementemente la gracia de los dioses y los héroes, en cambio sus protagonistas no podrían ser más mortales quienes se encuentran en un conflicto con el mundo que los rodea. El viaje de la road movie también se convirtió en la voz de la generación que rechazaba abiertamente las convenciones políticas agobiantes para la sociedad, las cuales, a la par del autodescubrimiento, se convirtieron en muchas ocasiones en un símbolo de la ideología rebelde, cintas como [Pelicula] Thelma & Louise: Un Final Inesperado, así como la adaptación de la novela de Jack Kerouac, En el camino son ejemplos claros de esta mirada del viaje.

Desde luego, las narrativas románticas no podían dejar de ocupar un lugar importante dentro de la narrativa del viaje. Aquí la travesía es reivindicativa, pues sus personajes suelen necesitar una segunda oportunidad para dar rumbo a su vida. Aunque en el pasado los clichés y la melosidad de estos relatos opacaban los aspectos más sustanciales de estos, durante los últimos años la industria parece haber cobrado interés en contar este tipo de historias desde nuevas perspectivas, particularmente sobre mujeres más allá de su tercera época y las pertenecientes a alguna minoría social. Películas como Bajo el sol de Toscana y El descanso parten desde los lineamientos del romance para convertirse en una experiencia de crecimiento para sus personajes.

A menudo este tipo de historias incurrirán en otro tipo de géneros, a menudo perteneciendo a varios a la vez, pero sin perder de vista el origen de la misma: el reconocimiento de uno mismo y de su entorno. Con el paso de las aún cortas décadas del presente siglo le género se actualiza hacia lo que el público contemporáneo busca en esta exploración. De momento, las preguntas actuales sobre un viaje parecen centrados en la existencia de otros mundos similares al nuevo donde todas las posibilidades son concretadas, y quizá este hecho nos ayude a comprender mejor la condición humana en nuestro presente.

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