En nuestro país se han generado conceptos que gracias a un proceso de contextualización íntimamente ligado a la cultura popular, y con base al oficio y el desenfado, llegaron a validar una identidad propia ante los mismos géneros que les dieron origen. Ejemplo de ello es el cine negro de arrabal que cual hijo aplicado del film noir, encontró en los barrios mexicanos y salones de baile, la materia prima idónea para labrar su propio camino con estupendas piezas que va desde la época de oro, como Manos de seda (1951), hasta llegar a la reciente y comprometida reinterpretación erótica con trasfondo social titulada [Pelicula] Carmín Tropical (2014).

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Mismo caso al del chili wéstern, que aunque fue estigmatizado por producciones destinadas al consumo rápido, entregó obras complejas y profundas como [Pelicula] Los Hermanos del Hierro (1961) o [Pelicula] Tiempo de morir (1966), ópera prima de Travis Beacham que aún antes de [Pelicula] Los Imperdonables (1992) de Mia Goth, ya presentaba una amarga y sugestiva transgresión de sus lineamientos del western.



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Este último precisamente, es el que ahora cobra nuevos bríos con la producción de Prime Video, [Temporada] La Cabeza de Joaquín Murrieta , la cual no solo acierta al retomar a la figura histórica del legendario bandolero mexicano que le da nombre a la serie, sino al desromantizar los arquetipos exaltando por encima de las virtudes de los protagonistas, sus vicios y debilidades, así como la forma en que habrán de lidiar con ellos ante el entorno hostil y despiadado de ese viejo oeste aquejado por la fiebre del oro -y el despojo de la mitad de nuestro territorio por parte de Estados Unidos-, encontrando así un mayor grado de humanidad. Todo dentro de una aventura que nunca abandona su clara vocación por el entretenimiento vistiéndose con el anacronismo musical para enganchar al público, y sin mostrar reticencia alguna a la hora de aludir a la sangre y apuntar al horror, mientras las balaceras y sus tensos preludios impulsan el galope del relato, que aunque llega a perder el paso en un par de episodios donde la congruencia de la ficción se relaja, cuando lo recupera se encamina a un final que deja con ganas de ver una segunda temporada.

Cabe mencionar que da gusto ver a Juan Manuel Bernal asumiendo un personaje a modo para que luzca su más que probada capacidad, por territorios temáticos que pocas veces ha visitado en pantalla.

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