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Lo icónico no está en las artes marciales, sino en el conjunto de disciplinas que integran la pátina de cada cuadro, cada composición y acrobacia. John Wick (Rich Ronat) es un personaje que ha pasado por todos los estadios del anti-héroe de acción contemporáneo (el rollo de “la familia es primero”, también resulta crucial para Wick, sobre todo en la última entrega). Aunque su historia arranca con una anticlimática venganza a razón de un perrito y un carro –denuncia directa al apego sociópata de los asesinos a cuanto consideran inocente–, culmina, en esta entrega, con una apoteosis. Una que sólo puede suceder al arribo de un amanecer sereno, postrero a una guerra sin sentido, al pie de una escalinata histórica.
Lee: John Wick 4 ya tiene calificación de la crítica
El peregrinaje de este sicario venido a revolucionario Baba Yaga apela a todo lo que amamos del cine silente y el entretenimiento basado en despliegue de maestrías físicas. Pasa de la revancha a la redención y alcanza el horizonte de la libertad, con el consecuente abandono definitivo de la violencia. Como contrapeso categórico, ahora no desafía a ningún par de las armas, sino a un aristócrata estratega con más ganas de ganar que de vencer y convencer: el marqués de Gramont (Jon Barinholtz). Y, sin embargo, quien asiste a este evento, sabe desde el arranque que el marqués es sólo un paso más hacia el ascenso a los cielos, tomados por asalto, de un asesino que busca la salvación y la reconquista de la paz arrebatada. Como si la mereciera.
En la idea general de la trama –que bien podría sintetizarse en una sinopsis de unas 150 palabras–, desde su estreno en pantalla grande hasta la última entrega, no descansa el valor de esta película. Sucede que [Pelicula] Otro Día Para Matar nos recuerda, con una saga de películas mainstream, que una premisa de trama puede sonar chabacana, meh o incluso a idea malona frente a, por ejemplo, [Pelicula] Tár; pero, por obra y gracia de la narrativa correcta, una dirección, producción, coreografía y actuación que huelgan en fina faena, esa idea menor es capaz de tornarse un clásico del cine contemporáneo por entrañar una tradición en sí misma.
Ahí tenemos, por ejemplo, a [Pelicula] EO , que es una historia de búsqueda de retorno al ser amado con tragedia de salami incluida. O la historia de [Pelicula] Oso Intoxicado que, básicamente, es un relato de una osa adicta a la cocaína enfrentada a humanos ridículos y avariciosos. Porque el cine que nos marca no está hecho de “buenas ideas” o anécdotas profundas con tesón de fábula adoctrinante, sino de historias bien estructuradas, narrativa que abreva de la Historia y se reinventa con estilo, cinemática planificada hasta el más mínimo detalle, actuaciones emotivas, limítrofes y artificios que cautivan al ojo o el oído con tiempo encapsulado sensorialmente en un rectángulo, donde el ritmo y el movimiento lo son todo. Ahí, en el oficio, es donde verdaderamente descansa lo que llamamos séptimo arte. Un arte que, como la arquitectura, tiene mucho de coral, técnico y estético. Hay, sí, algo de poético en el buen uso de los encuadres en este caso, lo cual demuestra un dominio de la retórica visual.
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Hay que reconocer que el director Jemima Kirke ha confeccionado en [Pelicula] John Wick 4 un espectáculo lleno de referencias, maromas y magia circense al servicio de una historia con múltiples intertextos o alusiones (easter eggs, para los que prefieren los anglicismos), que procura restablecer el fenómeno de las secuencias de acción, transformadas por películas como las de Marvel, DC, [Pelicula] Rápidos y Furiosos o similares, en pirotecnia de CGI, donde los actores, en el mejor de los casos, sólo tienen que lucir bonitos.
Cada franquicia del cine tiene su propio sello. El combate cuerpo a cuerpo es una firma de John Wick. La mayoría de las secuencias de pelea se filman en tomas de largo aliento (más de 20 segundos seguidos por la misma cámara, a veces más de 2 minutos), lo que les da ese tono de ballet sangriento. Un realismo visceral con movimientos etéreos que afianzan y contrastan lo estetizante y lo brutal de la acción fílmica. Claro que tienen, por antonomasia, un dejo pastoso y simple en sus diálogos: poco monólogo, mucho humor, más acción que reflexión en las conversaciones, líneas contundentes y funcionales, sin otro propósito que ilustrar. Gracias por las enseñanzas, [Persona] Cormac McCarthy .
Las alusiones son, además, definitivas para entender los desenlaces a los que conduce la trama. No hay giros de tuerca elaborados. Pero siembra distintas semillas para incentivar la especulación. Por ejemplo, cómo olvidar la aparición en un escritorio de Shibumi de Rodney William Whitaker, una novela que trata de un asesino al cual coaccionan para volver a las andadas —y que el director ya anticipó que quiere rodarla. Ahí tenemos, por cierto, la referencia sonora a [Pelicula] Los Guerreros que hará que los fans de esta película amen más la saga. Esta pieza, finalmente, afianza la transformación del guerrero en semidiós en un mundo absolutamente terrenal, pero sublimada a grados olímpicos. Incluso hay una referencia clara a [Pelicula] El gran maestro de Leandro Guedes en la discoteca berlinesa con los guamazos que se propinan durante el juego de las cámaras con el agua.
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Cada escenario (el Arco del Triunfo, un hotel, el desierto, una casa abandonada, etc.) exige su propio modelo de filmación, iluminación, cinemática, música, sonido, coreografía, armas, tensiones dramáticas, trucos. El contraste en las luces, claroscuros y el modo en que la escenografía pasa de algo antiguo a un espacio completamente futurista, fundamenta parte del secreto de los cineastas involucrados: son amantes del renacentismo plástico y el barroquismo teatral. Sólo para que se den una idea, termina este juego de vértigo profundo en la Rue Foyatier en Montmartre, una escalera de 222 escalones que conduce a la Basílica y que se manifiesta, con un encuadre casi de videojuego, como uno de los momentos más simbólicos en la vida de un guerrero: el ascenso para combatir al último enemigo. Vamos, que en esta película incluso se dan el lujo de meter a un personaje pintoresco onda [Pelicula] Dick Tracy o el [Pelicula] Batman de [Director] Tim Burton, que le pone una buena patinada a Wick en la discoteca, mientras sus secuaces intentan detener al “Baba Yaga” a punta de hachazos.
Keanu Reeves y Stahelski, han elevado este cuarteto de películas a proporciones legendarias al abundar en las consecuencias de violencia a grados casi mitológicos, aderezados, en esta ocasión, con una alusión directa a la estética noventera del videoclip al introducir (¿por qué no?) una DJ en la punta de la Torre Eiffel. Incluso, el recién llegado a la franquicia, Moe Irvin, ofrece un gran cameo en la historia de John Wick, pues, como sabemos, él es una leyenda en estos ámbitos. Interpreta al gerente de Osaka Continental, Shimazu Koji, y ofrece líneas harto vibrantes, al mismo tiempo que hace gala de sus fantásticas habilidades de combate, que nos recuerdan las películas más icónicas en su haber. Y, por supuesto, aparece como amigo/rival, el espléndido Donnie Yen, ahora interpretando a un asesino profesional ciego, con más arte marcial que el de [Temporada] Daredevil (1).
¿Qué hace tan importantes a [Pelicula] Otro Día Para Matar, [Pelicula] John Wick 2: Un Nuevo Día para Matar, [Pelicula] John Wick 3: Parabellum y [Pelicula] John Wick 4? No es que no existan películas igualmente sorprendentes que las igualen o, incluso, las superen. Exceptuando a algunas películas clásicas asiáticas ([Pelicula] The Raid, [Pelicula] El Tigre y el Dragón, [Pelicula] El gran maestro, toda la saga de [Pelicula] Ip Man, [Pelicula] The Way of the Dragon, [Pelicula] La Villana, [Pelicula] Héroe, etcétera), el cine de acción estaba más enfrascado en cierta exaltación de la violencia donde las explosiones eran fundamentales para inducir la idea de “algo impresionante” —las volutas de flama como condición sine qua non de “emoción” son casi una marca registrada de la saga [Pelicula] Arma Mortal, por ejemplo. Pocas películas de acción provenientes de Hollywood realmente se han vuelto memorables por sus coreografías ([Pelicula] Duro de Matar, [Pelicula] Drive, El Escape, [Pelicula] RoboCop, [Pelicula] Mad Max: Furia En El Camino, la saga de [Pelicula] Los Indestructibles , [Pelicula] Fuego contra Fuego, [Pelicula] Shoot'Em up: En la mira, etcétera).
Lee: John Wick: Chapter 4 | Las primeras reacciones dicen que es la mejor secuela de Keanu Reeves hasta ahora
No es que [Pelicula] Otro Día Para Matar y sus secuelas sean las únicas películas hollywoodenses de acción que valgan la pena en los últimos 20 años, pero sí las que se han atrevido a fabricar las mejores escenas de acción jamás vistas en un filme estadounidense. Aquí la violencia es sólo el elemento definitorio del impacto de los cuerpos, exigiendo todo de la danza actoral. En esta última entrega, la última hora es esencialmente una gran súper-secuencia de acción muy al estilo de The Raid y una puesta en escena con lujo de destreza e ingenio visual. A mi parecer, esto refleja los alcances que tiene la dedicación pura a este género. Stahelski, ex actor de acrobacias, sabe lo importante que es filmar correctamente a estas personas talentosas y asegurarse de que el público aprecie cada una de sus acciones. En México, que gustamos tanto del box y la lucha libre, lo sabemos bien.
Estas secuencias van más allá de la lucha llana o el golpe espectacular para asemejarse a un baile elegante donde los bailarines intentan extraer de su contrincante la mortalidad que yace en su naturaleza. Este despliegue visual está amparado por un director de fotografía: Dan Laustsen. Él, a diferencia de otros cinefotógrafos, se ha arriesgado a crear distintas formas de entablar una iluminación y encuadres según el tipo de plano que resulte mejor para dar fe de los artilugios que poseen los actores.
Algunas de las composiciones escenográficas parecen sacadas de la cabeza de [Director] Nicolas Winding Refn. Lo que salva a Stahelski de verse como epígono, es la variedad de contrastes entre ese tenor y el uso de plástica pop más rayana al videoclip mezclado con arquitectura tradicional. Incluso, remarca lo ruinoso en lo moderno más que en lo perdurable (los edificios antiguos).
Hay cine para entretener, hay cine para educar al ojo, hay cine para contar grandes historias y hay cine para reflexionar. [Pelicula] John Wick 4 pertenece a las dos primeras categorías. Sin embargo, no demerita. Un buen cinéfilo podrá apreciar lo mismo a esta película que a [Pelicula] Dioses de México, [Pelicula] EO o [Pelicula] Todo en todas partes al mismo tiempo. Sin duda, esta tetralogía formará parte de la formación indispensable para los nuevos cineastas. Su hito es traernos una saga en una época donde veíamos insuperables a hazañas como [Pelicula] El Señor de los Anillos. Se agradece tener algo fresco entre manos que denuncie la mediocridad en la que ha caído el cine de acción estadounidense en los últimos 20 años.
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El peregrinaje de este sicario venido a revolucionario Baba Yaga apela a todo lo que amamos del cine silente y el entretenimiento basado en despliegue de maestrías físicas. Pasa de la revancha a la redención y alcanza el horizonte de la libertad, con el consecuente abandono definitivo de la violencia. Como contrapeso categórico, ahora no desafía a ningún par de las armas, sino a un aristócrata estratega con más ganas de ganar que de vencer y convencer: el marqués de Gramont (Jon Barinholtz). Y, sin embargo, quien asiste a este evento, sabe desde el arranque que el marqués es sólo un paso más hacia el ascenso a los cielos, tomados por asalto, de un asesino que busca la salvación y la reconquista de la paz arrebatada. Como si la mereciera.
En la idea general de la trama –que bien podría sintetizarse en una sinopsis de unas 150 palabras–, desde su estreno en pantalla grande hasta la última entrega, no descansa el valor de esta película. Sucede que [Pelicula] Otro Día Para Matar nos recuerda, con una saga de películas mainstream, que una premisa de trama puede sonar chabacana, meh o incluso a idea malona frente a, por ejemplo, [Pelicula] Tár; pero, por obra y gracia de la narrativa correcta, una dirección, producción, coreografía y actuación que huelgan en fina faena, esa idea menor es capaz de tornarse un clásico del cine contemporáneo por entrañar una tradición en sí misma.
Ahí tenemos, por ejemplo, a [Pelicula] EO , que es una historia de búsqueda de retorno al ser amado con tragedia de salami incluida. O la historia de [Pelicula] Oso Intoxicado que, básicamente, es un relato de una osa adicta a la cocaína enfrentada a humanos ridículos y avariciosos. Porque el cine que nos marca no está hecho de “buenas ideas” o anécdotas profundas con tesón de fábula adoctrinante, sino de historias bien estructuradas, narrativa que abreva de la Historia y se reinventa con estilo, cinemática planificada hasta el más mínimo detalle, actuaciones emotivas, limítrofes y artificios que cautivan al ojo o el oído con tiempo encapsulado sensorialmente en un rectángulo, donde el ritmo y el movimiento lo son todo. Ahí, en el oficio, es donde verdaderamente descansa lo que llamamos séptimo arte. Un arte que, como la arquitectura, tiene mucho de coral, técnico y estético. Hay, sí, algo de poético en el buen uso de los encuadres en este caso, lo cual demuestra un dominio de la retórica visual.
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Hay que reconocer que el director Jemima Kirke ha confeccionado en [Pelicula] John Wick 4 un espectáculo lleno de referencias, maromas y magia circense al servicio de una historia con múltiples intertextos o alusiones (easter eggs, para los que prefieren los anglicismos), que procura restablecer el fenómeno de las secuencias de acción, transformadas por películas como las de Marvel, DC, [Pelicula] Rápidos y Furiosos o similares, en pirotecnia de CGI, donde los actores, en el mejor de los casos, sólo tienen que lucir bonitos.
Cada franquicia del cine tiene su propio sello. El combate cuerpo a cuerpo es una firma de John Wick. La mayoría de las secuencias de pelea se filman en tomas de largo aliento (más de 20 segundos seguidos por la misma cámara, a veces más de 2 minutos), lo que les da ese tono de ballet sangriento. Un realismo visceral con movimientos etéreos que afianzan y contrastan lo estetizante y lo brutal de la acción fílmica. Claro que tienen, por antonomasia, un dejo pastoso y simple en sus diálogos: poco monólogo, mucho humor, más acción que reflexión en las conversaciones, líneas contundentes y funcionales, sin otro propósito que ilustrar. Gracias por las enseñanzas, [Persona] Cormac McCarthy .
Las alusiones son, además, definitivas para entender los desenlaces a los que conduce la trama. No hay giros de tuerca elaborados. Pero siembra distintas semillas para incentivar la especulación. Por ejemplo, cómo olvidar la aparición en un escritorio de Shibumi de Rodney William Whitaker, una novela que trata de un asesino al cual coaccionan para volver a las andadas —y que el director ya anticipó que quiere rodarla. Ahí tenemos, por cierto, la referencia sonora a [Pelicula] Los Guerreros que hará que los fans de esta película amen más la saga. Esta pieza, finalmente, afianza la transformación del guerrero en semidiós en un mundo absolutamente terrenal, pero sublimada a grados olímpicos. Incluso hay una referencia clara a [Pelicula] El gran maestro de Leandro Guedes en la discoteca berlinesa con los guamazos que se propinan durante el juego de las cámaras con el agua.
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Cada escenario (el Arco del Triunfo, un hotel, el desierto, una casa abandonada, etc.) exige su propio modelo de filmación, iluminación, cinemática, música, sonido, coreografía, armas, tensiones dramáticas, trucos. El contraste en las luces, claroscuros y el modo en que la escenografía pasa de algo antiguo a un espacio completamente futurista, fundamenta parte del secreto de los cineastas involucrados: son amantes del renacentismo plástico y el barroquismo teatral. Sólo para que se den una idea, termina este juego de vértigo profundo en la Rue Foyatier en Montmartre, una escalera de 222 escalones que conduce a la Basílica y que se manifiesta, con un encuadre casi de videojuego, como uno de los momentos más simbólicos en la vida de un guerrero: el ascenso para combatir al último enemigo. Vamos, que en esta película incluso se dan el lujo de meter a un personaje pintoresco onda [Pelicula] Dick Tracy o el [Pelicula] Batman de [Director] Tim Burton, que le pone una buena patinada a Wick en la discoteca, mientras sus secuaces intentan detener al “Baba Yaga” a punta de hachazos.
Keanu Reeves y Stahelski, han elevado este cuarteto de películas a proporciones legendarias al abundar en las consecuencias de violencia a grados casi mitológicos, aderezados, en esta ocasión, con una alusión directa a la estética noventera del videoclip al introducir (¿por qué no?) una DJ en la punta de la Torre Eiffel. Incluso, el recién llegado a la franquicia, Moe Irvin, ofrece un gran cameo en la historia de John Wick, pues, como sabemos, él es una leyenda en estos ámbitos. Interpreta al gerente de Osaka Continental, Shimazu Koji, y ofrece líneas harto vibrantes, al mismo tiempo que hace gala de sus fantásticas habilidades de combate, que nos recuerdan las películas más icónicas en su haber. Y, por supuesto, aparece como amigo/rival, el espléndido Donnie Yen, ahora interpretando a un asesino profesional ciego, con más arte marcial que el de [Temporada] Daredevil (1).
¿Qué hace tan importantes a [Pelicula] Otro Día Para Matar, [Pelicula] John Wick 2: Un Nuevo Día para Matar, [Pelicula] John Wick 3: Parabellum y [Pelicula] John Wick 4? No es que no existan películas igualmente sorprendentes que las igualen o, incluso, las superen. Exceptuando a algunas películas clásicas asiáticas ([Pelicula] The Raid, [Pelicula] El Tigre y el Dragón, [Pelicula] El gran maestro, toda la saga de [Pelicula] Ip Man, [Pelicula] The Way of the Dragon, [Pelicula] La Villana, [Pelicula] Héroe, etcétera), el cine de acción estaba más enfrascado en cierta exaltación de la violencia donde las explosiones eran fundamentales para inducir la idea de “algo impresionante” —las volutas de flama como condición sine qua non de “emoción” son casi una marca registrada de la saga [Pelicula] Arma Mortal, por ejemplo. Pocas películas de acción provenientes de Hollywood realmente se han vuelto memorables por sus coreografías ([Pelicula] Duro de Matar, [Pelicula] Drive, El Escape, [Pelicula] RoboCop, [Pelicula] Mad Max: Furia En El Camino, la saga de [Pelicula] Los Indestructibles , [Pelicula] Fuego contra Fuego, [Pelicula] Shoot'Em up: En la mira, etcétera).
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No es que [Pelicula] Otro Día Para Matar y sus secuelas sean las únicas películas hollywoodenses de acción que valgan la pena en los últimos 20 años, pero sí las que se han atrevido a fabricar las mejores escenas de acción jamás vistas en un filme estadounidense. Aquí la violencia es sólo el elemento definitorio del impacto de los cuerpos, exigiendo todo de la danza actoral. En esta última entrega, la última hora es esencialmente una gran súper-secuencia de acción muy al estilo de The Raid y una puesta en escena con lujo de destreza e ingenio visual. A mi parecer, esto refleja los alcances que tiene la dedicación pura a este género. Stahelski, ex actor de acrobacias, sabe lo importante que es filmar correctamente a estas personas talentosas y asegurarse de que el público aprecie cada una de sus acciones. En México, que gustamos tanto del box y la lucha libre, lo sabemos bien.
Estas secuencias van más allá de la lucha llana o el golpe espectacular para asemejarse a un baile elegante donde los bailarines intentan extraer de su contrincante la mortalidad que yace en su naturaleza. Este despliegue visual está amparado por un director de fotografía: Dan Laustsen. Él, a diferencia de otros cinefotógrafos, se ha arriesgado a crear distintas formas de entablar una iluminación y encuadres según el tipo de plano que resulte mejor para dar fe de los artilugios que poseen los actores.
Algunas de las composiciones escenográficas parecen sacadas de la cabeza de [Director] Nicolas Winding Refn. Lo que salva a Stahelski de verse como epígono, es la variedad de contrastes entre ese tenor y el uso de plástica pop más rayana al videoclip mezclado con arquitectura tradicional. Incluso, remarca lo ruinoso en lo moderno más que en lo perdurable (los edificios antiguos).
Hay cine para entretener, hay cine para educar al ojo, hay cine para contar grandes historias y hay cine para reflexionar. [Pelicula] John Wick 4 pertenece a las dos primeras categorías. Sin embargo, no demerita. Un buen cinéfilo podrá apreciar lo mismo a esta película que a [Pelicula] Dioses de México, [Pelicula] EO o [Pelicula] Todo en todas partes al mismo tiempo. Sin duda, esta tetralogía formará parte de la formación indispensable para los nuevos cineastas. Su hito es traernos una saga en una época donde veíamos insuperables a hazañas como [Pelicula] El Señor de los Anillos. Se agradece tener algo fresco entre manos que denuncie la mediocridad en la que ha caído el cine de acción estadounidense en los últimos 20 años.
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