¿Qué pasaría si la sátira mordaz sobre los ricos ofrecida por [Temporada] The White Lotus (1) hubiera sido escrita con sangre bajo los influjos de alucinógenos? La bestia nacida de ese experimento fatal sería nada menos que [Pelicula] Muerte Infinita, el esperado tercer largometraje de John Ortiz que, desde su debut en 2013 con [Pelicula] Antivirus, se posicionaba como una de las grandes promesas en el género de horror, al cual nunca ha sido del todo ajeno dada la excelente reputación de su padre, el director [Director] David Cronenberg. Con su seguimiento de 2020, [Pelicula] Possessor: Controlador de Mentes, Brandon confirmó que su éxito no era a causa del nepotismo sino de su talento para narrar historias provocadoras que desafían la mente y el estomago del espectador, embolsándose a la crítica internacional y creando una sólida base de seguidores en el camino. Es ahora, en 2023, en un momento donde el cine y la televisión se han visto bombardeados con sátiras sobre ese pequeño y privilegiado sector de la sociedad conocido como los ricos, que Cronenberg regresa con más fuerza que nunca para hacer un comentario sobre el estilo de vida hedonista y excéntrico de estos con una lente de horror corporal no apta para los débiles de corazón. Al estar ambientada en un resort vacacional equipado con los mejores lujos, es válido preguntarnos, ¿qué cosa tiene el paraíso que logra sacar lo peor de la humanidad?

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Escrita también por Cronenberg, la película se centra en James y Em Foster, un matrimonio que disfruta de unas vacaciones en la playa con todo incluido en la isla ficticia de La Tolqa, cuando un accidente fatal expone la subcultura perversa del turismo hedonista, la violencia imprudente y los horrores surrealistas del resort. En el elenco podemos encontrar a Alexander Skarsgård, Iola Evans, Cleopatra Coleman, Jalil Lespert, John Ralston, Caroline Boulton, Amanda Brugel, entre otros.

Los primeros 15 minutos de Muerte Infinita son los únicos instantes de tranquilidad que se le brindan al espectador, conociendo a través de tomas abiertas las maravillas que tiene para ofrecer el resort vacacional en el que se hospeda la pareja protagonista. Después de darle el tiempo suficiente para prepararse, la cinta pone el pie a fondo sobre el acelerador y comienza a orquestar una de las experiencias cinematográficas más viscerales e incómodas de los últimos tiempos. Tanto la sinopsis como el tráiler hacen bien en solamente revelar el desencadenante de toda la historia: tras un accidente de tránsito en el que muere un granjero, James es llevado ante la justicia, donde deberá tomar una inquietante decisión, ser ejecutado por su crimen o pagar una buena suma de dinero para la creación de un doble suyo, mismo que tomará su lugar en la ejecución. Todo esto ocurre en apenas media hora de metraje y todo lo que viene después es una espiral descendente a la locura que se desarrolla de forma inesperada y retorcida, planteando en el intermedio dilemas morales y éticos interesantes que permanecerán en la mente de la audiencia mucho tiempo después de que los créditos comiencen a rodar.



En la dirección, Cronenberg retoma nuevamente el horror corporal que caracterizó sus dos largometrajes anteriores y lo lleva al siguiente nivel, ofreciendo secuencias altamente repulsivas que provocarán náuseas hasta en los más fuertes de corazón. Por supuesto no es violencia gráfica gratuita, mientras nosotros queremos apartar los ojos de la pantalla, los personajes se regocijan ante la crueldad y el dolor de terceros, formando un poderoso retrato del proceso de deshumanización. Lamentablemente esto no es ajeno a nuestra realidad, si bien no se debe generalizar, a lo largo de la historia hemos visto casos de personas con mucho poder que al no sentirse satisfechos por los placeres mundanos, recurren a otro tipo de prácticas para saciar su sed, como cacerías humanas, rituales basados en sacrificios, canibalismo, entre muchas otras cosas. Como queda demostrado en la película, lo más aterrador de todo esto es que muchos simplemente lo hacen porque pueden, porque el dinero y las conexiones bridan una especie de blindaje que los hace inmunes ante cualquier tipo de autoridad, y cuando las líneas de los límites están completamente difuminadas, es inevitable para ellos mostrar su verdadera naturaleza.

Al jugar como una sátira, el filme también se apoya fuertemente en el humor negro y arrebata carcajadas inesperadas con sus diálogos filosos, que te dejan incrédulo al no poder concebir como una persona puede llegar a decir algo tan estúpido y creer que está en toda la razón, comentarios que nuevamente vienen desde una burbuja de privilegio. Algunas de las situaciones que se presentan también tienen un efecto hilarante y absurdo que al final termina funcionando, después de todo la película no se toma demasiado en serio a sí misma y eso le permite ir a los rincones más inesperados, manteniéndonos comprometidos con su locura de principio a fin. Quizás en el último tramo los giros comienzan a sentirse un poco obvios y la trama repetitiva, pero eso no demerita que el resultado final aterrice como un balde de agua fría, sin final feliz, pura desolación y vacío existencial.

Si con Possessor el autor denotaba creatividad y originalidad a la hora de diseñar secuencias oníricas, aquí perfecciona sus técnicas visuales para conseguir un par de escenas surrealistas que vibran en la pantalla con su ejecución llena de colores saturados, simbología abstracta y erotismo. Con una mayor confianza tras la cámara y un notorio amor por el género, Cronenberg no tiene miedo de ponerse experimental para dar vida a sus fantasías más oscuras, ofreciendo un festín visual tan sexy como desconcertante que juega con primeros planos, tomas rotatorias, superposición de imágenes y otros elementos para provocar constantemente a su audiencia, es por eso que de antemano vale la pena saber que esto no será del gusto de todos, y eso no es necesariamente malo, al final este es un proyecto que va dirigido a un nicho muy específico que obtendrá con creces aquello por lo que pagó.

Por supuesto, nada de esto funcionaría de la manera que lo hace sin los excelentes Alexander Skarsgård y Mia Goth, que asumen todo el peso emocional de la cinta sobre sus hombros y la llevan sin contratiempos a la línea de meta. En el caso de Skarsgård, el actor ofrece una interpretación contenida pero poderosa, gran parte de la película se la pasa en completo silencio pero se las arregla para transmitir un manojo de emociones con su todo cuerpo, por un lado mostrando un fuerte dominio de las expresiones faciales, y por otro poniendo sus extremidades a la disposición del director para que este haga toda clase de cosas con ellas. Sin revelar demasiados detalles, el viaje de su personaje hacia el fondo del abismo es bastante complejo, y aunque realiza acciones que podrían hacerlo quedar como un ser despreciable, el trabajo en capas de Skarsgård hace que de alguna manera despertemos cierta empatía hacia él, creando un vínculo perverso con nosotros y dejándonos con ganas de más al final. Goth, por su parte, lleva un tiempo figurando como uno de los nuevos íconos del terror gracias a su participación en filmes como [Pelicula] Pearl y [Pelicula] Suspiria: El Maligno, y aquí nuevamente demuestra por qué se ha ganado el título a pulso entregando otra actuación frenética como la antagonista principal. Desde el momento en que aparece a cuadro, su presencia genera una atmósfera inquietante, siendo aquella nube color negro que opaca un bello día soleado, y a través de algo tan simple como una mirada sabemos que sus intenciones ocultan algo macabro. Conforme avanza el metraje y conocemos un poco más de su personaje, el performance de la actriz adquiere nuevas dimensiones, y es justo decir que su magnetismo termina robándose la película una vez más.



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Las actuaciones no son el único elemento lleno de matices, y el guión escrito por Cronenberg destaca por su brillante construcción y manejo inteligente tanto de los géneros en los que se mueve como de los tropos que retoma de ellos. Me parece que conceptualmente la pieza sabe que tiene que tomar riesgos y es esa valentía la que le permite destacarse entre tantos títulos de horror elevado que han estado produciéndose en los últimos años. A pesar de que en algunos tramos parece deambular, la película se mantiene enfocada en su propósito y al final cada uno de nosotros puede extraer un subtexto diferente de ella, es una obra tan rica temáticamente que puede mezclar conceptos de ciencia ficción con crítica social y horror visceral sin que ninguna pieza se sienta fuera de lugar. Aunque comparte pequeñas similitudes con el trabajo de otros directores (el cine de [Director] Michael Haneke podría ser el mejor ejemplo), lo cierto es es que no creo que se haya visto algo como esto antes, y la forma en que todo se ejecuta exprime todo el potencial de su premisa.

Vale la pena resaltar el notable trabajo de edición en este trabajo, a pesar de que el metraje roza las dos horas de duración en ningún momento se siente pesada o alargada. Cada escena cumple su propósito, dándonos información a cuentagotas, y no creo que haya ningún momento de relleno o que se haya sentido innecesario, es una pieza redonda y de fácil visionado. Sobre la banda sonora, como en toda buena película de horror, es un excelente complemento que eleva las secuencias de inquietantes a completamente perturbadoras y cada nota del sintetizador atraviesa nuestras fibras para provocar una sensación de malestar que se disfruta.

Provocadora, repulsiva, sensual, alucinante y profundamente inquietante, [Pelicula] Muerte Infinita es una pieza sin precedentes que no escasea de estilo ni sustancia, ofreciendo una amalgama de géneros y elementos de la que no puedes apartar la mirada, incluso si esta te quiere forzar a hacerlo. De tal palo tal astilla, y aunque aún se sigue percibiendo la influencia de David Cronenberg en su hijo, estamos ante el trabajo de un autor que cada vez está más cerca de encontrar su propia voz, con una dirección absorbente que extrae lo mejor de su elenco y nos empuja nuevamente al límite.

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