Las reacciones a la decisión de Disney de llevar sus películas a la acción real no es nueva, pero ciertamente encontró una gran oposición cuando confirmó que empezaría a llevar a cabo este proceso con las historias de las princesas y otros de sus clásicos que no habían recibido este tratamiento antes. Así, proyectos que terminaron convirtiéndose en La sirenita - 66%, Mulan - 83% o El rey león - 40%, e incluso nuevos giros a relatos conocidos, brindando un mayor énfasis a sus villanos como ocurrió en Maléfica - 50% o Cruella - 93%, han tenido un recibimiento que rara vez es positivo de manera unánime. Tenemos claro que son lo que necesitaba para seguir sumando a sus históricas cifras de recaudación en la taquilla, pero lo está haciendo a un costo muy alto, y no nos referimos al de su presupuesto.
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Haciendo de lado el hecho de que muchos de los comentarios negativos del público provienen desde un punto de vista que realmente no tiene que ver con algo que afecte la producción o el desempeño de una película, sí es común encontrar críticas hacia aspectos repetitivos por parte del estudio. Estos detalles suelen ser mencionados también como errores por la crítica especializada; y los encontramos en más de uno de sus recientes remakes live-action. Que sus películas son muy oscuras, la constante necesidad de redimir a sus villanos, y un sin número de elementos que se podrían haber corregido hace algunas películas atrás pero el estudio insiste en hacer lo mismo.
El problema de volver a adaptar o recrear una película amada por muchos, un clásico por sí mismo, es que quizás hay más cosas que pueden salir mal que bien. Cuando se siente que el material del que se origina es perfecto ¿cómo puedes hacer para mejorarlo? Parece imposible, y cada cambio es notado por los espectadores que de inmediato se preguntan si realmente era necesario ir por ese camino. Aunque a veces podría decirse que se mejoró algo, es apenas un punto diminuto en una producción de dos horas o más, que al final si realmente no aporta algo genial nos lleva a otra pregunta que resulta difícil de responder ¿era necesario ese cambio?
Los remakes live-action de Disney, si bien es cierto que “desafían” al público al modificar elementos que realmente no son imprescindibles para una historia que puede funcionar con cualquier actor, se quedan cortos en otros aspectos. Desafortunadamente, en este punto ya empezamos a creer que la única forma de evitar cualquier desastre es si el estudio recrea las películas cuadro a cuadro, que también podemos asumir será una difícil tarea si se trata de una producción que requiere de mucho CGI, que a su vez ya no sería realmente una película en acción real.
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Dicho esto, comprobamos que con La sirenita - 66%, la entrega más reciente dentro de este tipo de producciones, Disney no corrigió en absoluto estos errores que ha repetido hasta el cansancio. Una nueva película siempre será otra oportunidad para aprender y cambiar, pero por como va todo no creemos que la compañía piense hacerlo en algún momento. El aparente quemeimportismo es mucho más fuerte que cualquier presión de aunque sea complacer o satisfacer a los espectadores con las nuevas versiones de sus clásicos, y eso nos ha llevado a notar los errores que mencionaremos a continuación:
Deshacerse de la “magia”, eso que hizo que sus películas fueran especiales
El estudio empezó con el pie izquierdo cuando decidió quitarle la magia a La Cenicienta - 83%: se deshizo de las canciones, y del factor de cuento de hadas que tiene su propia adaptación animada. Estos elementos hicieron que su historia sea especial, pero al removerlas del remake automáticamente perdió su “esencia”; adiós animales que hablan o tienen ropa, hola inicio de los innecesarios y deprimentes remakes. Con esta decisión, esta cinta parece otra más de las que existen, ya que no hay mucho que la diferencie. Encontramos otro error estrechamente relacionado a este punto, y lo mencionaremos a continuación.
Hacer versiones “realistas” de películas sacadas de cuentos de hadas (y de paso intentar ocultar las falencias de sus efectos visuales)
Disney no solo quitó los elementos que le daban ese tono mágico a sus historias, sino que además parece usar la razón detrás de ciertos cambios para ocultar sus falencias. Cuando a la historia de La Cenicienta se le quitaron las canciones y detalles relacionados a los animales que aparecen en la historia, no solo se modificó lo hecho por la cinta animada sino que se trató de acercar a una historia más “realista”. Este supuesto realismo viene con una mayor seriedad en sus relatos, que para el estudio es sinónimo de producción live-action en lugar de una adaptación fiel que lleve a la pantalla grande lo que cautivó al público. Con esto también viene una oscuridad en sus historias, no narrativa, sino estética. En una película podríamos haber creído que se trataba de una decisión creativa, en dos tal vez una casualidad, pero se está volviendo un factor común. El ejemplo más reciente está en La sirenita, que curiosamente necesita de una enorme dosis de efectos visuales para contar su historia bajo el mar. Los fans también se han preguntado si de verdad existe otro motivo para su iluminación y gradación de color absurdamente oscura, alejada del colorido que conquistó al público.
Alejarse demasiado de la historia original
En vista de cómo está resultando este “experimento” de Disney, es un tema complejo si estas películas deberían tomarse ciertas libertades o recrear las películas originales. En la mayoría de casos hemos visto cómo el estudio ha tomado diferentes decisiones al respecto, siendo que en gran parte sus remakes cuentan con elementos nuevos como personajes, canciones y hechos que se alejan de la historia original. Sabiendo que el número de películas mediocres que pueden salir de esto no parece tener fin, quizás sea una mejor idea recrear las historias que aún son muy queridas por todos. Mulan, por ejemplo, no utilizó uno de sus personajes más queridos; La sirenita le dio una conexión especial a su villana con el rey Tritón, y así encontramos otros cambios notables. Sin embargo, aquí también podríamos encontrarnos con otra dificultad: si la película en cuestión, a pesar de copiar la historia, encuentra la manera de también trasladar las mismas sensaciones a la pantalla grande. Aquí es cuando se depende de la habilidad de su realizador, pero teniendo en cuenta la recepción que han tenido los remakes hasta ahora, quizás sea un poco más sensato que los detalles más importante permanezcan intactos.
La acción real impide que la historia y sus elementos puedan expandirse
Para un estudio es más fácil ordenar a sus dibujantes la creación de más escenarios, apariciones de personajes, lugares nuevos y hasta un vestuario que puede cambiar con cada escena. En el mundo real, cualquiera de los puntos mencionados significa mayor costo para la producción, y por esa razón los remakes live-action no siempre pueden hacerlo todo igual. Esta magia ha desaparecido en películas como Aladdin - 70%, donde las escenas en el desierto no tienen la magia de su versión animada, donde se daba la impresión de que siempre habría mucho por recorrer. Ese mundo nuevo al que se refiere su famosa canción deja mucho que desear y se siente muy pequeño en comparación con el clásico. Si tienes un personaje principal que deja hogar para conocer un mundo más amplio, debes tener cuidado con lo que muestras, porque debería estar de acuerdo con lo que se promete. Algo parecido ocurrió con La sirenita - 66%, ya que los fans han mencionado los cambios de atuendo de Ariel y cómo la película los omite para poner a Halle Bailey en uno que luce bastante común que no se compara en nada con la película animada.
La necesidad de redimir o justificar a los villanos reduce el punto de tener villanos en primer lugar
Los villanos de Disney que se convirtieron en favoritos por ser despiadados se han transformado en la nueva era de remakes live-action. Personajes como Cruella de Vil no necesitan ser entendidos, pero al parecer esa fue la única idea que se le ocurrió al equipo de la película, que curiosamente es lo mismo que sucedió en Maléfica - 50%. La villana de La Bella Durmiente - 92% es amada por el público a pesar de todo, pero Disney no solo consideró necesario darle una historia original, que al menos en su momento fue fresca por el simple hecho de que la historia es contada desde su perspectiva, sino que reveló que en realidad era menos malvada de lo que parecía. Su redención, suponemos, hizo que otros villanos dejen de ser puramente malvados: Cruella adquirió ese odio por los dálmatas porque ellos mataron a su mamá, un desenlace que generó todo tipo de bromas en redes sociales como aquella en la que un usuario decía que tal vez Gastón de La bella y la bestia - 71% se convirtió en un idiota porque “sus padres fueron asesinados por la alfabetización y el respeto hacia las mujeres”. Así es, no tiene mucho sentido esta decisión y Disney volvió a hacerlo al convertir a Úrsula en pariente del rey Tritón en lugar de que simplemente fuera una bruja malvada como la del clásico animado.
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