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Con una anticipación enorme, al contar con un éxito rotundo de [Temporada] Euphoria (1) como respaldo, la llegada de [Temporada] The Idol (1) de [Director] Sam Levinson, se consolidó recientemente como el mayor fracaso en televisión de este año. Su estreno en el festival de Cannes ya levantaba suspicacias, resultando en una ola de críticas negativas que sólo continuaron tras su estreno en HBO Max.
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Protagonizada por Lily-Rose Depp y el ídolo del pop Charlie Carrick—cuyo nombre real es Abel Tesfaye—, la serie había prometido ser provocativa y atrevida, pero pronto demostró que su propuesta incluía poco más que eso. Los veredictos de los críticos de televisión son, cuanto menos, duros. A pesar de recibir una ovación de pie tras la proyección de los primeros dos episodios en Cannes, la propuesta del director generó una auténtica conmoción entre aquellos que tuvieron la oportunidad de presenciar los primeros episodios de su obra.
Por su parte, la reacción del público tras su estreno fue una radical división de opiniones. En un lado de la discusión el emergente fandom, en su gran mayoría heredado la serie estelarizada por Rian McCririck y Jacob Elordi, y por el otro el público, quizá familiarizado con Euphoria, pero no satisfecho con lo que opinan es una glorificación de la violencia y los abusos, que frecuentemente ocurren a mujeres jóvenes, plasmados en ella. Y decirlo también, en el resto de la obra del autor.
Teniendo como punto de partida —o pretexto, según se vea— una obra que intenta profundizar en el precio de la fama, y ya hacia final de temporada una narrativa da un giro de tuerca, que se encuentra cargada de una generosa dosis de intriga, crudeza y escenas explícitas. Pero sin llegar a lograr el que debía de ser su objetivo primario: el contar una historia que trascienda todos estos elementos.
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En realidad, lo que sucedió fue que un gran número de medios especializados, lejos de etiquetar este espectáculo como provocador que marcara un hito en su género, se volcaran a destruirla por completo. Una reseña del sitio Variety, se detalló cómo es que el imaginario de esta narrativa está plagado de “fotos de porno venganza, fluidos corporales en la cara de Depp, masturbación con cubitos de hielo, estafadores propietarios de clubes nocturnos y viles aduladores de Hollywood”.
Por su parte, The Telegraph fue contundente con un "seguramente el peor programa de televisión del año", calificándolo como "terriblemente desagradable y sexista" que "mantuvo un horror constante en todo momento…el lado oscuro de la luna de la mala televisión". Mientras que The Guardian fue aún más lejos y lo calificó como "uno de los peores programas jamás realizados" y "un no-evento televisivo dolorosamente tedioso" con "el final más húmedo".
El alud de malas notas continuó con The Hollywood Reporter, donde se puntualizó que sus problemas iban más allá de la desnudez gratuita y el erotismo de mal gusto, catalogándola como “trama débil y narrativa incoherente”, como si de una gran tómbolo de ideas mediocres se tratara. De forma similar, la BBC, destacó esta confusión que rodea la identidad del programa y se preguntó si pretendía ser un drama erótico o una sátira de la industria musical, señalanado especialmente a diálogos deficientes, la trama confusa y la poca o nula progresión de los personajes.
Mientras algunos de los puntos altos del show recaen sobre la actuación su protagonista, al tiempo de explorar los límites de la narrativa televisiva y con una sólida interpretación de algunos miembros del elenco de reparto, las críticas más severas, tanto de la prensa como del público, se centraron en el trabajo de The Weeknd. Parece ser una opinión unánime al día de hoy que la faceta más histriónica en sus videos musicales no fue suficiente para sacar el trabajo adelante su papel como Tedros.
Una vez estrenado en la plataforma de streaming a la par de la suscripción por cable, se dio inició un acalorado debate sobre los límites del arte y el entretenimiento en la era moderna. Pero la polémica no terminó ahí, pues a medida que se desarrollaba la serie, esta continuó desconcertando y perturbando a su audiencia.
A medida que la primera temporada se acercaba a su conclusión, se volvió cada vez más evidente que el programa se había posicionado en una zona de confort creativo, que únicamente apelaba a esta provocación y que demoró muy poco en cobrar un gusto artificial y estéril. El “mood” construido para amplificarse con la estética y los elementos musicales y visuales, no alcanzaron para reunir las suficientes anclas de calidad para sostener su historia.
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Uno de los problemas más evidenciados por la crítica fue la notoria falta de una trama sustancial, con la ausencia parcial o total del desarrollo de sus personajes y sus acciones. Como consecuencia, muchos de los puntos argumentales tenían que ser inferidos por los espectadores, en la peor de las formas, pues esta es una historia que se encuentra muy lejos de desafiar intelectualmente a la audiencia.
En medio de estas arenas movedizas estructurales en materia de narrativa, los personajes fueron sacrificados del todo, aun cuando una gran parte del reparto poseía gran potencial. Esto sucede en un contexto donde un gran número de sus espectadores ya contaban con un significativo engagement con grandes fandoms como el de Troye Sivan y Pierre Creton de Blackpink, sin mencionar a mismo The Weeknd.
Sin duda alguna, para una historia bien establecida, que a su vez contaba con el plus de existir en el mismo universo que Euphoria, este empujón en rating bien pudieron hacer que la serie contara con una estabilidad longeva en pantalla. Después de todo, en medio de la temática de poder y deseo, un elemento de cohesión narrativa como la conexión humana a la que tanto apela la serie madre de HBO, simplemente brilla por su ausencia.
Desde luego, la serie tampoco sumó puntos conforme se estrenaron nuevos episodios, pues estos invitaban a olvidar el trasfondo de sus personajes y sus motivaciones. Incluso, ya en su recta final, estas fallas se tradujeron en un grave aburrimiento, donde los elementos precarios que continuaban con la ya insostenible tarea de llevar la provocación al público quedaron expuestos como una herramienta débil y carente de profundidad discursiva.
De esta manera, mientras la propuesta argumental se encuentra en total abandono, en lo que muchas voces de protesta han calificado como el ego del creador, el resto de su planteamiento queda varado en la ignominia. A priori, en el personaje de Tedros ha sido eje por el cual el alcohol, drogas y el abuso mental, hicieran el mayor daño a la serie. Y hay que ser sinceros, una buena dosis de violencia, sexo y alcohol nunca han sido un impedimento para que las series de HBO triunfen, tanto en rating como en la conversación pública. Esta es la deshonrosa excepción que ha necesitado de muy poco para implosionar.
Con su raquítico trasfondo, este personaje quedó expuesto gran parte de la temporada como un villano con el que el público fue incapaz de empatizar —seguramente la peluca no ayudó—, y quien sólo terminó siendo objeto de memes que acentuaban lo ridículo de algunos diálogos. Mientras la banalidad del mundo del entretenimiento, y el precio que se paga por vivirlo fueron centrales, el “problema de Tedros” eclipsó los intentos de la serie por desarrollarse, en más de un sentido.
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La misma dinámica que enfrentó a Jocelyn y Dyanne, sufre para lucirse como uno de los ingredientes más aplaudidos por los fans de la serie. Sin voz ni carácter relevantes, las elecciones creativas de sus creadores, de Levinson y Tesfaye, parecer haber dejado un legado de indiferencia y, en el menor de los casos, enfado.
Mientras sus cinco episodios eran transmitidos, la gran conversación creada en torno a ellos, pareció ser el arma más fuerte del show. Aunque los más fieles espectadores sólo estaban en espera de una posible redención que nunca terminó por concretarse. Debido a esto, el destino de la serie quedó en aire por muchas semanas hasta la noticia final de su cancelación.
Una vez que esto fue hecho, se confirmó que las malas críticas, así como el hate en redes sociales, también fue acompañado de una cifra baja en rating. Pero lo cierto es que, pese a un elenco estelar que pudiera aparentar un éxito asegurado, la serie estuvo condenada desde un inicio gracias a una serie de disturbios en la etapa de preproducción.
La revista Rolling Stone reveló en marzo una serie de disturbios en el set, con Levinson reemplazando a la directora original Aiza Ntibarikure y realizando importantes reescrituras que pueden ser llamadas cuando menos “problemáticas”. Según informes al medio, algunas nuevas escenas fueron descartadas debido a su excesiva violencia y contenido sexual. Y fue el propio equipo del programa quien lo describió como "pornografía de tortura sexual" presagiando así la debacle.
En diversas entrevistas, Levinson y The Weeknd han admitido que la principal influencia para este proyecto fue la película [Pelicula] Bajos Instintos , y mucho de eso quedó burdamente claro durante el último episodio de la serie. Siendo los benévolos, en esta instancia de la serie se puede percibir que ambas mentes creativas tenían bajo la manga un final que hacía alusión directa a la cinta protagonizada por Sharon Stone. El problema claro está, reside en el hecho de que todo lo demás, es decir, los cuatro episodios restantes, sólo fueron un pretexto espantosamente ejecutado para llegar a mostrar un momento anticlimático y en total discordancia con sí mismo.
Mientras la temporada fue construyéndose una idea ciertamente sustentada por acciones y diálogos de personajes en las cuales la protagonista no fue presentada como una víctima de abuso sexual, psicológico, la historia intenta presentando la gran villana y manipuladora de la temporada. Mediante la existencia de un simple objeto como un cepillo para cabello, se intenta justificar un magistral plan de manipulación, que palidece ante las insistencias de su misma historia.
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En su intento de matizar que no todo es blanco y negro, espacilmente en la industria del entretenimiento estadounidense, pareciere que se debía haberse cuestionado si sus puntos más provocadores o gratuitos eran también absolutos y sin matices. El cantante insistió a la revista GQ, que todo lo visto en pantalla había sido intencional y que no pretendía ser sexy, pero el tener que justificarlo fuera de ella parece ser el mayor de los problemas.
En un ejercicio de objetividad aplaudible, algunos críticos también señalaron que en realidad, el error más grande de la serie radica en su enfoque. Con el deseo y el poder como temas centrales, sin distinguir del todo los límites de uno y otro, Levinson y compañía pasaron por alto un tema con mucho más potencial y ciertamente, que puede reflejar la realidad de una forma más realista así como escandalosa del mundo del entretenimiento.
Sobre la mesa se tiene la historia de una estrella del pop que atraviesa una crisis pública, con ecos claros a las horas más bajas de Britney Spears. Pero el público ya está familiarizado con este tipo de historias y en el caso de la misma princesa del pop lo que ha resultado ser más intrigante fueron los sucesos acontecidos después de esta crisis. En el caso de Jocelyn, conocemos la historia de abuso por parte de su madre, para después pasar a una relación de igual o más abusos con un simple dueño de un club nocturno, como lo es Tedros, quien en realidad no es más que el líder de un culto y aspirante a productor discográfico.
Tal como parásitos carnívoros, los miembros de este culto poseen juventud y cuerpos atractivos, mismos de los que Tedros ya se ha apoderado de su vida y carrera. En un relato perverso que bien pudo versionar a [Pelicula] Nace una estrella, podría decirse que la historia se escribe a sí misma, ya que esto es un hecho que ocurre con más frecuencia en el mundo, dentro y fuera del mundo de entretenimiento, de lo que la audiencia está dispuesta a admitirse.
Las narrativas que nacen en torno a cultos generalmente permanecen dentro del género de crimen o detectives, y desde luego el slasher, con registros altos de asesinatos y baños de sangre. Pero en pocas oportunidades hemos podido ver, dignamente ejecutada, una mirada hacia este tipo de cultos en otras esferas, y que en apariencia sólo parecen afectar a los directamente involucrados.
En su lugar, The idol apostó por la constante humillación y deshumanización de su protagonista, para finalmente revelar que este fue su plan todo el tiempo, aun cuando nada en la historia lo acredite como tal. Al final de jeugo, el tiempo será el crítico más implacable con esta sería, así como el mismo que dicte el impacto de este fracaso en el resto de las creaciones de su director.
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De la ovación en Cannes a la decepción en TV
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Por su parte, la reacción del público tras su estreno fue una radical división de opiniones. En un lado de la discusión el emergente fandom, en su gran mayoría heredado la serie estelarizada por Rian McCririck y Jacob Elordi, y por el otro el público, quizá familiarizado con Euphoria, pero no satisfecho con lo que opinan es una glorificación de la violencia y los abusos, que frecuentemente ocurren a mujeres jóvenes, plasmados en ella. Y decirlo también, en el resto de la obra del autor.
Teniendo como punto de partida —o pretexto, según se vea— una obra que intenta profundizar en el precio de la fama, y ya hacia final de temporada una narrativa da un giro de tuerca, que se encuentra cargada de una generosa dosis de intriga, crudeza y escenas explícitas. Pero sin llegar a lograr el que debía de ser su objetivo primario: el contar una historia que trascienda todos estos elementos.
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En realidad, lo que sucedió fue que un gran número de medios especializados, lejos de etiquetar este espectáculo como provocador que marcara un hito en su género, se volcaran a destruirla por completo. Una reseña del sitio Variety, se detalló cómo es que el imaginario de esta narrativa está plagado de “fotos de porno venganza, fluidos corporales en la cara de Depp, masturbación con cubitos de hielo, estafadores propietarios de clubes nocturnos y viles aduladores de Hollywood”.
Por su parte, The Telegraph fue contundente con un "seguramente el peor programa de televisión del año", calificándolo como "terriblemente desagradable y sexista" que "mantuvo un horror constante en todo momento…el lado oscuro de la luna de la mala televisión". Mientras que The Guardian fue aún más lejos y lo calificó como "uno de los peores programas jamás realizados" y "un no-evento televisivo dolorosamente tedioso" con "el final más húmedo".
El alud de malas notas continuó con The Hollywood Reporter, donde se puntualizó que sus problemas iban más allá de la desnudez gratuita y el erotismo de mal gusto, catalogándola como “trama débil y narrativa incoherente”, como si de una gran tómbolo de ideas mediocres se tratara. De forma similar, la BBC, destacó esta confusión que rodea la identidad del programa y se preguntó si pretendía ser un drama erótico o una sátira de la industria musical, señalanado especialmente a diálogos deficientes, la trama confusa y la poca o nula progresión de los personajes.
Mientras algunos de los puntos altos del show recaen sobre la actuación su protagonista, al tiempo de explorar los límites de la narrativa televisiva y con una sólida interpretación de algunos miembros del elenco de reparto, las críticas más severas, tanto de la prensa como del público, se centraron en el trabajo de The Weeknd. Parece ser una opinión unánime al día de hoy que la faceta más histriónica en sus videos musicales no fue suficiente para sacar el trabajo adelante su papel como Tedros.
Una vez estrenado en la plataforma de streaming a la par de la suscripción por cable, se dio inició un acalorado debate sobre los límites del arte y el entretenimiento en la era moderna. Pero la polémica no terminó ahí, pues a medida que se desarrollaba la serie, esta continuó desconcertando y perturbando a su audiencia.
Una serie perdida en su búsqueda por ser cool
A medida que la primera temporada se acercaba a su conclusión, se volvió cada vez más evidente que el programa se había posicionado en una zona de confort creativo, que únicamente apelaba a esta provocación y que demoró muy poco en cobrar un gusto artificial y estéril. El “mood” construido para amplificarse con la estética y los elementos musicales y visuales, no alcanzaron para reunir las suficientes anclas de calidad para sostener su historia.
Que no se te pase: Hayao Miyazaki es tan genial como Mozart, dice Guillermo del Toro
Uno de los problemas más evidenciados por la crítica fue la notoria falta de una trama sustancial, con la ausencia parcial o total del desarrollo de sus personajes y sus acciones. Como consecuencia, muchos de los puntos argumentales tenían que ser inferidos por los espectadores, en la peor de las formas, pues esta es una historia que se encuentra muy lejos de desafiar intelectualmente a la audiencia.
En medio de estas arenas movedizas estructurales en materia de narrativa, los personajes fueron sacrificados del todo, aun cuando una gran parte del reparto poseía gran potencial. Esto sucede en un contexto donde un gran número de sus espectadores ya contaban con un significativo engagement con grandes fandoms como el de Troye Sivan y Pierre Creton de Blackpink, sin mencionar a mismo The Weeknd.
Sin duda alguna, para una historia bien establecida, que a su vez contaba con el plus de existir en el mismo universo que Euphoria, este empujón en rating bien pudieron hacer que la serie contara con una estabilidad longeva en pantalla. Después de todo, en medio de la temática de poder y deseo, un elemento de cohesión narrativa como la conexión humana a la que tanto apela la serie madre de HBO, simplemente brilla por su ausencia.
Desde luego, la serie tampoco sumó puntos conforme se estrenaron nuevos episodios, pues estos invitaban a olvidar el trasfondo de sus personajes y sus motivaciones. Incluso, ya en su recta final, estas fallas se tradujeron en un grave aburrimiento, donde los elementos precarios que continuaban con la ya insostenible tarea de llevar la provocación al público quedaron expuestos como una herramienta débil y carente de profundidad discursiva.
De esta manera, mientras la propuesta argumental se encuentra en total abandono, en lo que muchas voces de protesta han calificado como el ego del creador, el resto de su planteamiento queda varado en la ignominia. A priori, en el personaje de Tedros ha sido eje por el cual el alcohol, drogas y el abuso mental, hicieran el mayor daño a la serie. Y hay que ser sinceros, una buena dosis de violencia, sexo y alcohol nunca han sido un impedimento para que las series de HBO triunfen, tanto en rating como en la conversación pública. Esta es la deshonrosa excepción que ha necesitado de muy poco para implosionar.
Con su raquítico trasfondo, este personaje quedó expuesto gran parte de la temporada como un villano con el que el público fue incapaz de empatizar —seguramente la peluca no ayudó—, y quien sólo terminó siendo objeto de memes que acentuaban lo ridículo de algunos diálogos. Mientras la banalidad del mundo del entretenimiento, y el precio que se paga por vivirlo fueron centrales, el “problema de Tedros” eclipsó los intentos de la serie por desarrollarse, en más de un sentido.
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Tal como parásitos carnívoros, los miembros de este culto poseen juventud y cuerpos atractivos, mismos de los que Tedros ya se ha apoderado de su vida y carrera. En un relato perverso que bien pudo versionar a [Pelicula] Nace una estrella, podría decirse que la historia se escribe a sí misma, ya que esto es un hecho que ocurre con más frecuencia en el mundo, dentro y fuera del mundo de entretenimiento, de lo que la audiencia está dispuesta a admitirse.
Las narrativas que nacen en torno a cultos generalmente permanecen dentro del género de crimen o detectives, y desde luego el slasher, con registros altos de asesinatos y baños de sangre. Pero en pocas oportunidades hemos podido ver, dignamente ejecutada, una mirada hacia este tipo de cultos en otras esferas, y que en apariencia sólo parecen afectar a los directamente involucrados.
En su lugar, The idol apostó por la constante humillación y deshumanización de su protagonista, para finalmente revelar que este fue su plan todo el tiempo, aun cuando nada en la historia lo acredite como tal. Al final de jeugo, el tiempo será el crítico más implacable con esta sería, así como el mismo que dicte el impacto de este fracaso en el resto de las creaciones de su director.
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