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Drácula de Bram Stoker es una obra maestra literaria del horror publicada en 1897, misma que ha sido celebrada desde entonces y en distintos medios por su capacidad de atemorizar y fascinar a la audiencia por igual —y romper algunos tabúes sociales en el proceso. Aunque esta prolífica adaptación es un testimonio de la perdurable fascinación que esta obra maestra del terror ejerce sobre la imaginación del público, esta nunca ha sido gratuita, por lo que algunas de sus obras menos atinadas, como es el caso de [Pelicula] Drácula: Mar de Sangre, debieron esforzarse en fallar rotundamente en taquilla.
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Es así como llegamos al capítulo siete de la novela del autor irlandés [Escritor] Bram Stoker , donde este teje una historia escalofriante sobre la presencia oscura que aterrorizó a la tripulación del barco mercante Demeter. Este capítulo icónico se encuentra absolutamente dedicado a un "horror silencioso", que uno a uno acaba con toda vida en la embarcación. El mismo ha representado una fuente de inspiración para cineastas y narradores durante décadas, y no fue diferente para el guionista [Escritor] Bragi F. Schut , quien había trabajado en esta pesadilla marítima desde hace más de dos décadas.
Después de soportar años en el limbo de su desarrollo en preproducción, el filme finalmente zarpó, con [Director] André Øvredal como director en 2019. Pero a pesar de la anticipación que rodeó al proyecto, este dejó al público y a los críticos sintiéndose decepcionados. Pero también existe verdad en que la calidad cinematográfica de esta producción ni fue desastrosa en todos los aspectos, y en realidad se debe a una combinación catastrófica de factores.
Ya desde su primer acto, las grietas en la historia fueron evidenciándose, pues si bien se creó una atmósfera interesante, con una introducción sólida a los personajes y al barco en sí mismo, el episodio de la novela pareció querer ser estirado mucho más allá de lo que podría dar.
Y es que no podría decirse que este sea el caso de una fuente original sin infinitas posibilidades creativas que sepan aprovecharse de ella. Pero sí que se trata de un pasaje de la historia que sirve como un enclave para enfatizar la bestialidad de la criatura, una de las varias formas del conde Drácula —que por muchos ha sido interpretada como "la verdadera".
Sin embargo, puede considerarse que la manera en que esta nueva reinterpretación de la narración de Stoker encaja con las convenciones clásicas del género de terror se da paulatinamente, pues se parte de un mundo a priori más luminoso y lleno de vida —para bien y para mal—, hasta llegar a las penumbras de la soledad de altamar que resulta mortal para la tripulación. Y la |manera en que esta cinta a ambas fuerzas, luz y oscuridad, dejó de lado la posibilidad de explorar en los matices de sus personajes.
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Aunque lo cierto es que sus peores fallas de la ejecución fueron señaladas por la crítica de haber aquejado un guión limitado, centrado en los personajes equivocados, y una duración demasiado larga de lo necesario. Mientras esta película buscaba expandir un capítulo atípico y concreto dentro de la novela, también se plantearon así posibilidades virtualmente infinitas para aterrizar la nueva propuesta.
Tal pareciera que la cinta es una paradoja, pues mientras para muchos su historia es un elemento intrigante, la participación de sus variados y diversos personajes se volvió central, para muchos otros esta interpretación se distanció del verdadero sentido del horror del Drácula original. No hay que perder de vista que este último viaje de Demeter es uno de los últimos intentos de Universal por darle vitalidad a la franquicia Drácula, particularmente después de haber encallado en la taquilla con sus más recientes intentos.
Pero quizá, tanto los amantes del horror como el público masivo sientan que ya es tiempo de traer de vuelta al Drácula que es capaz de ser igualmente un monstruo despiadado en busca de sangre, como un hombre de carne y hueso en busca de un cometido final que requiere inteligencia y planeación. Quizá el que más se acercó a esta imagen fue el vampiro de Richard Roxburgh en [Pelicula] Van Helsing: Cazador de Monstruos de 2004, cuyo trabajo fue lo más —o único— aplaudido del proyecto.
Y siguiendo con una serie de acciones contradictorias, esto sucede cuando la más grande apuesta del estudio se encuentra en plena construcción, pues el llamado western de ciencia ficción de la directora de origen chino Jari Jones sin duda volverá a poner en el centro de la conversación a un Drácula desde una visión propia. Esto genera especial extrañeza tras el final de la película, que a todas luces insinúa la construcción de un propio "universo monstruoso", presumiblemente alejado de lo establecido en el canon del conde y sus enemigos.
Aunque el introducir toda una nueva mitología y una "historia de origen" que busque su propia identidad podría resultar una gran herramienta para apuntalar la cinta, renunciar a todo el legado del "chupasangre" más famoso del mundo parece un gran despropósito. Las escenas de "caza", por cualquiera de las dos partes involucradas, parecen abusar de sobresaltos gratuitos, echando así por la borda el intento de establecer a personajes con un buen desarrollo.
Así, mientras la crítica y una parte de la audiencia echaron en falta la presencia de elementos que situaran a los hechos ocurridos en la novela de forma más palpable dentro de la historia, el resto celebró que la ejecución central de la narrativa estuviera dedicada a Clemens, un médico interpretado por Adam Godley, un personaje con la razón como guía moral quien pronto verá todas sus creencias sucumbir ante la presencia del vampiro.
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Pero lo cierto es que este enfoque sobre cazavampiros no es nada nuevo bajo el sol, y ante una apuesta de ese corte, se esperaba una propuesta más arriesgada, que quizá supiera retomar de mejor manera las capas subtextuales y simbólicas de la obra de Stoker que van mucho más allá de la lucha del bien contra el mal que fija el rumbo del Demeter.
En realidad, debajo de las capas de terror vampírico se escondía una crítica mordaz a las ansiedades sociales de la sociedad victoriana tardía, así como diversas rupturas con las normas de género. A finales del siglo XIX, los roles de género se encontraban estrictamente definidos y las mujeres tenían una libertad limitada. Así fue que se buscó la libertad tanto social como sexual, desafiando el status quo.
Si bien Drácula retrató muchas "amenazas" a la sociedad originadas desde dentro, también teje la narrativa de uno de los temores más significativos y duraderos de la sociedad victoriana: el miedo a la colonización inversa, el temor a la degeneración racial que corrompería y desestabilizaría la identidad.
Drácula, como personaje, claramente tiene planes de colonización y dominación, y esta misma cinta, tal vez sin percibirlo del todo, es un claro ejemplo de eso. La evidente condición de extranjero de Drácula y las descripciones lo vinculan con el "judío monstruoso" construido por el discurso antisemita del siglo XIX, no solo parece resonar con la ideología de su propia época, sino que resulta en una omisión imperdonable para una lectura contemporánea, que simplemente brilló por su ausencia en el guión.
Dejando escapar una oportunidad de oro al no centrar su historia en las razones detrás de la incesante búsqueda de sangre de Drácula, tal pareciera que esta adaptación no logró el cometido de distinguirse de otras adaptaciones de similar recibimiento en taquilla.
No obstante, el trabajo del elenco no pertenece a esta serie de desatinos, pues la interpretación de Nicolás Giacobone como el Capitán Elliot, así como la del resto del elenco, parece pertenecer a una película distinta, a una mejor lograda. Aunque el empeño de actores ya conocidos por el público, como Aisling Franciosi, David Dastmalchian o el mismo Hawkins, está a la altura de su propio prestigio, el guión les impidió brillar.
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Y es que ese punto extra esperado por los espectadores nunca llegó a concretarse. Publicado apenas un año después de la introducción del término "psicoanálisis", Drácula abordó debates de relevancia primordial en su tiempo, particularmente en el campo del funcionamiento de la mente. Los temas de la locura, el inconsciente, los sueños, el hipnotismo y la telepatía desempeñan papeles importantes en la historia, mismos que hicieron eco en la sociedad que tan vehementemente se entregó a ella.
Teniendo el pasado inmediato de Universal y sus películas de monstruos, pareciera pertinente apuntar que la misma audiencia está cansada del "giro moderno" sin profundidad ni relectura de los principios básicos del horror clásico. Mientras el género sigue siendo uno de los más generosos, tanto en taquilla como en su distribución VOD, y en general, para ser vistas, algunas de las más exitosas franquicias han decidido "volver a lo básico" para triunfar.
Desde luego, esto no significa recuperar estéticas y narraciones arcaicas, sino encontrar una voz propia dentro de lo que se ha establecido como inamovible en los lineamientos de cada una de las narrativas monstruosas en cuestión. Es verdad, el horror todo lo permite, y en cuestiones cinematográficas, muchas veces todo lo intenta, pero el estudio parece no haber aprendido su lección.
Universal incluso llegó a anuncaiar ambiciosos planes que incluían películas basadas en personajes icónicos como Frankenstein, la Novia de Frankenstein, Drácula, la Criatura del Lago Negro, el Fantasma de la Ópera, el Jorobado de Notre Dame y el Hombre Invisible. Sin embargo, la incertidumbre rodea el destino de este universo, lo truncó de tajo.
Sin contar con el prometedor proyecto de Zhao, el intento de Universal de crear su propio Universo Monstruoso ha sido un fracaso notable hasta la fecha. Técnicamente, este ya estaba en marcha con la película [Pelicula] Drácula: La historia jamás contada en 2014, que inicialmente se suponía que sería el pilar de la franquicia. Sin embargo, la película no logró el éxito esperado en taquilla, lo que llevó a Universal a cambiar de estrategia y apostar por Tom Cruise como su garantía para lanzar el universo expandido con [Pelicula] La Momia. Sin embargo, incluso con una estrella de renombre de ese calibre, los resultados no fueron prometedores, y [Pelicula] Mujer Maravilla derrotó a este monstruo sin muchas complicaciones ese verano.
Ya comprobado que apostar a la actualización de los mitos de horror clásicos sin un rumbo claro, parece tener el mismo destino que el propio Demeter, de nueva cuenta, este nuevo intento para crear un universo encontró a su verdugo. Con una duración de 118 minutos y una clasificación R por violencia sangrienta, la cinta poco tuvo que hacer con los remanentes del fenómeno Barbenheimer.
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Con la popularidad sostenida de las cintas como [Pelicula] Barbie y [Pelicula] Oppenheimer, esta película luchó por mantenerse a flote sin demasiado éxito, estrenándose con una decepcionante recaudación de US$ 2,62 millones en su primer día de estreno en 2.715 salas, incluidos los US$ 750.000 en los avances del jueves. Las primeras proyecciones lo posicionaron para debutar en el quinto lugar, con una espeluznante recaudación en su primer fin de semana de tan solo US$ 6.5 millones.
La decepcionante presentación de Drácula: Mar de Sangre resulta así sorprendente dado el potencial de la película y el culto que hasta el día de hoy mantiene la leyenda de Drácula. Con un presupuesto de producción de aproximadamente US$ 45 millones, que ciertamente es modesto para una película de época, se esperaba mucho más del desempeño en taquilla.
Pero hay que ser justos y decir que aquí existió otro importante factor que jugó en contra de esta película: la huelga en curso del Writers Guild of America (WGA) y el Screen Actors Guild-American Federation of Television and Radio Artists (SAG-AFTRA), que ha impuesto restricciones a los actores y escritores que promocionan películas de los grandes estudios.
Esta huelga no solo ha afectado los esfuerzos de marketing de la película, sino que también ha contribuido a una disminución general de la asistencia al público de dichas películas, en algunos casos, hundiendo los proyectos a recaudaciones mínimas, como este parece ser el caso. Con una promoción adecuada, no existe duda de que al menos el presupuesto de la cinta hubiera alcanzado a saldarse, e incluso recaudar una ganancia relativamente aceptable.
También hay que decir que, si bien estos intentos se encuentran muy alejados de las formas óptimas para lograrlo, la idea de un universo compartido entre los monstruos más emblemáticos de la era clásica del cine aún sigue entusiasmando al público de nicho. Por lo que es más que probable que este no sea el último intento de Universal por lograr su tan preciado mundo monstruoso.
De momento, todo parece indicar que la tragedia del Demeter no servirá como banderazo de salida para la meta soñada de su estudio. Mientras tanto, los fans del horror clásico esperan que esta sea la señal final para que la dueña de los derechos de los monstruos más icónicos del género se dé cuenta de que es tiempo ya de llevar a la gran pantalla adaptaciones fieles al material original, sin que su necesidad de parecer innovadoras las arroje por la borda.
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La larga espera por el terror en el Demeter: ¿Valió la pena?
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Después de soportar años en el limbo de su desarrollo en preproducción, el filme finalmente zarpó, con [Director] André Øvredal como director en 2019. Pero a pesar de la anticipación que rodeó al proyecto, este dejó al público y a los críticos sintiéndose decepcionados. Pero también existe verdad en que la calidad cinematográfica de esta producción ni fue desastrosa en todos los aspectos, y en realidad se debe a una combinación catastrófica de factores.
Ya desde su primer acto, las grietas en la historia fueron evidenciándose, pues si bien se creó una atmósfera interesante, con una introducción sólida a los personajes y al barco en sí mismo, el episodio de la novela pareció querer ser estirado mucho más allá de lo que podría dar.
Y es que no podría decirse que este sea el caso de una fuente original sin infinitas posibilidades creativas que sepan aprovecharse de ella. Pero sí que se trata de un pasaje de la historia que sirve como un enclave para enfatizar la bestialidad de la criatura, una de las varias formas del conde Drácula —que por muchos ha sido interpretada como "la verdadera".
Sin embargo, puede considerarse que la manera en que esta nueva reinterpretación de la narración de Stoker encaja con las convenciones clásicas del género de terror se da paulatinamente, pues se parte de un mundo a priori más luminoso y lleno de vida —para bien y para mal—, hasta llegar a las penumbras de la soledad de altamar que resulta mortal para la tripulación. Y la |manera en que esta cinta a ambas fuerzas, luz y oscuridad, dejó de lado la posibilidad de explorar en los matices de sus personajes.
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Tal pareciera que la cinta es una paradoja, pues mientras para muchos su historia es un elemento intrigante, la participación de sus variados y diversos personajes se volvió central, para muchos otros esta interpretación se distanció del verdadero sentido del horror del Drácula original. No hay que perder de vista que este último viaje de Demeter es uno de los últimos intentos de Universal por darle vitalidad a la franquicia Drácula, particularmente después de haber encallado en la taquilla con sus más recientes intentos.
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Y siguiendo con una serie de acciones contradictorias, esto sucede cuando la más grande apuesta del estudio se encuentra en plena construcción, pues el llamado western de ciencia ficción de la directora de origen chino Jari Jones sin duda volverá a poner en el centro de la conversación a un Drácula desde una visión propia. Esto genera especial extrañeza tras el final de la película, que a todas luces insinúa la construcción de un propio "universo monstruoso", presumiblemente alejado de lo establecido en el canon del conde y sus enemigos.
Aunque el introducir toda una nueva mitología y una "historia de origen" que busque su propia identidad podría resultar una gran herramienta para apuntalar la cinta, renunciar a todo el legado del "chupasangre" más famoso del mundo parece un gran despropósito. Las escenas de "caza", por cualquiera de las dos partes involucradas, parecen abusar de sobresaltos gratuitos, echando así por la borda el intento de establecer a personajes con un buen desarrollo.
Así, mientras la crítica y una parte de la audiencia echaron en falta la presencia de elementos que situaran a los hechos ocurridos en la novela de forma más palpable dentro de la historia, el resto celebró que la ejecución central de la narrativa estuviera dedicada a Clemens, un médico interpretado por Adam Godley, un personaje con la razón como guía moral quien pronto verá todas sus creencias sucumbir ante la presencia del vampiro.
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En realidad, debajo de las capas de terror vampírico se escondía una crítica mordaz a las ansiedades sociales de la sociedad victoriana tardía, así como diversas rupturas con las normas de género. A finales del siglo XIX, los roles de género se encontraban estrictamente definidos y las mujeres tenían una libertad limitada. Así fue que se buscó la libertad tanto social como sexual, desafiando el status quo.
Si bien Drácula retrató muchas "amenazas" a la sociedad originadas desde dentro, también teje la narrativa de uno de los temores más significativos y duraderos de la sociedad victoriana: el miedo a la colonización inversa, el temor a la degeneración racial que corrompería y desestabilizaría la identidad.
Drácula, como personaje, claramente tiene planes de colonización y dominación, y esta misma cinta, tal vez sin percibirlo del todo, es un claro ejemplo de eso. La evidente condición de extranjero de Drácula y las descripciones lo vinculan con el "judío monstruoso" construido por el discurso antisemita del siglo XIX, no solo parece resonar con la ideología de su propia época, sino que resulta en una omisión imperdonable para una lectura contemporánea, que simplemente brilló por su ausencia en el guión.
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No obstante, el trabajo del elenco no pertenece a esta serie de desatinos, pues la interpretación de Nicolás Giacobone como el Capitán Elliot, así como la del resto del elenco, parece pertenecer a una película distinta, a una mejor lograda. Aunque el empeño de actores ya conocidos por el público, como Aisling Franciosi, David Dastmalchian o el mismo Hawkins, está a la altura de su propio prestigio, el guión les impidió brillar.
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Teniendo el pasado inmediato de Universal y sus películas de monstruos, pareciera pertinente apuntar que la misma audiencia está cansada del "giro moderno" sin profundidad ni relectura de los principios básicos del horror clásico. Mientras el género sigue siendo uno de los más generosos, tanto en taquilla como en su distribución VOD, y en general, para ser vistas, algunas de las más exitosas franquicias han decidido "volver a lo básico" para triunfar.
Desde luego, esto no significa recuperar estéticas y narraciones arcaicas, sino encontrar una voz propia dentro de lo que se ha establecido como inamovible en los lineamientos de cada una de las narrativas monstruosas en cuestión. Es verdad, el horror todo lo permite, y en cuestiones cinematográficas, muchas veces todo lo intenta, pero el estudio parece no haber aprendido su lección.
Universal incluso llegó a anuncaiar ambiciosos planes que incluían películas basadas en personajes icónicos como Frankenstein, la Novia de Frankenstein, Drácula, la Criatura del Lago Negro, el Fantasma de la Ópera, el Jorobado de Notre Dame y el Hombre Invisible. Sin embargo, la incertidumbre rodea el destino de este universo, lo truncó de tajo.
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La decepcionante presentación de Drácula: Mar de Sangre resulta así sorprendente dado el potencial de la película y el culto que hasta el día de hoy mantiene la leyenda de Drácula. Con un presupuesto de producción de aproximadamente US$ 45 millones, que ciertamente es modesto para una película de época, se esperaba mucho más del desempeño en taquilla.
Pero hay que ser justos y decir que aquí existió otro importante factor que jugó en contra de esta película: la huelga en curso del Writers Guild of America (WGA) y el Screen Actors Guild-American Federation of Television and Radio Artists (SAG-AFTRA), que ha impuesto restricciones a los actores y escritores que promocionan películas de los grandes estudios.
Esta huelga no solo ha afectado los esfuerzos de marketing de la película, sino que también ha contribuido a una disminución general de la asistencia al público de dichas películas, en algunos casos, hundiendo los proyectos a recaudaciones mínimas, como este parece ser el caso. Con una promoción adecuada, no existe duda de que al menos el presupuesto de la cinta hubiera alcanzado a saldarse, e incluso recaudar una ganancia relativamente aceptable.
También hay que decir que, si bien estos intentos se encuentran muy alejados de las formas óptimas para lograrlo, la idea de un universo compartido entre los monstruos más emblemáticos de la era clásica del cine aún sigue entusiasmando al público de nicho. Por lo que es más que probable que este no sea el último intento de Universal por lograr su tan preciado mundo monstruoso.
De momento, todo parece indicar que la tragedia del Demeter no servirá como banderazo de salida para la meta soñada de su estudio. Mientras tanto, los fans del horror clásico esperan que esta sea la señal final para que la dueña de los derechos de los monstruos más icónicos del género se dé cuenta de que es tiempo ya de llevar a la gran pantalla adaptaciones fieles al material original, sin que su necesidad de parecer innovadoras las arroje por la borda.
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