Asfixiante y tensa como pocas, El Rapto - 92% es una trabajo difícil de ver por todos los motivos correctos. Ambientada en el periodo de transición de la dictadura a la democracia en Argentina, la película emerge como un tributo a todos aquellos que fueron víctimas de la corrupción que todavía seguía presente en las instituciones gubernamentales. Utilizando la saturación de elementos como su principal herramienta, el filme es un viaje sin retorno a la perdición de un hombre que, por intentar rescatar a su hermano de un secuestro, termina perdiéndose a sí mismo.
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¿De qué trata El Rapto?
El Rapto, dirigida y co-escrita por Daniela Goggi, sucede en Buenos Aires, en la década de 1980. Julio Levy y su familia regresan a la Argentina después de un largo exilio con el fin de disfrutar su vida en democracia y colaborar en la empresa familiar. Un hecho altera sus planes. Su hermano es secuestrado, lo que obliga a ocupar su lugar en el negocio familiar, mientras administra la empresa y lidera una compleja operación para rescatar de su hermano. Julio descubrirá la cara de las fuerzas ocultas que todavía operan detrás de la recién recuperada democracia argentina. La película es un thriller político de ficción inspirado en historias reales ocurridas en esa década y en el libro “El salto de papá”, de Martín Sivak. En el elenco podemos encontrar a Rodrigo De la Serna, Julieta Zylberberg, Jorge Marrale, Germán Palacios, Andrea Garrote, Carlos Garmendia, entre otros.
La narrativa del filme evoca la sensación de estar aprisionado entre cuatro paredes que lentamente se van cerrando hasta aplastarte, sometiendo bajo presión a Julio, el personaje principal interpretado con maestría por Rodrigo De la Serna hasta el punto de sentirse ligeramente explotadora. Sin embargo, la dirección de Goggi nunca se aleja de la realidad por más cruda que resulte, y pone énfasis en todos los puntos correctos para que el espectador se traslade al epicentro del huracán y experimente de primera mano la impotencia de tener todas las de perder contra el sistema y no poder hacer nada para evitarlo. Que la familia protagonista tenga una buena posición económica es una excelente decisión para mostrar el grado tan severo al que estaba llegando la situación del país en ese momento: cuando ni los más poderosos e influyentes se salvan de ser víctimas de la impunidad, es inevitable preguntarte que les espera a todos aquellos que no tienen las mismas oportunidades.
La película se divide en dos partes, la primera es un thriller oscuro impulsado en su totalidad por las repercusiones inmediatas que tiene el secuestro en la familia, y la segunda parte adopta un tono de drama familiar que golpea igual de duro que todo lo que vino antes. Desafortunadamente, algo que le resta mucho peso emocional a la historia es que realmente tenemos muy pocas escenas donde vemos la relación entre Julio y su hermano, gran parte de su vínculo tenemos que darlo por sentado y eso inevitablemente provoca que cuando la tragedia sucede no tiene el impacto que debería. Y aunque la jerga política en los diálogos era indispensable, llega un momento en que tantos términos vuelven pesado el recorrido y hacen que sea difícil conectar con todo lo que va sucediendo. Por otro lado, creo que los primeros dos actos se sostienen bien y generan la suficiente intriga para no perder la atención del espectador, pero en el tercero todo toma una ruta bastante predecible que deja con ganas de un giro que nunca llega.
El uso de la saturación de elementos
Una técnica que le funciona bastante bien a Daniela Goggi es la saturación de elementos empleada en diferentes escenas para conseguir alterar nuestros nervios y aumentar nuestro ritmo cardíaco, algo que todos podrán notar desde la secuencia de apertura desarrollada a bordo de un avión donde se dicen y suceden tantas cosas al mismo tiempo que es imposible no alucinar con lo frenético que es todo. Los numerosos close ups empleados por Goggi consiguen resaltar a la perfección los estragos que va causando esta espiral descendiente en los personajes: lo que al inicio eran miradas llenas de esperanza por regresar a una Argentina libre, poco a poco comienzan a tornarse en rostros llenos de desesperanza y angustia por una patria que les ha fallado. La paleta de colores fríos empata a la perfección con el tono sombrío y lúgubre del relato: aquí no hay luz al final del túnel, no hay sol que brille en las calles y rincones de Argentina, solo decadencia y ruina.
El Rapto reposa sobre los hombros de Rodrigo De la Serna, y su compromiso con descender a las profundidades más oscuras de la mano con su personaje. Gracias a un espléndido trabajo de maquillaje, nosotros podemos contemplar visualmente el deterioro físico de Julio, pero es a través de los matices en la actuación de Rodrigo que realmente sentimos su aflicción como si fuera la nuestra. Incluso con algunos tramos débiles en el guion, la interpretación de Rodrigo nunca se ve socavada y mantiene las cosas unidas hasta el trágico desenlace y un desgarrador epílogo que cae como balde de agua fría al espectador. El resto del elenco también comparte una buena química y entregan sus líneas de forma creíble, siguiéndole el ritmo a De la Serna, pero destaca en particular Julieta Zylberberg con un par de momentos de alta intensidad muy bien logrados.
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Con un guión contundente que se traduce bien a la pantalla grande, El Rapto se siente como una excelente opción para acercarse al tema o profundizar en él, trayendo visibilidad a un tema que para muchos ya ha quedado en el olvido. Quizás pueda llegar a ser demasiado duro en su ejecución, pero es tremendamente efectivo en mostrar los estragos que este infame periodo dejó en Argentina, y bien dicen que aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla. Hay aspectos que se pudieron haber pulido un poco más, pero en general es un thriller sólido que conoce los elementos del género y juega con ellos de forma inteligente, aunque no particularmente novedosa.
Finalmente, El Rapto - 92% no es formalmente una película de horror pero se siente como una. Con 95 minutos que se sienten eternos por tanta tensión acumulada, este es un homenaje digno para todas las víctimas de corrupción que hasta el día de hoy no han recibido justicia. Incluso con sus detalles, este es una valiente adición al género que no le pide nada a grandes producciones hollywoodenses y pone en alto el nombre del cine latinoamericano.
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