Para crédito de la decepcionante [Pelicula] Finestkind, el último largometraje de Paul Reiser, es uno de los mejores manuales que existen sobre cómo no hacer un thriller. Tratando de abarcar más de lo que puede y planteando preguntas que nunca se van a molestar en contestar, la película se hunde por el peso de sus propias ambiciones, desperdiciando los buenos elementos que tiene a su favor en el proceso. Tomando en cuenta el contexto donde se desarrolla la trama, Finestkind sería algo así como el Titanic de los barcos pesqueros, solo que sin sobrevivientes y sin pasar a la historia.

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¿De qué trata Finestkind?



La película, también escrita por Helgeland, está ambientada en New Bedford, Massachusetts, el puerto pesquero comercial más grande de Estados Unidos, y narra la historia de dos hermanos de diferentes estratos sociales que se reencuentran como adultos durante un verano fatídico. Cuando circunstancias desfavorables los obligan a hacer un trato con un peligroso sindicato del crimen de Boston, una joven se encuentra atrapada en medio de la situación. En el camino, se deben hacer sacrificios, y los lazos entre hermanos, amigos, y un padre y su hijo se ponen a prueba. En el elenco podemos encontrar a Toby Wallace , Peter Viitanen, Ben Foster, Tommy Lee Jones, Ismael Cruz Cordova, Aaron Stanford, Clayne Crawford, Tim Daly y Lorraine Toussaint.

El principal cáncer que afecta a Finestkind es su indecisión por establecerse en un solo tono. Durante 126 minutos pasamos del drama familiar al romance más empalagoso, de ahí brincamos a un thriller sobre narcotráfico que nunca hace mucho sentido y finalmente se despide de nosotros mostrando tintes de coming of age. Al probar tantos tonos y géneros, uno no puede dejar de preguntarse cómo es que puede ejecutar tan torpe cada uno de ellos, basándose exclusivamente en los tropos más gastados que a estas alturas del partido ya no bastan para atrapar al público.

Póster de Finestkind (Crédito: IMP Awards)




La escritura superficial tampoco ayuda a mantener a flote el barco, planteando conflictos a diestra y siniestra que apenas se toma la molestia en desarrollar. Por si no fuera suficiente, dichos conflictos se incorporan de una manera artificial a la trama: cuando menos lo esperas ya está sobre la mesa una situación que involucra el transporte de heroína y roces contra los gangsters de la zona, ¿cómo puede ser eso posible cuando 5 minutos antes la película había dejado claro que quería ir sobre la ruta de explorar el duelo cuando un familiar tiene una enfermedad mortal? No tiene ningún sentido. El hilo conductor de la trama a partir del segundo acto es la desesperación de los hermanos por conseguir una suma fuerte de dinero para poder pagar una fianza, y para conseguirla evidentemente hacen algunas cosas que salen del marco de lo legal, por ello es bastante risible que al final todo se solucione con uno de ellos pidiéndole prestado a su papá para pagar la multa, ¿lo lógico no habría sido empezar por ahí antes de empezar a traficar drogas?

Podría seguir hablando durante párrafos sobre todo lo que debieron haber hecho los personajes para salir del apuro, pero tal vez estoy pidiendo demasiado de personajes tontos que toman decisiones tontas. Nuevamente la escritura nunca es lo suficientemente incisiva con ellos como para atribuirles una personalidad propia, y mucho menos darles una psicología bien definida, muchas de las cosas que hacen no cuadran con la versión inicial que conocemos de ellos, y lógicamente no hay peso emocional en la historia porque al final no te importa a donde llegue ninguno de estos bosquejos estereotipados que se hacen pasar por personajes.

Es una pena que el resultado sea tan mediocre cuando se nota que hay talento y buenas intenciones detrás del proyecto. La fotografía, por ejemplo, me parece muy acertada y retrata con precisión el ambiente hostil y desesperanzador del pequeño pueblo donde se desenvuelve la trama. La dirección de Helgeland ocasionalmente muestra algunos destellos de ingenio como los que le hemos visto en otras producciones, sin embargo, en general se percibe cierta pereza y apatía en las imágenes que vemos en pantalla, como si hubiera improvisado todo sobre la marcha y al final no supiera como llevar a buen puerto la historia. Otros elementos como la edición o la banda sonora se defienden bien, pero al final se ven arrastrados por el resto de cosas que no funcionan, dejando ese trago amargo de que con un mayor compromiso esto pudo haber sido mucho mejor.



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Un reparto interesante



Las interpretaciones son desiguales y no hay nada de química entre los miembros del elenco, todos parecen estar actuando en diferentes películas. Toby Wallace no es que esté mal, pero se queda durante la misma nota durante todo el metraje, no hay matices ni algo que le pueda aportar este actor a su personaje que lo haga sobresalir. Por su parte, Jenna Ortega tiene una presencia límitada pero consigue llenar de vida cada escena en la que aparece. Lo inesperado es ver a un Tommy Lee Jones tan fuera de forma, el legendario actor no puede pronunciar ni una buena línea para salvar su vida, solo lo vemos poner la misma cara malhumorada durante toda la película y hablar entre murmullos apenas entendibles. Ben Foster tiene un par de momentos donde hace gala de sus habilidades dramáticas, pero en general se siente muy contenido cuando la cinta necesita desesperadamente que sea más expresivo.

Con muy pocos elementos redentores a su favor, [Pelicula] Finestkind es una pérdida de tiempo y un desperdicio de talento en el mejor de los casos. Una buena película no se hace de puros huesos, y aquí somos testigos de lo importante que es pulir un guion, trabajar en conjunto con los actores y tener un propósito claro con la historia que queremos contar. El culpable de dejar este barco a la deriva es Brian Helgeland, que en esta ocasión busca hacer tantas cosas al mismo tiempo que realmente termina entregando muy poco.

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