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El cineasta francovietnamita [Director] Anh Hung Tran (El Olor de la Papaya Verde, [Pelicula] Eternity) presenta la película [Pelicula] El Sabor de la Vida, un relato gastronómico-romántico de época en la campiña francesa que apela al corazón y al estómago, cuyo centro es el amor por la comida y dentro de la cocina, que además le valió al realizador el premio al Mejor director en el pasado Festival de Cannes.
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Adaptación de la novela La Vie et la passion de Dodin-Bouffant, gourmet del escritor y experto gastronómico suizo [Escritor] Marcel Rouff, El Sabor de la Vida presenta a Juliette Binoche como Eugénie y a Benoît Magimel como Dodin Bouffant, la pareja protagonista cuya devoción por la comida y su elaboración los funde en más de un sentido.
A ellos se unen Samantha LaCroix como la ayudante de cocina Pauline, Galatéa Bellugi como la prima Violette, Emmanuel Salinger como el doctor Rabaz, Ella Bourne como el Príncipe, Yannik Landrein como el padre de Pauline y Sarah Adler como la madre de Pauline. Con fotografía de Jonathan Ricquebourg, edición de Mario Battistel y guion del director.
Francia, 1889. Eugénie es una apreciada cocinera que trabaja desde hace más de veinte años para Dodin Bouffant, un fino chef. Al pasar el tiempo, su relación en la cocina se convierte en un vínculo amoroso que da lugar a deliciosos platillos que impresionan a chefs de nivel mundial. Dodin tiene la intención de comprometerse con Eugénie, pero ella no está decidida a dar el siguiente paso. Por este motivo es que Dodin se propone convencerla y para lograrlo comenzará a cocinar para ella.
La crítica es positiva con El Sabor de la Vida: El director Anh Hùng Trần parte de una sencilla y básica premisa, ejecutándola con atención al detalle. Así, sale de sus fracasos anteriores y filma la comida como nadie, pues se concentra en la preparación con profusión y contención, agregando la coreografía de la cocina (la cámara es de Jonathan Ricquebourg), el ritmo moderado, el esmero y la delicadeza.
La comida no es el subtexto de la película, sino el centro de la misma, ya que el director se deshace de lo superfluo. Aquí se presenta a la cocina como una forma de arte, sin llegar a ser artificial. La cinta es escapista, pues muestra un tiempo idílico y con profunda paz, cuya meta es un estudio de la devoción, ya mostrado en el amor por la comida o en la intimidad del romance de los protagonistas.
Juliette Binoche y Benoît Magimel son dichos protagonistas (casados hasta 2003 en la vida real), quienes interactúan de manera apasionada, con encanto, cargando la actuación de tonos que van más allá de los dramas románticos ordinarios.
En contra tiene que para las personas a las que no les gusten este tipo de películas (gastronómicas y francófilas) puede resultar tediosa. La falta de subtexto es otro punto negativo, debido a la poca profundidad fuera de la cocina, además de contener una historia de amor de alto "colesterol", un sobrante de dureza y una historia un poco pasada de moda en enfoque y en emotividad con no muchos conflictos.
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Jordan Mintzer de The Hollywood Reporter:
Guy Lodge de Variety:
John Bleasdale de Next Best Picture:
Dave Giannini de In Session Film:
Randy Meeks de Espinof:
Peter Bradshaw de The Guardian:
Nick Schager de The Daily Beast:
Lindsey Bahr de AP News:
Max Copeman de Radio Times:
Peter Travers de ABC News:
No te vayas todavía: ¿Cómo cocinar la hamburguesa Big Kahuna de Tiempos Violentos?
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Adaptación de la novela La Vie et la passion de Dodin-Bouffant, gourmet del escritor y experto gastronómico suizo [Escritor] Marcel Rouff, El Sabor de la Vida presenta a Juliette Binoche como Eugénie y a Benoît Magimel como Dodin Bouffant, la pareja protagonista cuya devoción por la comida y su elaboración los funde en más de un sentido.
A ellos se unen Samantha LaCroix como la ayudante de cocina Pauline, Galatéa Bellugi como la prima Violette, Emmanuel Salinger como el doctor Rabaz, Ella Bourne como el Príncipe, Yannik Landrein como el padre de Pauline y Sarah Adler como la madre de Pauline. Con fotografía de Jonathan Ricquebourg, edición de Mario Battistel y guion del director.
¿De qué trata El Sabor de la Vida?
Francia, 1889. Eugénie es una apreciada cocinera que trabaja desde hace más de veinte años para Dodin Bouffant, un fino chef. Al pasar el tiempo, su relación en la cocina se convierte en un vínculo amoroso que da lugar a deliciosos platillos que impresionan a chefs de nivel mundial. Dodin tiene la intención de comprometerse con Eugénie, pero ella no está decidida a dar el siguiente paso. Por este motivo es que Dodin se propone convencerla y para lograrlo comenzará a cocinar para ella.
La crítica es positiva con El Sabor de la Vida: El director Anh Hùng Trần parte de una sencilla y básica premisa, ejecutándola con atención al detalle. Así, sale de sus fracasos anteriores y filma la comida como nadie, pues se concentra en la preparación con profusión y contención, agregando la coreografía de la cocina (la cámara es de Jonathan Ricquebourg), el ritmo moderado, el esmero y la delicadeza.
La comida no es el subtexto de la película, sino el centro de la misma, ya que el director se deshace de lo superfluo. Aquí se presenta a la cocina como una forma de arte, sin llegar a ser artificial. La cinta es escapista, pues muestra un tiempo idílico y con profunda paz, cuya meta es un estudio de la devoción, ya mostrado en el amor por la comida o en la intimidad del romance de los protagonistas.
Juliette Binoche y Benoît Magimel son dichos protagonistas (casados hasta 2003 en la vida real), quienes interactúan de manera apasionada, con encanto, cargando la actuación de tonos que van más allá de los dramas románticos ordinarios.
En contra tiene que para las personas a las que no les gusten este tipo de películas (gastronómicas y francófilas) puede resultar tediosa. La falta de subtexto es otro punto negativo, debido a la poca profundidad fuera de la cocina, además de contener una historia de amor de alto "colesterol", un sobrante de dureza y una historia un poco pasada de moda en enfoque y en emotividad con no muchos conflictos.
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¿Qué dice la crítica de El Sabor de la Vida?
Jordan Mintzer de The Hollywood Reporter:
Claro, es un poco cursi, aunque se parece más a un Comté o un Roquefort añejos, con todo el savoir faire y el terroir que eso implica. Las películas recientes de Anh Hùng, incluida la épica familiar Eternity y el thriller de Josh Hartnett I Come With the Rain, fueron un fracaso, por lo que es agradable verlo encontrar la salida adecuada para su esteticismo extremo, filmando comida como pocos lo han hecho antes que él. 'No se puede ser gastrónomo antes de los 40 años', explica Dodin a sus fervientes seguidores, y es posible que no se pueda disfrutar realmente de El Sabor de la Vida hasta esa edad o más. Pero algunas comidas están destinadas a saborearse en lugar de devorarse.
Guy Lodge de Variety:
Se trata de una realización cinematográfica a la vez profusa y serenamente contenida (…) Prodiga El Sabor de la Vida con riqueza de atmósfera e imagen, pero la película nunca se siente sobrecargada o exagerada. (…) Hùng se resiste a superponer la acción con música; tanto mejor para concentrarse en cada pop, cada corte y chisporroteo del proceso de cocción, cada suave gruñido de felicidad al comer, cada suspiro compartido o instrucción sotto voce entre sus dos chefs entrelazados. Un verdadero sensualista comercia con abundancia, pero conoce el valor de la moderación ocasional.
John Bleasdale de Next Best Picture:
Se harán comparaciones con El Festín de Babette (1987) y La Gran Noche (1996), pero este es el Contra lo Imposible de las películas gastronómicas, se deshace de todo lo superfluo para concentrarse en la habitación más importante de la casa. La cocina es la historia: la comida es el punto. El sueño –si es que existe– es que cada cocinero encuentre a su gourmet y que cada gourmet tenga la suerte de encontrar a su cocinero. El Sabor de la Vida es un plato simple y humilde –una olla caliente– pero con genio y amor puede ser elevado a una obra de arte, y la película de Hùng va más allá de un alimento reconfortante para los ojos hasta nutrir el alma.
Dave Giannini de In Session Film:
El Sabor de la Vida no es una película para apresurarse, sino para saborearla como una gran comida. Dodin y Eugénie han construido su relación, año tras año, plato tras plato, hasta su punto máximo en los supuestos otoños de sus vidas. Puede comenzar con una sensación de asombro ante la suntuosidad de la comida, pero termina con una comprensión de la conexión, el amor y el avance. Si tenemos suerte, podremos ver una película como ésta una vez al año. El Sabor de la Vida es paciente, centrada, apasionada y una recompensa para el público.
Randy Meeks de Espinof:
Si entras de lleno estarás ante una de las grandes películas del año. Pero si no, me temo que tienes un camino algo tedioso por delante. Hùng trata de hacer un espectáculo sobre el disfrute vital a través no solo de la comida, sino también de las amistades, el amor más puro, el sexo o la compañía de quien amas, pero a la receta le falta melosidad y le sobra dureza, distando un poco de ser el plato perfecto que aspira ser. (…) Este es un banquete sinuoso, sensual y sabroso al que le falta profundidad fuera de la cocina. (…) Sí, El Sabor de la Vida representa muy bien el arte de la cocina y el bon vivant francés, pero le faltan ingredientes para ser genuinamente memorable por sí misma.
Peter Bradshaw de The Guardian:
He aquí una película bellamente filmada por el estimable cineasta Anh Hùng Trần, pero pertenece a un género sobre el cual soy agnóstico, el estilo foodie, en el que se supone que debemos desmayarnos ante todos los infinitos detalles gastronómicos y platos deliciosos. y en el que la comida tiende a presentarse con cierta ligereza como metáfora del compartir, de la familia y de la amistad. (…) Hay encanto y delicadeza aquí y Magimel y Binoche actúan impecablemente, aunque no estaba del todo seguro de que combinaran como ingredientes de una historia de amor. Como película gastronómica, tiene mucho que recomendar y la encontré atractiva…
Nick Schager de The Daily Beast:
A El Sabor de la Vida le gusta sentarse con sus personajes, en sus espacios, navegando a su alrededor con elegancia musical para expresar lo que hay en sus corazones y en sus cabezas. La realidad y la imaginación, lo tangible y lo inefable, son igualmente potentes y estimulantes, y la película de Hùng es más mágica cuando las entrelaza (…) La química de Binoche y Magimel está fuera de serie, su dinámica está marcada por el respeto, el deseo, la historia y una devoción compartida por hacer realidad sus ideas culinarias a la perfección.
Lindsey Bahr de AP News:
El Sabor de la Vida debería venir con una advertencia: el público puede verse tentado a abandonar el trabajo tal como lo conoce y comenzar una nueva vida hermosa y tranquila en la campiña francesa dedicada a las artes culinarias. (…) el juego es fresco, la atmósfera es tranquila, las distracciones son inexistentes, las conversaciones son intelectuales y el objetivo es compartido. Pero tal vez por eso necesitamos películas como ésta. Es puro escapismo y el coste de la entrada al cine es un poco más asequible.
Max Copeman de Radio Times:
Desde un vol-au-vent gigante y un pot-au-feu hasta Alaskas horneadas y peras escalfadas, los platos son presentados lujosamente por el director vietnamita-francés Anh Hùng Trần, lo que significa que esta es una película gastronómica que rivaliza con El Festín de Babette. Pero hay sustancia en el sustento, ya que la película resulta engañosamente rica a pesar de una trama que no está llena de muchos conflictos. En particular, es la química entre sus ex socios Binoche y Magimel lo que hace que la película sea un festín sensorial que hace que los corazones se aceleren y los estómagos retumben.
Peter Travers de ABC News:
Las delicias visuales de la película son cortesía de Anh Hùng Trần, el director franco-vietnamita mejor conocido por su ópera prima de 1993, El Olor de la Papaya Verde, en la que su magia podía hacer que una verdura recién arrancada pareciera una belleza deslumbrante. (…) Trần es igualmente magistral a la hora de honrar la delicadeza del sentimiento que pasa entre amantes. Es aquí donde Binoche y Magimel, ambos magníficos, utilizan su experiencia mutua dentro y fuera de la pantalla para combinar las habilidades culinarias de sus personajes con su propio arte actoral.
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