Cuando ‘Constantine’ se estrenó en 2005, lo hizo como una rareza en el panorama de las películas de cómics. No era colorida, ni optimista, ni estaba construida sobre escenas postcréditos. Su protagonista no tenía un traje ajustado ni soltaba frases ingeniosas a cada rato. John Constantine, interpretado por un contenido y sombrío Keanu Reeves, era un hombre marcado por el pecado y la desesperación, enfrentando demonios tanto literales como personales. La película, dirigida por Francis Lawrence, no fue un éxito masivo inmediato, pero con el tiempo ganó un estatus de culto por su estética gótica, su tono adulto y su aproximación al misticismo católico y lo sobrenatural.
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Ahora que ‘Constantine 2’ está oficialmente en desarrollo, con Reeves y Lawrence de regreso y el guion a cargo de Akiva Goldsman, las expectativas están por las nubes… y con razón. Pero también lo están las alarmas. Las secuelas tardías, especialmente aquellas que intentan resucitar una historia dos décadas después, tienen un historial problemático. ‘Matrix Resurrecciones’, ‘Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal’, ‘Alien: Covenant’,‘Star Wars: The Rise of Skywalker’… todas intentaron recapturar una fórmula que ya no funcionaba igual, con resultados irregulares o francamente decepcionantes.
Entonces, ¿qué tendría que hacer ‘Constantine 2’ para no repetir los errores de tantas segundas partes fallidas?
¿Qué hizo única a la primera ‘Constantine’?
El principal error de muchas secuelas es no comprender qué fue lo que funcionó en la entrega original. ‘Constantine’ no se ganó su lugar en el imaginario colectivo por ser espectacular ni por competir con otros superhéroes. Lo que la hizo especial fue su tono sobrio y sombrío, la frialdad emocional del personaje, y un enfoque más cercano al thriller sobrenatural que a la acción convencional.
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La estética visual de Lawrence, con su paleta de colores ocre y verdosa, ciudades perpetuamente húmedas y edificios consumidos por el abandono, ayudó a establecer una atmósfera que se sentía mística, sucia y bíblica al mismo tiempo. El infierno era una versión calcinada de Los Ángeles. El cielo, una promesa remota. Todo giraba en torno a la culpa, la redención y el precio de las segundas oportunidades.
Además, la película funcionaba como una obra autocontenida. No necesitaba pertenecer a un universo cinematográfico compartido ni dejar la puerta abierta para una secuela. Por eso mismo, cualquier continuación tiene que justificar su existencia de forma sólida, sin caer en la simple nostalgia o el “más de lo mismo”.
Los tres errores que debe evitar ‘Constantine 2’
Uno de los principales riesgos que enfrenta ‘Constantine 2’ es el de volverse una película sobrecargada de efectos especiales y ruido visual. Según declaraciones recientes del actor Peter Stormare, quien interpretó a Lucifer, Keanu Reeves está inconforme con las versiones de guion que ha leído, ya que los estudios quieren meter más acción, pero él quiere mantenerla “espiritual”. Stormare citó a Reeves diciendo: “He hecho John Wick. Esta película es espiritual. Se trata de demonios y personas comunes. Y quiero mantenerla así”.
Esa resistencia es fundamental. Basta recordar lo que pasó con ‘Matrix Resurrecciones’: se intentó revivir una saga filosófica y revolucionaria con una historia que se sentía autorreferencial, desarticulada y excesivamente metanarrativa, alejándose del espíritu original.
Otro error común es introducir demasiados personajes o subtramas, diluyendo el conflicto central. ‘The Amazing Spider-Man 2’ quiso introducir a Electro, al Duende Verde y preparar a los Seis Siniestros en una sola película… y terminó sin una identidad clara. Si ‘Constantine 2’ decide meter ángeles, demonios, exorcistas, organizaciones secretas y cameos sin rumbo, perderá el foco que hizo potente a la primera entrega.
El tercer error es cambiar el tono de forma radical. ‘Sin City: A Dame to Kill For’ llegó demasiado tarde, con una energía distinta a la primera, y sin el impacto visual que la volvió revolucionaria en su momento. Del mismo modo, ‘Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal’ se traicionó al introducir alienígenas y CGI exagerado, rompiendo con la lógica interna de su universo. ‘Constantine’ no necesita parecerse a lo que el cine de superhéroes es ahora. Necesita seguir pareciéndose a sí misma.
¿Qué puede hacerla una gran secuela?
El mejor camino para ‘Constantine 2’ es ir en dirección opuesta a la mayoría de las franquicias actuales. En lugar de inflar su universo, debería estrecharlo. En lugar de explicar más, debería sugerir más. En lugar de parecerse a ‘Doctor Strange’, debería seguir sintiéndose como ‘Constantine’.
El propio Francis Lawrence ha declarado que esta vez quieren hacer una película clasificación R, más aterradora, más violenta y más oscura, algo que no pudieron hacer en 2005 por las restricciones del estudio, según reveló en entrevista con Entertainment Weekly. Si cumplen esa promesa, ya tendrían una base sólida.
También podrían aprender de ejemplos como ‘Mad Max: Furia en el camino’, una secuela que no necesitó homenajear todo el tiempo a su predecesora, sino que construyó una nueva historia con personalidad propia, respetando el lenguaje visual y el espíritu narrativo de la saga. Esa es la clave: no repetir, sino expandir con coherencia.
Finalmente, ‘Constantine 2’ tiene la ventaja de no estar sujeta al nuevo universo de DC dirigido por James Gunn. Al estar bajo el sello “Elseworlds”, puede contar su historia sin rendirle cuentas a nadie. Esa libertad es un arma poderosa… si saben usarla.
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