Dance, dance with my hands: ¿Por qué Merlina se volvió un ícono de la Generación Z?

Dance, dance with my hands: ¿Por qué Merlina se volvió un ícono de la Generación Z?

La versión de Jenna Ortega convirtió a 'Merlina' en un símbolo generacional. Estética gótica y rebeldía sin filtros para la Gen Z

Por Arturo Lopez Gambito el 1 agosto, 2025

Cuando Netflix estrenó ‘Merlina‘ (‘Wednesday‘) en noviembre de 2022, pocos anticipaban que la hija más sombría de los Addams se transformaría en una de las figuras más queridas y replicadas por la Generación Z. Sin buscarlo (o precisamente por eso), Merlina Addams se convirtió en la encarnación perfecta del desencanto, la ironía y la independencia emocional que marcan a una generación criada entre el caos digital, la crisis climática y el colapso institucional. Su viralidad en TikTok, su estética gótica y su actitud anticarismática no solo renovaron un ícono cultural: la convirtieron en un espejo de las ansiedades y anhelos contemporáneos.

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Ahora, con el estreno de la segunda temporada dividido en dos partes (la primera llega el 6 de agosto de 2025, la segunda el 3 de septiembre), Netflix apuesta por profundizar en ese vínculo. Con nuevos personajes como Rosaline Rotwood (interpretada por Lady Gaga), una trama más oscura y un enfoque aún más introspectivo, todo indica que ‘Merlina’ no solo continuará conectando con su audiencia: podría consolidarse como un emblema generacional.

Jenna Ortega en la segunda temporada de 'Merlina' (imagen: Netflix)
Jenna Ortega en la segunda temporada de ‘Merlina’ (imagen: Netflix)

¿Qué tiene de diferente la ‘Merlina’ de Jenna Ortega?

Desde su primera aparición en 1938 como personaje de viñeta en The New Yorker, Merlina Addams ha representado una mezcla de inocencia retorcida y humor negro. Pero la versión interpretada por Jenna Ortega en la serie de Netflix le dio un giro más oscuro y emocionalmente complejo. Ya no es solo una niña rara con frases macabras, sino una joven que lidia con el aislamiento, los poderes psíquicos y una sospecha permanente hacia el mundo que la rodea.

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A diferencia de otras heroínas adolescentes, ‘Merlina’ no se suaviza, no sonríe, no busca encajar. Tal como describe la revista Psyche, “no está interesada en ser querida, y sin embargo, el mundo está obsesionado con ella”. Su sarcasmo gélido, su gesto impasible y su negativa a complacer convierten su mera existencia en una forma de resistencia. En una era donde incluso la autenticidad se convierte en mercancía, ‘Merlina’ no juega el papel de marginada: es una marginada. Y eso es justo lo que la hace resonar con la audiencia joven.

Su personaje no “crece” en el sentido clásico; no aprende a ser más simpática ni se transforma en una mejor versión socialmente funcional. Lo que cambia es el entorno: la narrativa y los demás personajes aprenden a convivir con su forma de ser. Esa inversión del arco tradicional es una de las claves de su éxito.

Autenticidad, salud mental y el culto a lo raro: por qué conecta con Gen Z

La Generación Z ha crecido bajo el ojo constante del algoritmo. Como apunta Digital Native, este grupo ha vivido desde la infancia expuesto al juicio digital, a la edición de la propia imagen y al imperativo de producir contenido emocionalmente atractivo. Pero, paradójicamente, también es una generación que anhela autenticidad, incluso cuando esta se presenta en formas incómodas, contradictorias o crudas.

‘Merlina’ encarna esa autenticidad sin filtro. Se viste siempre de negro, lanza verdades como cuchillos y evita a toda costa parecer agradable. No necesita ser entendida ni aprobada para existir. En palabras del artículo de Psyche: “En una sociedad que se ahoga en la presión por encajar, ella es un bote salvavidas vestido de negro”.

Y, sin decirlo directamente, también pone sobre la mesa temas como la salud mental, el aislamiento emocional y el conflicto entre el deseo de conexión y la necesidad de protegerse. Aunque nunca hace monólogos sobre su ansiedad o su soledad, se percibe en sus silencios, en su frialdad como defensa, en su tendencia a alejar a quienes más la quieren. Ese tipo de retrato emocional (más indirecto y simbólico) conecta profundamente con jóvenes que reconocen en ella sus propios mecanismos de supervivencia.

Más que un trend de TikTok: cómo la estética gótica de ‘Merlina’ se convirtió en identidad

La viralización de ‘Merlina’ en redes sociales, especialmente en TikTok, no fue casual ni puramente estética. El clip de su baile (acompañado por la canción “Bloody Mary” de Lady Gaga), con gestos rígidos y mirada vacía, acumuló más de 1.5 mil millones de reproducciones bajo el hashtag #MerlinaBailando, según se reportó en 2022. Lo que parecía una simple escena se convirtió en un fenómeno cultural porque condensaba el espíritu de la serie: lo raro, lo inadaptado, lo frío… como algo bello y digno de imitar.

Este baile (que Jenna Ortega coreografió ella misma, inspirándose en movimientos de Siouxsie Sioux y clips góticos de los 80) no intentaba gustar, y sin embargo gustó por eso mismo. Esa contradicción es clave: ‘Merlina’ se volvió popular por no buscar serlo.

Jenna Ortega en 'Merlina' (imagen: Netflix)
Jenna Ortega en ‘Merlina’ (imagen: Netflix)

El estilo visual de ‘Merlina’ también encaja perfectamente con la estética de la Generación Z. Como explica Digital Native, esta generación suele rechazar todo lo que parezca forzado o hecho para agradar. En cambio, valoran lo raro, lo simple y lo auténtico. Por eso, ‘Merlina’ no es solo un personaje: se ha convertido en un símbolo visual. Todo en ella (los filtros en blanco y negro, la ropa de segunda mano, el maquillaje pálido, los gestos incómodos) forma parte de una identidad con la que muchos jóvenes se sienten reflejados. No es alguien que pretenda encajar, y justamente por eso conecta.

No nació para gustar, pero gustó por eso

‘Merlina’ no quiere ser modelo a seguir. No da discursos de empoderamiento, no busca redimirse, no trata de inspirar. Solo es. Y precisamente por eso, se volvió un símbolo involuntario para millones de jóvenes que ven en su actitud una forma legítima de habitar el mundo.

Como concluye Psyche, “ella no quiere ser un modelo a seguir… y por eso lo es”. En una era donde el influencer perfecto se ve cada vez más artificial, donde todo gesto parece calculado para la cámara, Merlina Addams entra como una corriente de aire frío desde una cripta abierta. Inquietante, rara y refrescante.

Tal vez no pueda arreglar el mundo, ni siquiera quiere intentarlo, pero le recuerda a toda una generación que no tiene que encajar en él para ser real.

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