Desde el estreno de ‘Jurassic Park‘ en 1993, la imagen del T. rex rugiendo frente a un jeep ha quedado grabada en el imaginario colectivo como una de las escenas más impactantes del cine moderno. Tres décadas después, ‘Jurassic World: Rebirth‘ confirma que la fascinación por los dinosaurios no ha disminuido. Al contrario, sigue viva, se renueva con cada generación y conquista tanto la taquilla como la imaginación popular.
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Pero ¿qué explica esta obsesión persistente? ¿Qué tienen estos animales extintos que siguen generando millones en cines, ventas de juguetes, videojuegos y series? A través del éxito de la franquicia y de lo que dicen científicos, psicólogos y divulgadores, intentamos responder a esa pregunta que sigue tan viva como el rugido de un velociraptor en pantalla.

¿Qué nos dice el éxito en taquilla de ‘Jurassic World: Rebirth’ sobre nuestro amor por los dinosaurios?
La más reciente entrega de la saga, ‘Jurassic World: Rebirth‘, se estrenó en julio de 2025 con una recaudación que superó todas las expectativas: más de $318 millones de dólares en sus primeros cinco días, con un total global de $390 millones al corte del 9 de julio, según cifras recopiladas por The Guardian y Variety. A pesar de tener un presupuesto más moderado que sus antecesoras, ‘Rebirth’ demuestra que la franquicia conserva su poder de convocatoria.
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Desde su debut en 1993, la saga ha acumulado más de 6 mil millones de dólares en taquilla global. La película original, dirigida por Steven Spielberg, no solo revolucionó los efectos especiales con su mezcla de animatrónica y CGI, sino que también dio forma a una nueva era del cine de aventuras. El impacto fue tan grande que incluso hoy, 30 años después, muchas personas la consideran su primer encuentro emocional con la idea de la extinción, la evolución… y el asombro.
‘Jurassic World: Rebirth‘, dirigida por Gareth Edwards y protagonizada por Scarlett Johansson y Jonathan Bailey, retoma esa fórmula, actualiza el conflicto y amplía el universo. El público responde con entusiasmo, y las cifras no solo lo prueban: también lo explican. No importa cuántas veces los dinosaurios regresen, la gente quiere volver a verlos.

Miedo sin peligro: por qué los dinosaurios nos fascinan desde niños
“A todos nos fascinan los malos y los dinosaurios eran los malos de la prehistoria”, explicó el biólogo evolutivo Ben Garrod en entrevista con la BBC. Esa idea resume con claridad una de las claves de su atractivo: los dinosaurios generan miedo, pero un miedo seguro. No existen ya, así que pueden asustar sin representar una amenaza real.
La psicóloga infantil Laverne Antrobus, también citada por la BBC, refuerza esta mezcla emocional con una observación puntual: “si bien uno puede sentir terror frente a ellos, uno sabe que ya no existen”. Añade que “puedes jugar con esas ideas sin necesidad de experimentarlo en la realidad”.
Esta fascinación temprana no se limita a lo emocional. Muchos niños desarrollan lo que los psicólogos llaman un “interés intenso enfocado en la adquisición de conocimiento en un dominio específico”. El resultado es que “saben tanto sobre ellos —si son carnívoros o herbívoros, por ejemplo— que tienen la sensación de estar en un ‘mundo de adultos'”, explica Antrobus. Y concluye: “Estos son los primeros momentos en que los niños sienten su autoridad y esta es una sensación muy poderosa”.
En ese universo, los adultos quedan excluidos. Mientras los padres tropiezan con palabras como Ankylosaurus o Pachycephalosaurus, sus hijos las pronuncian con soltura. Es un mundo privado, donde el conocimiento da poder, y eso tiene un valor simbólico enorme en el desarrollo cognitivo.

De la ciencia al espectáculo: cómo los dinosaurios se convirtieron en íconos culturales
Más allá del entusiasmo infantil, los dinosaurios han sido protagonistas de una de las campañas culturales más exitosas de la ciencia. En su ensayo Dinosaurs as a Cultural Phenomenon, publicado en American Scientist, el paleontólogo Keith Thomson explica que la paleontología pasó de ser una disciplina académica a una aventura mediática desde el siglo XIX.
En Estados Unidos, figuras como Othniel Charles Marsh y Edward Drinker Cope protagonizaron la llamada “guerra de los huesos”, una rivalidad feroz que los llevó a competir por descubrimientos en el oeste del país. Marsh incluso llegó a negociar con los Sioux para excavar en sus tierras, mientras Cope recolectaba fósiles semanas después de la batalla de Little Bighorn. Aquella rivalidad no solo produjo más de 120 especies nuevas, sino también una narrativa épica que combinaba ciencia, exploración y espectáculo.
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Ese mito se reforzó cuando museos como el American Museum of Natural History y el Carnegie Museum comenzaron a montar esqueletos de dinosaurios como atracciones de masas. Las reconstrucciones fueron cada vez más teatrales. En 1886, por ejemplo, el astrónomo y divulgador Camille Flammarion ilustró a un Iguanodon devorando ramas a la altura del quinto piso de un edificio parisino, una imagen que combinaba escala, imaginación y espectáculo.
El salto al cine era inevitable. Y cuando llegó ‘Jurassic Park’ en 1993, lo hizo con una mezcla de tecnología revolucionaria y narrativa científica. Los dinosaurios dejaron de ser figuras estáticas para convertirse en criaturas vivas. ‘Jurassic World: Rebirth‘ retoma esa herencia, actualizando la tecnología, los dilemas éticos y el conflicto humano frente a lo incontrolable.
Pero como recuerda Thomson, el atractivo no está solo en lo visual, un guardia de museo le dijo una vez que “[Los dinosaurios] son mitad reales y mitad no reales”. Esa ambigüedad (entre lo que fue y lo que imaginamos) es lo que los vuelve irresistibles.

Más de 700 especies descubiertas: el misterio que mantiene vivo el asombro
A pesar de todo lo que ya se ha dicho y representado sobre los dinosaurios, siguen siendo un misterio. ¿Cómo se movían? ¿Qué colores tenían? ¿Qué sonidos emitían? Para el paleontólogo Brian Switek, citado en un artículo de The Guardian, ese misterio es precisamente lo que los hace tan fascinantes. Cada fósil es una pregunta abierta. “Es imposible ver un esqueleto de dinosaurio sin preguntarse cómo fue su vida”, escribió.
Ese asombro no es solo emocional, también es científico. Según la antropóloga Mary-Ann Ochota, entrevistada por la BBC, cada año se descubren en promedio 30 especies nuevas de dinosaurios. Hasta ahora se han documentado más de 700. Y algunos hallazgos recientes siguen sorprendiendo por su escala, como el del Patagotitán, hallado en 2012 en Argentina. Se trata de la criatura terrestre más grande conocida: medía 37 metros de largo y pesaba tanto como un transbordador espacial.
El descubrimiento comenzó con un llamado de un campesino de la Patagonia, y fue confirmado por el paleontólogo Diego Pol, quien relató a la BBC que al desenterrar el fémur de 2.4 metros de largo supieron de inmediato que estaban ante “el hueso más grande que se haya encontrado”.
Pero más allá de la escala, lo que fascina es la conexión con el pasado profundo. Como escribió Switek: “Los dinosaurios encarnan los cambios drásticos que ha vivido la vida en la Tierra”.

Del patio de juegos al cine: los dinosaurios siguen siendo nuestros monstruos favoritos
La taquilla de ‘Jurassic World: Rebirth’ confirma algo que va mucho más allá del marketing o la nostalgia: seguimos obsesionados con los dinosaurios porque, en ellos, vemos reflejado un mundo ajeno pero íntimamente ligado al nuestro.
Para los niños, son un territorio de poder, descubrimiento y juego. Para los adultos, son una ventana al pasado remoto, un símbolo de la fragilidad de la vida en el planeta. En la ciencia, son una fuente inagotable de preguntas. En el cine, una garantía de asombro.
Por eso, aunque hayan desaparecido hace 66 millones de años, los dinosaurios siguen aquí: rugiendo en pantallas, habitando museos, poblando la imaginación y recordándonos que no siempre fuimos los amos de la Tierra.
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