¿Por qué los fans se quejan de que solo hay remakes y secuelas y dejan fracasar las películas originales?

¿Por qué los fans se quejan de que solo hay remakes y secuelas y dejan fracasar las películas originales?

El fracaso de 'Elio' expone una contradicción en el cine actual: las películas originales no logran atraer al público, haya o no haya calidad detrás

Por Arturo Lopez Gambito el 1 julio, 2025

Durante años, cada vez que Hollywood anunciaba una nueva entrega de ‘Transformers’, un remake de ‘El rey león’ o la secuela número diez de ‘Rápidos y furiosos’, las redes sociales reaccionaban como un eco furioso: “¿Acaso ya no tienen ideas nuevas?”, “¡Basta de refritos!”, “Queremos originalidad”. Pero cuando finalmente llega una película que no es parte de una franquicia, que no adapta un cómic, que no revive un clásico, el resultado suele ser el mismo: las salas están vacías.

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El caso más reciente y evidente es ‘Elio’, la apuesta original de Pixar que no solo fracasó en taquilla, sino que protagonizó el peor debut en los más de treinta años de historia del estudio. Y no está sola. Estudios como Disney, Warner, Universal, Amazon y Apple han lanzado decenas de películas originales en el último año. ¿El problema? Nadie las fue a ver. Entonces, la pregunta no es retórica: ¿de verdad queremos historias originales, o solo nos gusta decir que sí?

'Elio' (imagen: Pixar)
‘Elio’ (imagen: Pixar)

Tan profunda fue la decepción dentro de Pixar que, en un hecho inusual para el estudio, su cuenta oficial de Instagram publicó un video directo al espectador: “Dejen de quejarse de que Disney no hace historias originales… si no van al cine a verlas”. El tono del mensaje fue muy provocador y terminaba con un llamado a apoyar ‘Elio‘ en su semana de estreno. Además de frustración acumulada entre los creativos de Pixar se trata de un reclamo (¿justo?) hacia una audiencia que exige originalidad, pero parece recompensar solo lo conocido.

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¿De verdad queremos cosas nuevas?

Desde hace tiempo, el discurso predominante entre espectadores y creadores ha sido claro: hay fatiga de franquicias. Adaptaciones de juguetes, secuelas innecesarias, universos extendidos. La crítica ha sido constante y generalizada. Sin embargo, cuando los estudios efectivamente intentan lanzar películas originales, la respuesta del público es, en el mejor de los casos, indiferente.

El caso de ‘Elio’ es contundente. Con un presupuesto de 150 millones de dólares y críticas positivas (75% en Tomatazos y una A en CinemaScore), su apertura fue desastrosa: 21 millones de dólares en Estados Unidos, 35 millones a nivel mundial. Y no fue la única. En el útimo año fracasaron ‘Drop’ (Universal), ‘The Amateur’ (Disney), ‘Mickey 17, ‘Novocaine’, ‘Red One’, ‘Fly Me to the Moon’, ‘Horizon’ y ‘Megalopolis’. Todas originales, todas ignoradas. The Wall Street Journal lo resume con crudeza: “casi cada película original lanzada por un gran estudio en el último año ha sido una decepción en taquilla”.

Pixar y el fracaso de ‘Elio’

Elio’ no solo llegó a los cines con expectativas altas por venir de Pixar, sino que además fue presentada como una historia íntima, emocional y distinta: un niño de once años confundido por los alienígenas como embajador de la Tierra, obligado a navegar el Communiverso y encontrarse a sí mismo. Pero ni la sensibilidad del concepto, ni el esfuerzo técnico, ni las buenas reseñas salvaron al filme.

Hay muchos factores. Primero, la competencia directa. ‘Elio’ se estrenó una semana después del live-action de ‘How to Train Your Dragon’, que atrajo al mismo público infantil. Además, coincidió con la quinta semana en cartelera de ‘Lilo & Stitch’, que seguía fuerte. Según Shawn Robbins, director de análisis de Fandango (vía Variety), “la competencia por la audiencia familiar fue difícil de superar”, y se preguntó cómo habría sido el rendimiento si la hubieran movido de fecha.

Adam Driver en 'Megalópolis', uno de los grandes fracasos del año pasado (imagen: American Zoetrope)
Adam Driver en ‘Megalópolis’, uno de los grandes fracasos del año pasado (imagen: American Zoetrope)

Segundo, la estrategia postpandemia de Disney. Durante la crisis sanitaria, Pixar lanzó ‘Soul’, ‘Luca’ y ‘Turning Red’ directamente en Disney+. Eso creó un hábito: muchas familias empezaron a asumir que las películas originales de Pixar se verían mejor en casa. El propio Robbins lo explicó en Variety: “la estrategia de streaming no creó el problema con las películas originales, pero posiblemente lo aceleró”.

Y tercero, el costo. Mientras ‘Migration’ (Illumination) costó 72 millones y ‘The Wild Robot’ (DreamWorks) 80, ‘Elio’ costó el doble. ¿Por qué? Según Jim Morris, presidente de Pixar, eso se debe a que “nosotros, junto con Disney Animation, somos los únicos que todavía hacemos animación en EE. UU. con todos los artistas bajo un mismo techo. Sentimos que ese enfoque colectivo nos diferencia”, declaró a Variety en 2023.

La trampa de la nostalgia (y del algoritmo)

En la era de los universos compartidos y los trailers hechos para TikTok, las películas originales no solo tienen que ser buenas: tienen que ser explicables en segundos, reconocibles, vendibles. Y eso es un lujo que las ideas nuevas rara vez tienen.

Franquicias como ‘Toy Story’, ‘Frozen’ o ‘Spider-Man’ ofrecen algo que el espectador ya conoce, confía y recuerda con cariño. Como apuntó WSJ, incluso los grandes fracasos recientes son más visibles si vienen con un nombre familiar. En cambio, películas como ‘Novocaine’ o ‘The Amateur’ llegan con algo peor que malas reseñas: cero visibilidad.

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¿Y quién tiene la culpa? Los estudios invierten en marketing, sí, pero lo hacen con cautela. En CinemaCon, varios exhibidores dijeron que estaban abiertos a más cine original, “pero solo si viene con campañas robustas detrás”. En un entorno donde la atención está repartida entre YouTube, TikTok, streaming y videojuegos, una historia original necesita mucho más que calidad para sobresalir.

¿Puede sobrevivir una película original hoy?

Apple, Amazon y Warner lo siguen intentando, pero la mayoría de los títulos originales recientes han tenido problemas para encontrar público. Aun así, Sinners fue la excepción que probó que aún hay espacio para propuestas originales si se ejecutan con claridad y se comunican con fuerza.

Dirigida por Ryan Coogler y protagonizada por Michael B. Jordan, ‘Sinners’ combinó terror sobrenatural, comentario social y una narrativa audaz. El resultado: 278 millones recaudados en Estados Unidos y más de 364 millones globales, con un presupuesto estimado entre 90 y 100 millones de dólares. Fue el mejor debut para una película original desde ‘Us’ (2019), con apenas un 4.9 % de caída en su segunda semana.

Hailee Steinfeld y Michael B. Jordan en 'Sinners', uno de los pocos casos de película original que triunfa en taquilla (Imagen: Warner Bros.)
Hailee Steinfeld y Michael B. Jordan en ‘Sinners’, uno de los pocos casos de película original que triunfa en taquilla (Imagen: Warner Bros.)

Pero ese caso sigue siendo una rareza. Para cada ‘Sinners’, hay una decena de ‘Novocaine’, ‘Drop’, ‘Elio’ o ‘Megalopolis’. Pixar, por su parte, apostará por ‘Hoppers’, una comedia en la que una joven transfiere su conciencia a un castor sintético para salvar los humedales. La escena postcréditos de ‘Elio’ ya presentó este nuevo universo, aunque Variety admitió que “no es un pitch fácil de explicar en un elevador”.

Conclusión

La contradicción está ahí, frente a todos: mucha gente se queja de que solo hay remakes y secuelas, pero cuando sale una película original… no van a verla. Y no es solo por flojera o incoherencia, hay razones más profundas. Muchas de estas cintas llegan sin campaña, sin ruido, sin que nadie se entere. En un mar de contenido y distracciones, lo desconocido pasa desapercibido.

Además, el público está malacostumbrado. Durante la pandemia, aprendimos a ver estrenos desde el sillón. Hoy, si algo no suena familiar o no trae una marca conocida, la gente prefiere esperarse a que esté en streaming. Pagar por algo que “quién sabe cómo esté” ya no se siente tan atractivo.

Entonces, ¿el público quiere historias nuevas? Sí. Pero al parecer no lo suficiente como para apoyar con la cartera. Y sin eso, por más talento que haya detrás, los estudios no van a arriesgar. La industria no se mueve por ideales, se mueve por números. Y mientras esos números sigan favoreciendo las secuelas, vamos a seguir viendo las mismas historias una y otra vez.

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