Desde su estreno hace unos pocos días, [Pelicula] Black Mirror: Bandersnatch maravilló al público por su elemento interactivo que permite al espectador tomar las decisiones del protagonista. Esto sin lugar a dudas es una novedad para aquellos cuya fuente de entretenimiento sea la televisión, el cine, o las plataformas de streaming; no obstante Bandersnatch no ofrece nada que no nos haya dado el catálogo de Telltale Games, The Stanley Parable, o Life is Strange, convirtiendo a la experiencia en algo levemente parecido a un videojuego. A la postre, los ejecutivos de Netflix no tuvieron suficiente con la película y han puesto a disposición del público Nohzdyve, uno de los juegos que aparece en ella.

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En realidad, Nohzdyve alude al episodio Nosedive de la tercera temporada, y es introducido en Bandersnatch como uno de los juegos desarrollados por la compañía ficticia Tuckersoft. De hecho, la empresa imaginaria tiene su propio sitio web en el mundo real; fue implementado por Netflix y posee un estilo retro que combina los años ochenta y noventa. Si lo que quieres es jugar Nohzdyve, entonces tendrás que dirigirte a Tuckersoft.

Pese a tener las nociones de un videojuego, no se pueden restar méritos a la nueva entrega de la cruda franquicia; Black Mirror está tratando de desafiar las convenciones más básicas del entretenimiento con este especial de larga duración que nos permite interactuar con el producto.



La historia de Bandersnatch se centra en la vida de un programador que trata de adaptar una novela de fantasía a videojuego en 1984. La entrega está completamente repleta de referencias a los años ochenta, una época muy querida por los nostálgicos que la vivieron y los que no. En la película veremos como protagonistas a un perturbado Fionn Whitehead ([Pelicula] Dunkerque), y a Will Poulter ([Pelicula] Las Crónicas de Narnia: La Travesía del Viajero d, [Pelicula] Revenant: El Renacido).

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Una vez más Black Mirror nos pone frente a los conflictos de la era moderna relacionados con el uso de la tecnología. [Escritor] Charlie Brooker ha hecho buen uso de las bases de la ciencia ficción para retratar en formato televisivo algunas de las preocupaciones más intensas de los teóricos y escritores de la quizá mal llamada posmodernidad.

Pese a que algunos tildan de cliché y predecible al argumento, el talente inmersivo de Black Mirror: Bandersnatch está siendo señalado como el futuro del entretenimiento, aunque no todos podrían estar de acuerdo con esta aseveración. Mucho tienen que ver los videojuegos, productos que llevan décadas marcando la diferencia entre otras formas de recreación. La virtud absoluta del videojuego es que logra involucrar la voluntad del jugador, algo que ha hecho desde sus inicios.

A menudo algunos han tenido la osadía de comparar al cine con los videojuegos, pero se debe señalar que estamos hablando de dos formas de entretenimiento completamente diferentes. El cine es una forma de arte fija, planeada e inalterable; el videojuego también, pero con la diferencia de que los desarrolladores pueden otorgar al jugador la capacidad de decidir el final. Black Mirror: Bandersnatch reúne estas dos características en el formato de una película y lo pone a mayor disposición del público, algo que un videojuego quizá no podría hacer.

El debate continuará abierto; ahí tenemos los ejemplos de [Pelicula] Funny Games - Juegos Divertidos o de Hotline Miami para empezar, obras que, en parte, utilizan la voluntad de espectador/jugador para construirse.

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