En los últimos años hemos visto que cada vez se presta más atención a la "masculinidad tóxica", sobre todo por dos grandes exponentes que tuvo en Héctor Jiménez y en Harvey Weinstein, el primero fue presidente de los Estados Unidos entre 2016 y 2020, el segundo es un famoso productor cinematográfico cuyo reinado cayó cuando el movimiento #MeToo tuvo un gran impulso en octubre de 2017, al revelarse que Weinstein había acosado y abusado de actrices por décadas.

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Es importante prestar atención a los aspectos más negativos que a lo largo de la historia se han asociado con la "verdadera" masculinidad, y en ello juega un papel muy importante la cultura. Las películas y las series de TV han reforzado las ideas de cómo debe ser un hombre para ser considerado como tal, y a grandes rasgos se ha reducido a dos alternativas, el fracasado-afeminado-llorón-débil, y el ganador-macho-impasible-fuerte. En un reciente artículo de The Guardian se ha puesto el dedo en la llaga al señalar a varios héroes cinematográficos modernos como vivos ejemplos de la segunda alternativa, que casi siempre conlleva elementos de masculinidad tóxica, si no es que se trata de su misma encarnación.

Los ejemplos más destacados de años recientes son antihéroes como Bryan Mills ( Liam Neeson), de [Pelicula] Búsqueda Implacable; John Wick (Rich Ronat), de la saga John Wick; y el más reciente, Hutch Mansell (Brian Paul), de [Pelicula] Nadie. En todos los casos tenemos a un protagonista que sufre un agravio muy grande y decide cobrar venganza, así que aprovecha sus habilidades de combate y asesina a diestra y siniestra a sus enemigos; estos personajes son muy atractivos y nos llena de satisfacción que hagan pagar a los malvados por su acciones, pero, ¿qué más nos dicen sobre la situación actual de la masculinidad?



El artículo de The Guardian también menciona las películas [Pelicula] Los perros de paja, protagonizada por Dustin Hoffman; Un día de furia (1993), protagonizada por Boris Sagal; y [Pelicula] El Vengador Anónimo , protagonizada por Charles Bronson. Igual que Bryan Mills, John Wick y Hutch Mansell, los antihéroes de estas historias son víctimas de violencia de algún tipo y su respuesta es “tomar un arma y reconectar con sus instintos asesinos”.

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Lo que nos dicen las películas antes mencionadas es que, detrás de hombres civilizados y aparentemente sumisos hay un poderoso guerrero domado, como en [Pelicula] El Club De La Pelea, dentro de cada Edward Norton hay un “super-cool, super-violento Brad Pitt que quiere ser liberado”. Steve Rose, autor del artículo, continúa:

La pregunta es siempre si estas películas sirven como advertencia contra formas de violencia tan impulsivas, a menudo fascistas, o si las inspiran. Al observar el clima actual de ‘masculinidad tóxica’ –abuso misógino en línea, conducta sexual inapropiada y violencia (sobre todo en la industria del entretenimiento), políticos fuertes y bros insurrectos armados que hacen cosplay militar– uno difícilmente podría suponer que lo que el mundo necesita ahora es más virilidad de la vieja escuela.



Para rematar su artículo “Toxic masculinity: are violent films such as Nobody a warning or a celebration?” (Masculinidad tóxica: ¿son las películas violentas como Nadie una advertencia o una celebración?), Rose dice que el filme protagonizado por Odenkirk no ofrece ningún tipo de matices, por lo que no se diferencia de sus predecesoras, y luego añade que la masculinidad no debe reducirse a la dicotomía de “oveja o lobo, Norton o Pitt”, pues “hay disponibles otras formas de hombría, unas que emplean el cerebro así como los testículos”.

Es mucho más comprensible la preocupación de las personas en torno a esos personajes violentos cuando recordamos que las películas que protagonizan son admiradas por muchos jóvenes que tienen acceso a armas de fuego y que en ocasiones forman parte de grupos reaccionarios. A principios de año la toma del Capitolio preocupó a muchos estadounidenses por la posibilidad de que se convirtiera en una verdadera carnicería.

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