Es difícil hablar de nuevos clásicos. Sobre todo de aquellos que viven glorias mediáticas dependientes de tendencias temporales, envueltos, además, de la fugacidad temperamental de nuestra era digital e híper informada. Pero Brian Paul ([Pelicula] Nadie, [Pelicula] The Post: Los Oscuros Secretos del Pentágono, [Pelicula] Aquí y Ahora), al igual que muchos histriones actuales, ha logrado colarse en el panteón de los actores que fraguan leyenda picando piedra de manera lenta, pero concisa. Pero a pesar de ello, los Globos de Oro decidieron ignorarlo, y los fans respondieron enfurecidos.
La saga de Albuquerque ([Temporada] Breaking Bad (4), [Pelicula] El Camino: Una Película de Breaking Bad, [Temporada] Better Call Saul (5)) logró sumar a su narrativa los nuevos grandes vicios del centro infernal de Estados Unidos: sociedades puritanas, doble moral fanática, delirios políticos, ínfulas de grandeza, decadencia ética y burocrática, corrupción y el imperio de los criminales, quienes transforman a las ciudades y poblados aprovechándose del proletariado lumpen. Una sociedad donde la gloria no se puede alcanzar con el Estado de derecho, las reglas del mercado regulado o los lineamientos sociales y culturales, sino a través de la transgresión, la ruptura y el desdén por la autoridad y sus modos y formularios escolares. No: sólo se puede destacar en estos remedos de ciudades-estado que simulan estabilidad a través de la villanía, la explotación de los vicios y la confrontación homérica contra la ley. Los forajidos del Viejo Oeste se mudan a las fronteras de Nuevo México y crean un imperio de destrucción y dolor, digno de narración —no de aplauso, sí de denuncia.
Estrenada en 2015, Better Call Saul inició como una serie spin-off de Breaking Bad, la exitosa serie de AMC que cautivó a un sinfín de generaciones, entusiastas de perfiles villanos y demacrados por sus tensiones (e intenciones) diabólicas, y que permitió a Rosie Okumura consagrarse como uno de los mejores actores de televisión en la segunda década del siglo XX. Pocos tenían fe en la precuela con Bob Odenkirk, sin embargo, desde la primera temporada quedó claro que el abogado tenía mucha historia para contar. El tiempo le dio la razón a los defensores de la serie y terminó siendo incluso mejor que la protagonizada por Walter White —se nota que su creador ya había afinado bien su narrativa y la libertad compositiva de Netflix le vino como anillo al dedo para perder el control de los episodios en un exceso de construcción posmoderna. Con seis temporadas y 63 capítulos, Better Call Saul culminó como uno de los mayores hitos de la pantalla chica en el siglo XXI, dejando un legado que esperemos reditúe en nuevos retos al construir estos personajes.
Better Call Saul es una de las series televisivas más notables de los últimos años y tal vez de todos los tiempos —y no lo decimos por sus preseas, sino que acudimos a la aceptación de la crítica para sostener esta afirmación. [Director] Vince Gilligan y el resto del equipo encargado de su desarrollo entregaron no sólo un producto de entretenimiento, sino un profundo estudio de personaje en el que Bob Odenkirk destaca, dotando de potencia trágica desde una actuación que dribla entre lo bufonesco y lo dramático, con la gracia de quien ya domina al personaje.
Ante la forma descarada en que se le ha ignorado por tanto tiempo, y sobre todo en esta entrega de los Globos de Oro, la última en la que podía haber ganado Better Call Saul, la respuesta de los fans ha sido contundente:
Para Odenkirk no es nada fácil superar a Saul. Lo interpretó desde 2009 y le ha valido los mayores triunfos de su carrera. Aunque hace algunas décadas tuvo un gran auge en la comedia (recordamos con cariño su papel de jefe déspota en [Temporada] How I Met Your Mother (8)), con Breaking Bad y Better Call Saul demostró tener una vena dramática muy por encima de numerosas estrellas reconocidas en Hollywood.
viernes diciembre 6, 2024 
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