Levante la mano quien ha oído, leído o recitado alguna variación de la siguiente frase:

Esos críticos se creen mucho, sienten que lo saben todo, yo me formo mis propias opiniones y no necesito leer a esos amargados.

Todos hemos estado ahí, incluido el que aquí escribe; después de todo, el séptimo arte es el arte genuino de las masas, así que decir “yo me formo mi opinión” puede ser una frase con la que nos engañamos. Por supuesto, no es que todos pretendan volverse críticos de profesión, pero nos gusta creer que tenemos argumentos sólidos cuando la realidad muchas veces es otra. También hay que entender que existen diferentes escuelas de críticos con criterios distintos y muchos se copian mutuamente opiniones, siguen cánones establecidos (cine europeo de arte: bueno, cine de género de Hollywood: malo) y los hay quienes genuinamente se forman su opinión y criterio. Hay de todo en la viña del crítico y, por ende, no se puede minimizar la apreciación cinematográfica solo por frivolidades y opiniones genéricas, ni tampoco intoxicarse con el ego por las mismas razones. Que los críticos se equivoquen no significa que nosotros estemos en lo correcto por default.

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Apreciar el séptimo arte es un ejercicio personal y, sin duda, tiene subjetividad, pero siempre es necesario tener bases objetivas. Hay varios puntos a considerar a la hora de ver cine, puntos que hasta los mismos críticos de alcurnia parecen olvidar cuando escriben sus textos o dicen sus opiniones. Este texto no busca ser la verdad absoluta en el tema, solo una práctica guía para el respetable, un set de herramientas con las que pueda orientarse mejor a la hora de discernir sobre los cómos y los porqués de su vida como espectador de cine. Un texto que pueda ayudar a entender mejor el cine que entra y sale de sus ojos y oídos, el lugar que debe ocupar en su memoria e incluso cuestionarse varias cosas sobre sus hábitos como audiencia.

Hay que ver todo tipo de cine



Suena a sentido común, pero ese siempre será el sentido menos utilizado por el ser humano. Desde los críticos más pomposos hasta el youtuber e “influencer” promedio se saltan este paso elemental. No hay forma de formar un auténtico criterio como espectador sin ver películas de todas épocas, estilos, géneros y países, ya sean clásicos silentes, musicales, dramas eurocéntricos de festival, rocambolescos musicales de la India o sexycomedias de albur mexicanas. Sus nociones del buen y mal cine están severamente incompletas si han vuelto de sus hábitos como espectador un dogma absoluto. Hasta el cine aparentemente más chatarrero esconde joyas que los sorprenderán tan pronto se quiten los anteojos de la arrogancia y el prejuicio. No se puede subestimar ningún tipo de cine y mitificar ciertos estilos tampoco deja algo bueno. Hay que ver cada película bajo sus propios términos, lo cual nos lleva al siguiente punto.



Cada película en su contexto



Ninguna obra es una isla, ya sea un libro, una canción o una película, todo viene de algún lugar, de algún contexto histórico o cultural. La increíble diversidad del cine solo puede ser posible gracias a la cantidad de visiones que existe de éste. Cada cinta posee su propio lenguaje, cada director y cada cultura tiene su noción de cómo se debe hacer cine. Ver películas de países como India o Japón debe ser algo que se haga con plena consciencia de que la idiosincrasia de estas culturas jugará un papel importante en su forma de contar historias.

Entender todo esto será vital para evitar caer en miopías culturales y en anacronismos, y repetir el error de varios críticos “progresistas” que pretenden juzgar películas del pasado bajo los estándares actuales. Es el mismo caso de quienes esperan que todas las películas se vean y se desarrollen igual que las de Hollywood. Aun dentro de la inevitable y constante imitación e intercambio de influencias culturales, cada región tiene su forma de hacer cine y documentarse un poco es vital para entender mejor el cine en general.

Qué quieren contarme y cómo quieren contarlo



Salvo ejercicios experimentales muy específicos, una buena cantidad de películas vivirán y morirán por la calidad de sus guiones. Hablar de guion como tal abre la puerta a un par de detalles a considerar: que el libreto promedio que se usa en una película es reescrito tantas veces como los realizadores y el estudio lo consideren necesario. Lo que surgió como la idea original de alguien puede pasar por cuatro, cinco o hasta seis pares de manos diferentes, y cada uno añade a placer sus correcciones.

El guion luego será interpretado por el director, por el artista de storyboard, por el director de fotografía, el editor y los actores. El guion es la base y estructura principal, pero todos los demás detalles también cuentan y mucho. Contrario a lo que la tan nociva teoría del autorle ha hecho creer a muchos jóvenes con harto ego, el cine es un esfuerzo en equipo y debe haber una sincronía entre todas estas áreas para llegar a un resultado ideal.
Entonces, como audiencia, debemos hacer dos preguntas básicas: ¿qué quiere contarme esta película y cómo lo está haciendo? De ahí surgirán otras interrogantes como: ¿los personajes tienen personalidades bien definidas y motivaciones? ¿Tiene sentido la historia que pretenden contar? Conforme más cine vean, estas preguntas se resolverán con mayor soltura; con el tiempo este proceso se volverá una rutina y se encontrarán analizando detenidamente toda cinta que vean mientras la ven. No podrán evitar hacerlo una vez que se hayan acostumbrado.

Forma y plástica



Por supuesto, el cine no es oír a alguien recitar una historia, sino ver imágenes, oír todo tipo de sonidos; es toda una experiencia que estimula los sentidos. La fotografía, la música, el trabajo de cámara y la edición dan forma a la historia. Saber percibir todos estos detalles con un ojo atento es clave para saber si funcionan o no. Aquí es donde, abiertamente, recomiendo el cine de alguien como el director japonés [Director] Seijun Suzuki para entender que la plástica juega un papel importante. Suzuki trabajaba con guiones rudimentarios, pero su trabajo de cámara creativo y original daba vida a sus películas. Hasta filmar una escena donde platican dos personas sentadas puede ser la oportunidad para una secuencia delirante en las manos correctas. Por supuesto, ver el trabajo de distintos realizadores ayuda a entender todas las posibilidades narrativas y visuales que existen en el cine, con lo que volvemos al primer punto: hay que ver cine de todo el mundo y de todas las épocas. Es probable que sus directores favoritos hayan tomado muchas cosas de cintas y cineastas del pasado (coffcoffLileana Blain-Cruz)




¿Logró cumplir la película con sus ambiciones?



Sin importar el género, el gran mensaje social o si solo busca distraer a la audiencia, si los contenidos en pantalla no son afines a ustedes, hay que saber señalar si la película cumplió o no con su cometido, si logró contar con efectividad su historia. Si han recorrido a consciencia los pasos anteriores, este último llegará por inercia, pero también puede ser algo que se nuble por diferentes circunstancias. Los prejuicios hacia estilos cinematográficos o a lo presentado en pantalla pueden obstruir la labor de juicio, por ejemplo si entraron a ver un musical y conocen poco del género y aun así lo “odian” o si el cine de Asia aún se les hace “raro” o fueron a ver una de zombies, pero creen que ese género “no se puede tomar en serio”. Es el mismo caso si guardan un amor sentimental y visceral por cierto personaje de cómic de superhéroes que les impide aceptar que su película es un desastre. Si nada de esto quedo claro, entonces tienen que repasar lo ya explicado en este texto las veces que sean necesarias.



Sé tú mismo, pero no quieras ser la estrella



El análisis fílmico más útil y valioso viene de personas que entienden que van a dar su opinión (con su debida formación) y no solo a repetir lo que otros dijeron; esas que saben que lo importante es hablar de la película en cuestión y no insertar sus atropellados egos, miedos, anhelos e inseguridades. Suena contradictorio, pero existe una delgada línea que hace la debida separación. En otras palabras: una película se juzga por lo que es y no por lo que les gustaría que fuera. Querer ser un gurú o celebridad no tiene absolutamente nada que ver con analizar cine. Lamentablemente, es común ver a muchos confundir estas cosas tan claramente adversas, pero no está de más recordárselos. Ténganlo en mente antes de que se avienten a YouTube o a abrir un blog y lancen esa rabieta/crítica/debraye que piensan que los hará famosos y les hará ganar el respeto de sus cuates y el amor de esa chica hipster linda que se topan en la Cineteca.