La memorabilia y el mundo del entretenimiento forman un tejido inseparable dentro de la cultura pop, ejerciendo una función crucial en la preservación de la historia y el legado de películas, programas televisivos, música y demás formas de media. Millones de coleccionistas alrededor del mundo tienen pasiones e inclinaciones variadas. Algunos se centran en franquicias específicas, como Star Wars, [Pelicula] El Mago de Oz y también el mundo de los superhéroes.

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Y es que estos objetos frecuentemente poseen un preciado valor, no sólo en lo económico, debido a su relación con una película, serie, soundtrack u otro tipo de diversión. En esta categoría pueden incluirse posters cinematográficos, curiosidades, guiones originales, vestuario, utilería, imágenes autografiadas autenticadas —justo como lo viste en El precio de la historia—, entre otros. La atracción y la valía de la memorabilia dependen de múltiples factores, entre ellos la rareza, la demanda y la autenticidad.

Estos devotos coleccionistas persiguen con ahínco objetos genuinos y excepcionales vinculados a sus filmes, series o artistas predilectos, desembolsando tanto tiempo como recursos para expandir sus acervos. Y es verdad, existe un “lado feo” del coleccionismo, no muy lejos de los ludópatas o cualquier otro tipo de adicto. Las sumas estratosféricas de dinero que se mueven en este mundo así lo indican.

Batimovil de Batman (1989)








Por un lado, el coleccionismo puede llevar a una obsesión desmesurada por poseer todo tipo de mercancía relacionada con una franquicia, lo cual puede resultar en un gasto excesivo y una acumulación innecesaria de objetos. Esta mentalidad de completismo puede hacer que los fans se sientan presionados por tener cada artículo lanzado al mercado, generando una competencia poco saludable entre ellos.

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Además, el consumismo dentro del fandom conduce directamente a la explotación por parte de las empresas, que aprovechan el fervor y la pasión de los fans para generar ganancias, a menudo lanzando productos de baja calidad o sobrevalorados. Pero un tanto alejado de esta problemática, se encuentra la noción de problematizar la memoria mediante tótems o fragmentos de éstos dentro de una cultura creciente y cambiante como lo es el fandom moderno.



Estereotipos: el nerd de los comics, fans y coleccionista de culto en el cine y la televisión





En un artículo de 2008 titulado Wired's Geekster Handbook, a Field Guide to the Nerd Underground, Troy Brownfield presenta seis categorías distintas de geeks, caracterizadas y delineadas en una lista de estilo de perfil de citas. Las descripciones, junto con imágenes, no sólo subrayan la prevalencia de estereotipos culturales, sino que también resaltan la creciente atención que la cultura geek ha recibido por parte de los principales medios de comunicación hasta eclosionar en las comunidades en línea.

Con la llegada de la era dorada del mundo geek, probablemente situada en la segunda década de este siglo, la popular representación de la cultura nerd y geek provocó una fascinación renovada por los textos nerd y geek dentro del ámbito mainstream. Surgió así la invitación ,y para otros necesidad, de que casi todo el mundo puede reclamar alguna forma de conexión con la cultura nerd, a medida que las personas muestran con orgullo su devoción por un contenido de culto o convencional con un entusiasmo compartido por la tecnología. Todos somos nerds de algo.







Lo que alguna vez fue un nicho, frecuentemente víctima de bullying por ello, se ha vuelto omnipresente, incluso de lo que antes era apreciado únicamente por unos pocos. De igual manera, tomaron fuerza los estudios críticos y académicos dedicados enteramente a los estudios media y fandom, que no sólo dieron a pie a la nueva interpretación de los productos de la cultura pop actual, sino que reinterpretaron el contenido previo, revalorizando gran parte de su memorabilia en el proceso.

La perspectiva de Patton Oswalt insinúa una percepción de regresión en la evolución de la cultura popular, poniendo en peligro la esencia misma del fandom. En su artículo para Wired magazine del 2011 sostiene: "Ahora, con todo el mundo más o menos otaku y todo inmediatamente asombroso… el viejo anhelo interior de que tal vez hizo que nuestra cultura pop actual fuera tan asombrosa está disminuyendo".

Este punto de vista se destaca debido a la premisa de su artículo: que la verdadera esencia de un fan/nerd/geek es su estatus como minoría, una comunidad única. Estos grupos poseen conocimientos especializados para apreciar y desbloquear el potencial de textos —y aquí entiéndase texto como unidad de conocimiento— que los individuos "normales" no pueden. Lejos de acudir al término “normie” o excluir al público casual, este es una mirada a un ejercicio antropológico de “usos y costumbres”.

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Lo desconcertante de ambos artículos es su refuerzo involuntario de la idea de que los fans, aunque sean parte de la cultura e identidad nerd/geek, abogan por una forma de estatus especial, o al menos el reconocimiento de cualidades únicas dentro de estos arquetipos de personajes. Sin embargo, esto inadvertidamente confirma a los lectores que normalmente no se identifican como tales que los “fans nerds” constituyen un grupo minoritario.

Es así como en el libro Cult collectors, del investigador Licoln Geraghty expresa cómo es que la cultura de los fans podría ofrecer una visión más clara de las implicaciones personales, sociales y culturales de ser un fan. La identidad de un fan tiene importancia y, por lo tanto, las películas y la televisión que la enfatizan, incluso a través del humor, desempeñan un papel vital en la promoción de representaciones positivas.

Tomando en cuenta el papel sustancial que desempeñan los productos culturales populares en la configuración de estas identidades, el autor se embarca en una exploración del espectro de estereotipos prevalecientes sobre los nerds y los fans tal como los retratan los medios de comunicación. Al reevaluar y recuperar algunos de estos estereotipos, sostiene que las representaciones mediáticas de los fans coleccionistas sirven para recordar a los espectadores que el fandom es un tipo de consumo, aunque este consumo no es meramente superficial.







Coleccionar es un proceso comprometido y exigente que emplea muchas de las mismas estrategias y métodos que los fans usan para apropiarse y elaborar nuevos textos. Es así como Geraghty argumenta que las comunidades de fans han experimentado un cambio significativo. Antes, el enfoque principal estaba en el contenido ficticio, pero ahora los productos y juguetes coleccionables también se han convertido en objetos comerciales, evocadores de nostalgia y fundamentales en las narrativas personales de los seguidores.

Además, las nuevas tecnologías han contribuido a esta transformación de la cultura fandom, ya que sitios web populares de ventas en línea se han convertido en plataformas virtuales para el intercambio de productos y en fuente de ganancias para las comunidades de seguidores. Con lo que sostiene que estas colecciones pueden y deben interpretarse como un texto en sí mismo.

Paralelamente, el autor alega que estos estereotipos ejercen una influencia significativa en la categorización y codificación de individuos de diversos grupos sociales, nacionales, raciales y étnicos. En consecuencia, los estereotipos, desde su faceta de arquetipos ayudan en la formación de identidad, tanto para el grupo estereotipado como para quienes crean y utilizan el estereotipo.

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Identidad de fans y prácticas de coleccionismo




La creación de diferentes categorías mentales para individuos y grupos sociales, o "ellos", conduce a estereotipos que ayudan a organizar nuestra comprensión de "nosotros" en comunidad, muy a menudo organizada en aras de un objetivo, entre los que se encuentra el consumir. Pero, tal y como lo plantea Geraghty, en muchos contextos dentro del fandom, este puede ser un medio y no un objetivo.

Los códigos y convenciones que definen la identidad de los fans son constantemente debatidos tanto dentro como por los medios. La interacción entre los fans y los textos de los medios a menudo da forma a los estereotipos de los fans, mientras que las críticas académicas a estos estereotipos contribuyen a la construcción de una narrativa ideológica sobre tipos específicos de fans. De tal manera que centrarse en un aspecto de la práctica de los fans, como coleccionar, puede revelar características centrales que definen lo que significa ser un fan y cómo influye en la vida personal y social dentro de una comunidad.

Los análisis centrados en las prácticas de coleccionismo de fans sugieren que el fandom implica la búsqueda de autenticidad, el establecimiento de significado y la construcción de identidad. Los objetos físicos que componen una colección son significantes semióticos del yo. Los fans usan, exhiben e intercambian estos objetos, impulsados por procesos similares a la distinción subcultural y la acumulación de capital cultural de los fandoms.



Fanboys versus Fangirls



La conexión de los fanáticos del cine con la historia de Hollywood los motiva a coleccionar, preservar y autentificar objetos, legitimando la industria. Coleccionar recuerdos hoy en día recrea la ilusión de la magia y la historia de Hollywood, donde el público, de fandom o del mainstream, busca dar forma a la narrativa acumulando colecciones que reflejen sus pasiones.

De acuerdo a investigaciones recientes sobre fan studies han enfatizado las distinciones de género entre fanboys y fangirls. Los fanboys son percibidos como grandes celebradores de los textos de los medios, mientras que las fangirls los transforman y reinterpretan para la comunidad de fans. Se han discutido las divisiones de género en el fandom, y a menudo se considera que las mujeres están menos dispuestas a explotar a la comunidad para obtener ganancias. Las evaluaciones de narrativas transmedia también han resaltado las divisiones de género entre grupos de fans afirmativos y transformacionales.


Sin embargo, estos estudios han tendido a centrarse en ejemplos específicos, igualmente estereotipos, de comunidades de fans femeninas. Este enfoque podría surgir de la representación de ciertas prácticas como masculinas o femeninas, aunque el género en sí no necesariamente determina lo que se recolecta. El género juega un papel en la evaluación del impacto de un texto mediático en cada fandom, pero ampliar el enfoque puede ayudar a iluminar la esencia de la identidad del fan y su relación con diferentes plataformas y prácticas mediáticas. En este contexto también se marca una distinción entre aficionado y coleccionista.

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Generaciones de nostalgia





Las críticas a la nostalgia, como se analiza en la introducción del libro, a menudo la han retratado como un dominio predominantemente masculino. Muchos hombres se dedican a actividades impulsadas por la nostalgia, desde coleccionar discos de vinilo hasta personalizar automóviles, y a menudo reviven su infancia a través de productos de consumo de generaciones pasadas. El aumento de este anhelo por el pasado puede atribuirse a un cambio en las actitudes hacia la madurez masculina, como sugiere el historiador Gary Cross.

Cross sostiene que los hombres que crecieron en generaciones que exigían madurez inmediata después de la niñez ahora exhiben comportamientos similares a los de los adolescentes. Este fenómeno del "niño-hombre" refleja la nostalgia contemporánea, donde los individuos se resisten a envejecer y se rodean de símbolos del pasado. Esta tendencia ha surgido recientemente, influenciada por el rápido ritmo de la cultura de consumo.

Cross señala que la nostalgia contemporánea, particularmente cuando se centra en objetos y prácticas de la infancia, promueve un individualismo exuberante en lugar de un tribalismo estrecho. Este fenómeno encuentra expresión en varios aspectos de la cultura de consumo, incluida la renovación de los dispositivos tecnológicos, la creación de archivos en DVD y el papel de Internet a la hora de reconectar a los individuos con las culturas de generaciones anteriores.



Ciertas formas de nostalgia contemporánea están predominantemente orientadas a los hombres, como la cultura del automóvil, la música rock, la colección de juguetes y los anuncios de cerveza. Los automóviles, por ejemplo, evocan la nostalgia masculina por la juventud y el potencial liberador de la tecnología. Las colecciones de juguetes suelen hacer hincapié en la tecnología y el desarrollo de habilidades, manteniendo una conexión con la infancia.

Sin embargo, el acto de preservar y coleccionar objetos de la infancia, que antes se creía asociado únicamente con el "niño-hombre", es cada vez más adoptado también por las mujeres. Por ejemplo, juguetes icónicos como Barbie ofrecen a las mujeres una forma de reconectarse con su pasado imaginario. La sensación de nostalgia es buscada por adultos de ambos sexos, aunque con diferencias en los textos que revisitan.

La nostalgia sirve como medio para comunicar las experiencias de crecer entre generaciones. Esta nostalgia compartida permite a las personas recordar su infancia y compartir sus experiencias con diferentes formas de cultura popular. Incluso los personajes del pasado aparentemente acabados pueden evocar emociones fuertes y generar interés tanto entre las mujeres como entre aquellos que buscan revivir sus propios recuerdos.

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Y no podemos dejar de lado el hecho de las grandes franquicias, clásicas y recientes, cuyo único objetivo es vender juguetes. Este “pecado original” provoca que los niños de todo el mundo creen vínculos emocionales con sus “objetos de deseo”. Esto sirve para subrayar que la participación de los fans en un fenómeno cultural, parte de objetos y juguetes que poseen un inmenso valor sentimental.


El coleccionista Daz Jamieson explica el papel de la nostalgia y la comunidad dentro del fandom (en material extra de la colección de DVD de Transformers lanzada en 2003), así como la intersección entre género y fandom a través de los juguetes de niños, mostrando el impacto duradero de la nostalgia en las identidades de los fans adultos.


Estos son solo algunos ejemplos de artículos famosos y valiosos que se han vendido en subastas. Aunque el valor de cada artículo puede variar dependiendo del comprador y de otros factores.



1. El Lotus Esprit blanco anfibio de James Bond en [Pelicula] La Espía que me Amó : Vendido por £550,000 en una subasta de 2013.
2. Vestido de Givenchy usado por Audrey Hepburn en [Pelicula] Diamantes para el Desayuno: Vendido por £467,200 en una subasta de Christie's en 2006.
3. Casco de Darth Vader usado en Star Wars: Vendido por US$898,420 en 2019.
4. Zapatillas con lentejuelas de Dorothy Gale en El Mago de Oz: Un grupo de compradores pagó US$2 millones por un set —de los cuatro pares existentes—en 2012.
5. R2D2 de Star Wars: Vendido por US$2.76 millones en 2017.
6. Disfraz de León Cobarde de El Mago de Oz: US$3.077 millones en una subasta.
7. Piano de [Pelicula] Casablanca: US$3.4 millones en una subasta en 2014.
8. Estatua del [Pelicula] El Halcón Maltés: US$4.085 millones en 2013.
9. Batimóvil de Adam West: US$4.2 millones en 2013.
10. Vestido [Pelicula] La Comezón del Séptimo Año de Marilyn Monroe: US$4.6 millones en una subasta de 2011.
11. Vestido de Audrey Hepburn en [Pelicula] Mi Bella Dama: US$4.551 millones en 2017.
12. Robby el Robot de [Pelicula] Planeta Desconocido: US$5.375 millones en 2017.
13. Aston Martin DB5 de James Bond en [Pelicula] 007: Goldfinger: US$6.4 millones en 2019.
14. Anillo de diamantes de Elizabeth Taylor: US$8.8 millones en 2011.
15. La Peregrina de Elizabeth Taylor: US$11.8 millones en 2011.
16. Taj Mahal de Elizabeth Taylor: US$8.8 millones.
17. Tiara de Elizabeth Taylor: US$4.2 millones en una subasta.

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