30 años después de que llegó a la pantalla Mad Max, nos encontramos con Mad Max: Furia en el Camino, una película que nos tomó a todos por sorpresa, mostrándonos un mundo postapocalíptico y una cinta donde cada minuto está lleno de acción.

Podríamos pensar que después de tanto tiempo, la gente se haya olvidado de la existencia de Mad Max, ya que no es la típica película que ves que se repita por los canales de televisión o que haya mantenido su popularidad con el paso de los años, por lo que la productora se estaba arriesgando al elaborar una secuela para una película de hace tres décadas.



Por supuesto que para cautivar a las audiencias y dejarlas impactadas, se necesitaba de alguien que entendiera el mundo de Max y le diera el trato que merece, y no hay nadie mejor para llevar a cabo este papel que el director y escritor de las originales, George Miller.

Warner Bros. fue muy inteligente en dejar que Miller llevara este nuevo capítulo de Max, ya que las tres primeras cintas fueron recibidas positivamente por los críticos y el director se distinguió por hacer sus escenas de persecución con carros y personas reales, sin uso de efectos especiales, fórmula que le funcionó de igual manera para Furia en el Camino.



El director tuvo este proyecto en pausa por años, y durante ese tiempo no se encontró ausente, dirigió tres películas sobre animales que tenían una característica en común: todos hablaban. Miller estuvo a cargo de las dos películas de Happy Feet (por la cual ganó un Óscar) y Babe el Puerquito va a la Ciudad, películas que no tienen nada de parecido con la acción y la violencia que se ve en Mad Max, pareciera que Miller estaba en búsqueda de su lado tierno.



Se anunció recientemente que George Miller estuvo atado a la cinta de la Liga de la Justicia, pero el proyecto nunca arrancó, pero no quiere decir que ahí termina la historia, ya que se elaborará un documental de la historia de por qué no se realizó el proyecto.



Warner Bros. pudo haber dudado de las capacidades de Miller, tal vez pensando que estaba un poco oxidado y el traer de vuelta la franquicia, con un nuevo actor en el papel de Max, no sería nada fácil. Pero a sus 70 años, Miller ha creado una obra maestra de película de acción.

Contando con un presupuesto de $150 millones de dólares y teniendo total control de la cinta, Miller mostró ingenio e innovación. Según Slashfilm, el director trabajó con el mismo equipo que en las anteriores, todas las escenas estuvieron perfectamente planeadas y se tomó su tiempo en desarrollarlas.



Y sí, todas las acrobacias fueron hechas en realidad, teniendo esto en cuenta, la producción se estaba arriesgando a que los actores y extras sufrieran lesiones graves. Para evitar esto, contrataron a las personas que se encargaron de manejar a los voladores en las Olimpiadas, gente que contaba con experiencia que podía manejar este tipo de acrobacias en una sola toma y con precaución



Otras decisiones y libertades que Miller tuvo como director de la cinta, de acuerdo con io9, fueron las siguientes:

  • Siendo que Max era el principal en la cinta, logró convertirlo en una especie de personaje secundario, a un lado de Furiosa.


    • Conseguir que un actor atractivo, como Nicholas Hoult, diera una apariencia distinta, rapándolo y pintándolo de blanco


      • Deshacerse del famoso vehículo de Max, en los primeros instantes de la película.


        • Darle un nombre distinto al villano, y que éste confunda a la audiencia y piensen que se cometió un error, ya que el verdadero nombre debió ser Immortal Joe.



            Todo esto nos hace pensar que definitivamente se necesita de un genio para hacer que dos horas de vehículos en persecución sean interesantes y entretenidas para el público y se encontró esta habilidad en el director George Miller, quien aprovechó cada segundo en pantalla aportando segundo tras segundo lleno de acción.