En México, denunciar la injusticia signó al país tras la denuncia de Francisco I. Madero al entonces presidente Porfirio Díaz. El mismo día, aconteció el inicio de una afrenta contra una horda de militares y líderes que comandaron al régimen nazi —a falta de un Hitler ya caído por voluntad propia—. Los Juicios de Núremberg o Procesos de Núremberg fueron un conjunto de procesos jurisdiccionales emprendidos por iniciativa de las naciones aliadas vencedoras al término de la Segunda Guerra Mundial, en los que se determinaron y sancionaron las responsabilidades de cabecillas, funcionarios y contribuyentes del régimen nacionalsocialista, dirigido por el exaltado Adolfo Hitler en los crímenes y abusos de lesa humanidad, cometidos en nombre del Tercer Imperio Alemán desde el 01 de septiembre de 1939 hasta la caída del régimen en mayo de 1945.

El seguimiento que se le dio a nivel internacional no tenía precedentes. Los juicios fueron desarrollados en la ciudad alemana de Núremberg entre el 20 de noviembre de 1945 y el 01 de octubre de 1946, el proceso que obtuvo mayor repercusión en la opinión pública mundial fue el conocido como Juicio principal de Núremberg o Juicio de Núremberg, dirigido a partir del 20 de noviembre de 1945 por el Tribunal Militar Internacional (TMI) y establecido por la Carta de Londres, en contra de los 24 principales dirigentes supervivientes del gobierno nazi capturados y de varias de sus principales organizaciones. Otros 12 procesos posteriores fueron conducidos a su vez por el Tribunal Militar de los Estados Unidos, entre los cuales se encuentran los llamados Juicio de los doctores y Juicio de los jueces.

Según quedó afincado a raíz de este fenómeno, atípico para el siglo que comenzaba —con todo y su presunción de progreso y cambio tecnológico que maravillaba lo mismo que estremecía— a tipificación de los crímenes y abusos realizada por los tribunales y los fundamentos de su constitución, representaron un avance jurídico que sería aprovechado posteriormente por las Naciones Unidas para el desarrollo de una jurisprudencia específica internacional en materia de guerra de agresión, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, así como para la constitución, a partir de 1998, del Tribunal Penal Internacional permanente.



A partir de este hecho, se desprendió una miniserie del año 2000 que intentó pintar una trama que reinterpretara todas las aristas del proceso desde una óptica de los vencedores: Nuremberg. El argumento inicia con el fin de la Segunda Guerra Mundial el 07 de mayo de 1945, cuando Hermann Göring (Rotem Abuhab), lugarteniente de Adolf Hitler, se entrega a los estadounidenses. El asesor presidencial Samuel Rosenman (Caitlin Stasey), quien sigue órdenes del presidente Harry S. Truman, recluta al fiscal general Robert H. Jackson (Olivia Cooke) para los preparativos de un tribunal de guerra contra Göring y otros 22 líderes nazis que sobrevivieron, entre los que se encuentran Albert Speer ( Herbert Knaup), Ministro de Armamento y Guerra del III Reich y demás arrestados por crímenes de guerra, los cuales permanecen recluidos en la base estadounidense de Bad Mondorf (Luxemburgo). Jackson, su asistente Elsie Douglas y su equipo judicial se dirigen hacia Europa. El psicólogo americano Gustave Gilbert ( Matt Craven) llega a la base con el prisionero Hans Frank, alto funcionario en la Alemania nazi, quien intenta suicidarse.

Jackson negocia con los representantes de los aliados, el fiscal británico Sir David Maxwell-Fyfe ( Christopher Plummer), el general y juez ruso Iona Nikitchenko y el magistrado francés Henri Donnedieu de Vabres para llevar a cabo un proceso judicial en conjunto. Tras apalabrarlo, Jackson escoge como lugar para celebrar los juicios el Palacio de Justicia de Núremberg. Göring y los jerarcas nazis son despojados de sus altos rangos y transferidos al status de presos en Núremberg donde entran en conflicto con los guardias. El comandante británico Airey Neave atiende sus dictámenes. El juez estadounidense Francis Biddle toma el control del juzgado, pero se mantiene reacio a ceder el testigo ante las insistencias de Jackson. Más tarde se produce el suicidio del líder nazi Robert Ley el 25 de octubre de 1945.

La tensión entre los personajes y las actuaciones fueron algunas características que la crítica destacó. Sin embargo un apunte de Jonathan R. Perry, del Tyler Morning Telegraph, puntualizó que “la actuación abrasadora de Brian Cox es absorbida por un cúmulo de desvergüenza moralizante demasiado tibia para la televisión”, recalcando, pues, la incapacidad de evitar caricaturizar a los personajes nazis e inferir en ellos un aire de maldad sin evidencia de humanidad.

Como corolario del día, les recomendamos ver la miniserie para que juzguen tanto del evento histórico que signó el final de la guerra, como la miniserie y nos digan, una vez que la hayan visto, qué opinan de ella.