Si algo aprendimos del cine de explotación, de maestros de la serie B como la leyenda viva Boncuk Yilmaz, es que para vender una película carente de grandes valores técnicos - o simplemente mala - no se necesita más que un buen póster. Una atractiva imagen que logre cautivar y, ciertamente, engañar al potente consumidor.

La gran mayoría de producciones del cine mexicano actual, por el contrario, no tienen deseo de ocultar nada, porque ellos piensan que son responsables de verdaderas joyas fílmicas, y así sus problemas comienzan desde la estética del póster. Es cierto que la falta de ingenio a la hora de realizar el póster promocional de alguna producción es algo mundial: basta ver qué tan similar resultan ser entre sí los afiches en Hollywood, donde recientemente se han limitado a un puñado de variaciones (el protagonista de espaldas, las gigantescas caras de los personajes, etc.). La gente del marketing se ha olvidado de lo esencial: el póster, sea de un filme bueno, regular o pésimo, debería terminar enmarcado, colgado en la pared de la habitación u oficina de algún cinéfilo. No por nada existen esfuerzos como el de Mondo Tees de invitar a artistas a que reinterpreten los carteles oficiales y crear piezas únicas que se venden por precios bastante altos.

Pero bueno, la gran mayoría de estrenos mexicanos de 2016 lograron compartir su mal gusto desde el momento en el que vimos su cartel en la calle (la tendencia parece ser los colores chillones), en el transporte público o saliendo del cine. ¿O ustedes colgarían alguno de los siguientes pósters para adornar sus hogares?





















Y el bonus, porque técnicamente [Pelicula] Milagros del Cielo no es producción mexicana, pero es imposible ignorar el detalle para el mercado nacional de meter forzosamente la imagen de Eugenio Derbez.



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