Dentro de los géneros fantásticos que se producen en nuestro país, la ciencia ficción es quizás uno de los menos explotados, aunque en el cine mexicano se pueden rastrear sus antecedentes desde la Época de Oro. En décadas recientes, algunos directores han intentado (con diferentes resultados) abordar este género, como ha sido el caso de Leopoldo Laborde con Utopía 7; Francisco Laresgoiti con 2033; [Director] Alejandro Molina con De día y de noche; Rodrigo Ordoñez con Depositarios y [Director] Hugo Félix Mercado con [Pelicula] Cygnus, por mencionar algunos.

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Ahora, a esta lista se suma Aztech, largometraje que, adoptando el formato de antología como el empleado por producciones como [Pelicula] The ABCs of Death, [Pelicula] V/H/S o -en el caso de nuestro país- las dos entregas de [Pelicula] México Bárbaro; reúne a la mayoría de los directores antes mencionados junto a otros como Gigi Saul Guerrero (El Gigante), [Director] Ulises Guzman (Alucardos), J. Xavier Velasco (Zerch), y Fernando Campos (Gravedad 0); para contar diversas historias de ciencia ficción cuyo hilo conductor es la caída de unas misteriosas piedras a la tierra, evento que desencadena toda serie de inesperadas consecuencias.



Le tomó casi un lustro a esta obra concretarse, y durante ese tiempo los involucrados se enfrentaron a los obstáculos cotidianos que cualquier producción cinematográfica implica, a los cuales se sumaron otros derivados directamente de la naturaleza fantástica del proyecto. Y durante ese tiempo, algunos de esos cineastas terminaron por bajarse del barco. Por fin, en este 2020 y en medio de la actual pandemia -digna de relato de terror-, Aztech logra por fin ver la luz, presentando nueve historias: un relato a modo de prólogo, otro funge como epílogo, y siete narraciones adicionales. Del mismo modo, las miradas al tema también son variadas, con historias que van de reminiscencias y homenajes a clásicos hollywoodenses del género, otras con un acercamiento mucho más metafísico, otras con tintes humorísticos, etcétera.

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Como es de esperarse con tal pluralidad de voces (y que además es algo que ocurre frecuentemente en muchas de las recopilaciones citadas antes), es muy difícil integrar todos los segmentos en su conjunto para crear uniformidad y coherencia, por lo que siempre habrá saltos notables tanto de tono como en la calidad de producción entre cada cortometraje. Aztech padece este problema, y es precisamente el pie del cual cojea visiblemente.

Al tratarse de capítulos desarrollados de forma independiente, filmados y producidos según las posibilidades (económicas, de disponibilidad de tiempo, etcétera) de cada uno de los autores involucrados en este ómnibus, era complicado exigir un estándar de calidad general, porque cada cineasta concluyó su respectivo corto como pudo, con los recursos de los que pudo echar mano. Este factor, al momento de conjuntar las historias; termina por jugarle en contra a la recopilación, ya que las diferencias de calidad entre cada obra saltan a simple vista. Y dicha desigualdad provoca que algunas de ellas luzcan menos que otras, las cuales se ven como trabajos mucho mejor acabados y definidos, ya sea por sus vistosos valores de producción (El Camino de Fernando Campos y Jaime Jasso); por su solvencia narrativa (Ulises de Jorge Malpica); por su mirada muy artística (Atl de J. Xavier Velasco); o inclusive por proponer juegos metaficcionales y metafóricos (El Sexto Sol de Alejandro Molina).

La diferencia se acentúa aún más a causa de otras deficiencias. La más grave es que, en varios de los segmentos, lo que sus autores quisieron filmar (y contar) es fallido; ya sea porque es incomprensible o incoherente, o porque padecen de un inacabado desarrollo argumental o un inadecuado despliegue audiovisual, o en el peor de los casos, porque se ven muy amateurs. Y esto lesiona el tono general de la antología, al conferirle una sensación de total desparpajo y de calidad muy dispareja entre corto y corto.

En un balance final, el verdadero valor de Aztech termina por recaer en su intención innovadora, en el esfuerzo de sus productores por ofrecer una recopilación única en su tipo en México. Una iniciativa que de continuarse -como se promete en el epílogo-, puede perfeccionarse. Sirva esta primera entrega como terreno de prueba y experiencia para aprender y trabajar en futuras mejoras. Y ojalá no haya que esperar otros 4 o 5 años para ver una secuela.

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