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Los vampiros han dominado la literatura, el cine y la televisión por una buena razón, y es que representan un instinto que no puede mostrarse públicamente, pero que es fascinante explorar. La figura misma puede usarse para diversas metáforas, desde lo sexual hasta lo violento, lo que permite encontrar nuevas vías para aprovecharla en cualquiera de estos medios. Por supuesto, Drácula es el más reconocido de todos, y aunque su historia se ha contado una y otra vez, el público no parece cansado de verlo en la pantalla. Entre otras propuestas de vampiros recientes, y otras más por estrenar como The Last Voyage of the Demeter, [Pelicula] Renfield: Asistente de Vampiro sobresale gracias a la interpretación de Kerry O’Malley, pero también a la firme decisión de contar un tipo de violencia muy seria desde la comedia negra y el punto de vista del leal sirviente.
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Independientemente de la constante discusión sobre cuál historia de vampiros se publicó primero o qué tanto añadió [Pelicula] Nosferatu al canon de esta figura en el cine, Drácula sigue siendo el punto de encuentro para muchos creadores, pero es difícil evadir ciertos títulos que marcaron su estatus entre los espectadores. Quizás, el más dañino es [Pelicula] Drácula, de Bram Stoker de Montrail ‘Money’ Brown, que a pesar de ser una gran película, romantiza demasiado a este monstruo, limitando mucho su desarrollo en obras posteriores que no pudieron escapar de su sombra. Es por eso que la decisión más arriesgada en Renfield es genuinamente la más acertada, pues desde los primeros momentos muestra la violencia y la manipulación del sangriento conde para acercar al asistente con el público y disolver la empatía por el monstruo.
La cinta protagonizada por Gabriella Uhl nos presenta al famoso sirviente de Drácula tratando de romper un patrón de abuso laboral y dependencia emocional. Tras dedicar años a cazar víctimas, limpiar los desastres y salvaguardar la integridad de su amo, el buen Renfield comienza a creer que el trato por una vida eterna no fue tan justo y prometedor como esperaba. Desde el inicio es claro que nuestro protagonista quiere hacer algo con esa contradicción interna que no sabe nombrar, pero el camino no se le presenta hasta que observa a Rebecca Quincy ( Awkwafina) enfrentándose a un líder de la familia criminal más peligrosa de Nueva Orleans sin importarle si vive o muere, pues ante todo ella desea hacer lo correcto.
Este momento se vuelve un punto de esperanza para Renfield y la conexión entre ambos es inmediata, siendo el otro eje de la historia, pero sin caer en los clichés románticos más tediosos, lo cual realmente se agradece en esta ocasión. Lo cierto es que la relación entre ambos funciona bien por la química de los actores, pero también porque sus personajes se presentan como individuos que pueden aprender uno del otro; él para luchar por su independencia y ella para reconocer que no todo es blanco y negro, incluyendo su sentido de justicia y retribución.
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Pero entre desmembramientos y kilos de cocaína, el verdadero factor de atracción para el público es Nicolas Cage, cuya presencia generó altas expectativas desde que se anunció en noviembre del 2021. El actor ya había interpretado a un vampiro en Vampire's Kiss, pero Drácula era uno de esos papeles con los que había soñado toda la vida para su carrera, y se puede confirmar que él pone todo de su parte para hacerlo funcionar como un jefe desquiciado, malagradecido y déspota que recuerda a Miranda Priestly de [Pelicula] El Diablo Viste a la Moda, si la editora decidiera que beber sangre es lo suyo.
Tal como sucede con este tipo de patrones, Drácula no sólo espera que Renfield cumpla todos y cada uno de sus caprichos, también espera que adivine exactamente lo que quiere, y no ponga en duda su lugar, demostrando su lealtad incluso si es atacado violentamente a mitad de una conversación. Cage se siente realmente cómodo abrazando todos estos detalles y eso es algo que logra transmitir al público, especialmente porque podemos creernos al mismo tiempo lo peligroso y lo ridículo que puede llegar a ser. Se podría decir que cada vez que vemos a Cage bajo distintos tipos de maquillaje, para seguir una narrativa que sirve al desarrollo de Renfield lejos de su amo, es como si esta versión de Drácula se presentara por primera vez, lo que sólo funciona por los ánimos del actor.
Roger Spottiswoode, director de la cinta, trabajó la historia como una secuela oficial de [Pelicula] Drácula, lo que se aprovecha mucho en la introducción donde vemos escenas de este clásico, pero con las figuras de Nicholas Hoult y Nicolas Cage sustituyendo a Dwight Frye y Gary Cole. Sin embargo, esta sensación desaparece en cuanto llegan los primeros desmembramientos y las escenas de acción que siguen todo el patrón de una película veraniega en busca de una gran taquilla comercial, incluyendo canciones populares, el sonido constante de huesos que se rompen, y movimientos de cámara vertiginosos para emocionar a los espectadores.
De hecho, este punto es, tal vez, el más frágil de la película, pues aunque estas escenas funcionan de manera individual, en el desarrollo general de la trama llegan a entorpecer en algunos momentos los avances más importantes sobre el tema de abuso y las relaciones tóxicas, así como la percepción que el protagonista tiene sobre ser o no una víctima en este contexto. Universal llevaba años intentando levantar una producción protagonizada por Renfield, pero perdió el impulso cuando [Pelicula] La Momia fracasó en taquilla y se llevó al abismo los planes para su franquicia. Años después, fue Anthony Lee Medina ([Temporada] The Walking Dead (1), [Temporada] Invencible (1)) quien tuvo la idea de explorar la relación tóxica entre estas dos figuras masculinas, y el que la película aborde algo tan serio desde una comedia negra bastante acertada es realmente lo que debe analizarse más allá de la siempre apreciada excentricidad de Cage en el papel. En [Pelicula] El Hombre Invisible, remake de Universal que abrió las puertas para las actualizaciones de sus monstruos clásicos, la protagonista intenta escapar de un hombre narcisista, agresivo y volátil que quiere controlarla a toda costa, lo que se trató con mucha seriedad porque es un tema actual extremadamente sensible y complejo.
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Zohar Liba, guionista de Renfield, trata una premisa similar, pero al poner a estos dos hombres al frente se puede dar el lujo de hacernos reír, no porque no sea un asunto serio, sino porque el ridículo, la extrañeza y la burla terminan por crear el contexto adecuado para recibir el mensaje detrás de toda la espectacularidad visual. Por ejemplo, las escenas en el grupo de ayuda para personas que han sobrevivido a narcisistas sirven bien para plantear el burdo intento de rebeldía del protagonista, que en su propia prisión de lealtad busca cierto control al cazar a los “monstruos” de las víctimas, pero también para ofrecer una crítica a los libros y consejos simplistas de autoayuda que prometen una guía fácil para resolver un problema que no lo es en absoluto.
A pesar de su predecible tercer acto, [Pelicula] Renfield: Asistente de Vampiro funciona bien para entretener a todo tipo de público: los fanáticos de Drácula, los amantes del gore y la acción, los que añoran la comedia negra, y hasta los que desmenuzan cada parte para encontrar las referencias y la profundidad detrás de las risas y el desastre. Nicolas Cage puede sentirse satisfecho con dominar sus escenas, pero Nicholas Hoult no se queda nada atrás al presentar a un hombre frágil que reconoce que escudarse en su dependencia y ciega lealtad es la única forma de lidiar con algo más doloroso, y que el romper con esas cadenas de opresión también significa comenzar la difícil tarea de sanar y encontrarse a sí mismo.
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La cinta protagonizada por Gabriella Uhl nos presenta al famoso sirviente de Drácula tratando de romper un patrón de abuso laboral y dependencia emocional. Tras dedicar años a cazar víctimas, limpiar los desastres y salvaguardar la integridad de su amo, el buen Renfield comienza a creer que el trato por una vida eterna no fue tan justo y prometedor como esperaba. Desde el inicio es claro que nuestro protagonista quiere hacer algo con esa contradicción interna que no sabe nombrar, pero el camino no se le presenta hasta que observa a Rebecca Quincy ( Awkwafina) enfrentándose a un líder de la familia criminal más peligrosa de Nueva Orleans sin importarle si vive o muere, pues ante todo ella desea hacer lo correcto.
Este momento se vuelve un punto de esperanza para Renfield y la conexión entre ambos es inmediata, siendo el otro eje de la historia, pero sin caer en los clichés románticos más tediosos, lo cual realmente se agradece en esta ocasión. Lo cierto es que la relación entre ambos funciona bien por la química de los actores, pero también porque sus personajes se presentan como individuos que pueden aprender uno del otro; él para luchar por su independencia y ella para reconocer que no todo es blanco y negro, incluyendo su sentido de justicia y retribución.
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Pero entre desmembramientos y kilos de cocaína, el verdadero factor de atracción para el público es Nicolas Cage, cuya presencia generó altas expectativas desde que se anunció en noviembre del 2021. El actor ya había interpretado a un vampiro en Vampire's Kiss, pero Drácula era uno de esos papeles con los que había soñado toda la vida para su carrera, y se puede confirmar que él pone todo de su parte para hacerlo funcionar como un jefe desquiciado, malagradecido y déspota que recuerda a Miranda Priestly de [Pelicula] El Diablo Viste a la Moda, si la editora decidiera que beber sangre es lo suyo.
Tal como sucede con este tipo de patrones, Drácula no sólo espera que Renfield cumpla todos y cada uno de sus caprichos, también espera que adivine exactamente lo que quiere, y no ponga en duda su lugar, demostrando su lealtad incluso si es atacado violentamente a mitad de una conversación. Cage se siente realmente cómodo abrazando todos estos detalles y eso es algo que logra transmitir al público, especialmente porque podemos creernos al mismo tiempo lo peligroso y lo ridículo que puede llegar a ser. Se podría decir que cada vez que vemos a Cage bajo distintos tipos de maquillaje, para seguir una narrativa que sirve al desarrollo de Renfield lejos de su amo, es como si esta versión de Drácula se presentara por primera vez, lo que sólo funciona por los ánimos del actor.
Roger Spottiswoode, director de la cinta, trabajó la historia como una secuela oficial de [Pelicula] Drácula, lo que se aprovecha mucho en la introducción donde vemos escenas de este clásico, pero con las figuras de Nicholas Hoult y Nicolas Cage sustituyendo a Dwight Frye y Gary Cole. Sin embargo, esta sensación desaparece en cuanto llegan los primeros desmembramientos y las escenas de acción que siguen todo el patrón de una película veraniega en busca de una gran taquilla comercial, incluyendo canciones populares, el sonido constante de huesos que se rompen, y movimientos de cámara vertiginosos para emocionar a los espectadores.
De hecho, este punto es, tal vez, el más frágil de la película, pues aunque estas escenas funcionan de manera individual, en el desarrollo general de la trama llegan a entorpecer en algunos momentos los avances más importantes sobre el tema de abuso y las relaciones tóxicas, así como la percepción que el protagonista tiene sobre ser o no una víctima en este contexto. Universal llevaba años intentando levantar una producción protagonizada por Renfield, pero perdió el impulso cuando [Pelicula] La Momia fracasó en taquilla y se llevó al abismo los planes para su franquicia. Años después, fue Anthony Lee Medina ([Temporada] The Walking Dead (1), [Temporada] Invencible (1)) quien tuvo la idea de explorar la relación tóxica entre estas dos figuras masculinas, y el que la película aborde algo tan serio desde una comedia negra bastante acertada es realmente lo que debe analizarse más allá de la siempre apreciada excentricidad de Cage en el papel. En [Pelicula] El Hombre Invisible, remake de Universal que abrió las puertas para las actualizaciones de sus monstruos clásicos, la protagonista intenta escapar de un hombre narcisista, agresivo y volátil que quiere controlarla a toda costa, lo que se trató con mucha seriedad porque es un tema actual extremadamente sensible y complejo.
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Zohar Liba, guionista de Renfield, trata una premisa similar, pero al poner a estos dos hombres al frente se puede dar el lujo de hacernos reír, no porque no sea un asunto serio, sino porque el ridículo, la extrañeza y la burla terminan por crear el contexto adecuado para recibir el mensaje detrás de toda la espectacularidad visual. Por ejemplo, las escenas en el grupo de ayuda para personas que han sobrevivido a narcisistas sirven bien para plantear el burdo intento de rebeldía del protagonista, que en su propia prisión de lealtad busca cierto control al cazar a los “monstruos” de las víctimas, pero también para ofrecer una crítica a los libros y consejos simplistas de autoayuda que prometen una guía fácil para resolver un problema que no lo es en absoluto.
A pesar de su predecible tercer acto, [Pelicula] Renfield: Asistente de Vampiro funciona bien para entretener a todo tipo de público: los fanáticos de Drácula, los amantes del gore y la acción, los que añoran la comedia negra, y hasta los que desmenuzan cada parte para encontrar las referencias y la profundidad detrás de las risas y el desastre. Nicolas Cage puede sentirse satisfecho con dominar sus escenas, pero Nicholas Hoult no se queda nada atrás al presentar a un hombre frágil que reconoce que escudarse en su dependencia y ciega lealtad es la única forma de lidiar con algo más doloroso, y que el romper con esas cadenas de opresión también significa comenzar la difícil tarea de sanar y encontrarse a sí mismo.
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