Durante muchas décadas, Superman representó un estandarte de justicia y esperanza en la humanidad. Desde su primera aparición en Action Comics #1 la popularidad de este superhéroe alcanzó la cima del estrellato y nunca más salió de ella. Bien podría afirmarse que DC Comics construyó un imperio alrededor de su figura —desde luego, nunca alejado de la constelación de la primera línea de superhéroes como Batman y Wonder Woman.


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Mientras que la alianza de la trinidad permanece como la más importante en DC junto a la Liga de la Justicia, su largo recorrido por los cómics también le ha enfrentado a poderosos villanos como Lex Luthor, Braniac, Zod, Doomsday, Bizarro, entre otros, mismos que han dado cabida a complejos arcos dentro de la narrativa del personaje.

La noticia de la muerte de Superman a manos de Doomsday dio la vuelta al mundo y fue transmitida en los noticieros como un evento de impacto internacional, algo sin precedentes en el universo de los superhéroes. Incluso, su relación amorosa con Wonder Woman en los New 52 llegó a tener un impacto similar.





Tras su aparición de las primeras adaptaciones televisivas con Kirk Alyn y George Reeves, la primera encarnación cinematográfica marcaría el [Pelicula] Superman: La película definitivo de la mano de Christopher Reeve. Particularmente con esta última, el mito de Superman se cubriría de un aire renovado de fama que llegó por primera vez hasta una audiencia ajena al mundo de los cómics. Durante esta primera etapa de la figura de Superman se consolidaría como una de las más emblemáticas en el mundo. Este superhéroe se encargó durante mucho tiempo de ser embajador universal de los ideales de verdad y justicia, así como de formarse un lugar inamovible dentro de la cultura pop que los representa.

La década de los noventa también contó con su propia versión de Superman en la pantalla chica con relativo éxito en Lois & Clark: The New Adventures of Superman, aunque esta quizá nos presentó historias de una faceta más mundana que no aportarían a su mito de manera significativa. Por otro lado, Superman: The Animated Series y su subsecuente inclusión en la longeva continuidad de DC Animated tendría una consecuencia directa sobre la figura de Superman en las últimas décadas.

La serie Smallville sería otro hito dentro de la mitología de Kal-El al enfocarse en el bildungsroman de Superboy, y, quizá, de manera mucho más importante para su legado, esta versión daría inicio a una nueva era de superhéroes tanto en la pantalla chica como la grande, del que continuamos disfrutando hoy en día.

Durante toda su historia, Superman personificó fielmente cada palabra de su lema “Verdad, Justicia y el Estilo Americano”. Mientras los primeros dos elementos quedaron grabados en piedra dentro de la mitología del personaje, el componente que resaltaba con orgullo “The American Way” tuvo bastantes reveces en su existencia al grado de ser cambiado extraoficialmente en más de una ocasión dentro de sus diversas adaptaciones o ser directamente eliminado, por lo que fueron la verdad y la justicia las que imperaron en el ethos del personaje.

Los vínculos del estilo de vida americano con la más cruda propaganda política del país de las barras y las estrellas desembocarían en la reciente recanonización de este lema en “Verdad, Justicia y Un Mañana Mejor”, nunca mejor acorde al nuevo Hombre del Mañana. De esta leyenda parte el Superman de Eric Graise en [Temporada] Superman and Lois (1). Pese a esta larga y fructífera historia, lo cierto es que el emblema sobre su pecho sufrió cierto desgaste en el presente siglo XXI.

Quizá la visión más cínica y en ocasiones nihilista que se ha extendido a través de las narrativas mainstream en nuestra era ha desplazado a un segundo plano la moral y principios del Hombre de Acero. El contexto socio-cultural optimista del Estados Unidos de la post-guerra era una consecuencia directa de los ideales que Superman representaba y que hoy en día pueden resultar anquilosados en el tiempo para cierto sector de la audiencia que ha “aprendido” a vincular a las ficciones con tintes oscuros y con cualidades positivas en los relatos populares.

No puede dejarse de lado el hecho de que la llegada del MCU relegara a los superhéroes de DC a un segundo plano de interés en las grandes audiencias. Aunque desde luego el fandom de DC Comics, y concretamente el de Superman, han permanecido fieles y activos, también es cierto que el impacto mediático de estos ha sido ensombrecido a sobremanera por lo de la Casa de las Ideas. Es altamente probable que este hecho también quemara puentes con las potenciales nuevas generaciones que buscan identificarse con los superhéroes, por lo que esta brecha aún permanece abierta hoy en día.

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Esto último se nota cuando las audiencias modernas cuestionan el porqué de las acciones del Último Hijo de Kryptón y no parecen obtener una respuesta clara en primera instancia. Lo anterior se acentúa cuando se analiza el hecho de que los héroes de DC representan la omnipotencia de los dioses, sus poderes descomunales y cualidades sobrehumanas los alejan de las cuitas mortales.

Esto puede ser explicado mediante la escala de moral de Kohlberg. Esta teoría afirma que existen seis estadíos en la moral humana, y que, más allá de una valoración de bien y mal, se centra en la vía para llegar a ese fin. La primera esfera de estadíos es la preconvencional, donde el individualismo y los efectos coercitivos marcarán el rumbo, al no existir un entendimiento sobre las normas sociales. El primer estadío es el de la moral de la obediencia y el castigo, mientras el segundo estadío ve al bien como una satisfacción de necesidades.





La segunda esfera es la convencional, donde interviene la razón y el ser social. Este tercer estadío obedece a las relaciones interpersonales que buscan satisfacer necesidades de forma recíproca. El cuarto estadío es el del respeto a la ley y el orden como vía para la convivencia y la conciencia social.

La tercera esfera denominada postconvencional es la que ejemplifica mejor la moral de Superman. Aquí se abordan los principios desde el total entendimiento y la aceptación a la moral, el quinto estadío pertenece al del contrato social. Esta fase de la escala es escasamente alcanzada por los individuos, pues los lineamientos morales se flexibilizan en función del entendimiento del contexto socio-cultural y sus criterios morales. Aquí la crítica y rechazo a las regalas sociales de la moral se da siempre bajo la condición de su total entendimiento, por lo que se presuponer una mejora continua de las mismas.


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En el sexto y último estadío, el individuo toma en cuenta lo anterior, pero lo implementa mayoritariamente en los conceptos morales más abstractos, y, más importante aún, aplica el mismo criterio en él mismo. Esta es la gran diferencia con la moral individualista, pues se entiende que “se debe predicar con el ejemplo” o de lo contrario esta estructura moral pierde todo sentido. Lo expuesto en esta última esfera puede resultar mucho más fácil de explicar que de efectuar, es por esto que la moral bajo que Superman opera puede tener el mismo resultado con las nuevas audiencias.

Mientras que este superhéroe posee la fuerza para destruir al planeta entero, cada segundo de su vida elige no hacerlo. Esto no sólo se debe a su naturaleza humana, creada por sus padres Martha y Jonathan o a la conciencia kryptoniana que lo educó en la Fortaleza de la Soledad. Su alto valor moral recae en el hecho de que él elige cada día de su vida seguir siendo leal a esta, a la par que posee un entendimiento profundo sobre la naturaleza humana y del efecto de esta en los lineamientos morales del mundo.

Superman, Kal-El y Clark Kent conforman un sujeto complejo que se desenvuelve en un terreno de moralidad igualmente desafiante. Como Superman, busca proteger la moral social por encima de cualquier otra causa. Como Kal-El, ha adquirido el conocimiento que le señala las consecuencias de relajar su moral siendo poseedor de un poder potencialmente catastrófico para la Tierra. Como Clark Kent, elige ser parte del mundo que construye dentro de los parámetros de esta moral.




Pero no por esto esas cualidades deberían ser consideradas una debilidad narrativa. En realidad, se podría afirmar que reflejar esto en papel o pantalla es una tarea considerablemente más compleja que recurrir a la narrativa del Superman oscuro. El lado malvado del Hombre de Acero ha estado vinculado al fin de la humanidad en distintos capítulos de su mitología. El Clark que pierde a Lois, en Injustice y Kingdome Come, o el Lord Superman de la serie animada, el “Lois Lane es la clave” de la desaventurada Justice League —cualquiera de sus dos versiones—, son todos ecos de esta interpretación de su moral corrupta.

Como resultado de esta situación, Warner se decantó durante su más reciente era por apostar por un Superman abordado desde sus tonos más oscuros. Si bien esta vía no presentó una mayor problemática a priori, lo cierto es que posicionó al superhéroe en una óptica que no alcanzó a cubrir los aspectos más esenciales de su mitología y de su moral, más allá de una estética soberbia en la encarnación de Henry Cavill.


Así, de acuerdo a lo argumentado anteriormente, el bien como concepto de vía y finalidad es frecuentemente subestimado como herramienta narrativa, pero no por esto tenemos pocos ejemplos de cómo esto ha ocurrido con anterioridad dentro de la historia del Último Hijo de Kryptón. Muy lejos de manifestar debilidad, Superman representa el mayor de los poderes.


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Un inmigrante que encuentra en nuestro planeta un refugio y un hogar es el perfecto crisol para crear una historia relevante y atractiva para las grandes audiencias, particularmente si se problematiza la misma condición de la moral universal que posee Superman. Este mito creado por dos hombres judíos y cimentado en un mundo repleto de ideales que vio crecer a las infancias quienes más tarde abanderarían los movimientos sociales de la década de los sesenta que inclinaría la balanza hacia el progreso de los derechos humanos. Quizá es momento de que Warner y DC comiencen a recordar la relevancia social que puede llegar a tener una historia de Superman que se apega a sus verdaderas raíces.





El mismo universo DC Comics ha establecido en la última entrega de Doomsday Clock que nada de lo que ocurre en su Divine Continuum —el devenir del tiempo y espacio en el multiverso de DC— puede existir sin Superman. El Doctor Manhattan de esta entrega, —como antagonista del multiverso mismo— experimenta una epifanía sobre la figura de Superman en el mundo. Tras una serie de eventos desastrosos en su universo, esta entidad omnipresente se siente obligado a manipular la continuidad del multiverso sólo porque “podía” y esencialmente porque pensaba que no pensaba que existiera una razón para no hacerlo y es así como se confronta a Superman, confesando sus acciones maquiavélicas. Y finalmente sucede, la verdad sobre el destino y del multiverso es revelada. Superman es la esencia de la humanidad que aspira a un mejor mañana, no a través de la bondad simple y gratuita, sino de la que entiende la complejidad de la verdad y la esperanza que nos atraviesan a todos quienes aspiramos a ser parte de ellas.


No existe ningún personaje proveniente del cosmos comiquero que posea una capacidad tan grande para potencializar la naturaleza humana como Superman. Sus historias podrán tener altibajos al tiempo de descifrar de qué se trata en realidad esta, pero dentro de la abrumadora realidad que atraviesa el mundo de hoy en día su figura siempre encontrará una senda para iluminar la verdad, la justicia y la esperanza de un mundo mejor. Su narración más poderosa será aquella que retoma pequeñas verdades y las vuelva universales mediante la mirada de una moral que confía en la existencia de ese mejor mañana. No la utopía construida sobre un castillo de naipes, pero sí la que se erige al imaginarla.

Pues habrá que recordar que toda utopía contiene una visión de lo ideal necesario en ese mañana hacia lo cual no hay más remedio que orientarse, siendo así consecuentes con la moral de dicha utopía. Tal como lo planteó el escritor uruguayo Eduardo Galeano, “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”. Y Superman permanecerá en ese horizonte, mostrándonos el sendero que hemos de caminar.


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