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¿Cuándo y cómo arruinó Michael Bay la franquicia de Transformers?

El director estadounidense de acción Michael Bay es el responsable de que la saga cinematográfica de Transformers sea tan mala

Transformers, la exitosa franquicia de juguetes, series animadas, cómics y videojuegos, estaba destinada a llegar a la pantalla grande tarde o temprano, el problema sería quién se haría cargo de un proyecto de esa envergadura. Adaptar la historia de unos robots que se transforman en vehículos no es algo sencillo de llevar a cabo, especialmente si se pretende dar un mínimo de verosimilitud a la historia.

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Michael Bay, director de algunos éxitos en taquilla como La Roca (66%), Armageddon (39%) y La Isla (40%), fue el elegido para cargar con la responsabilidad de adaptar a los Transformers al cine, con Steven Spielberg como productor. El resultado no fue tan horrible como todos esperaban; muchos fans de las series animadas lo aceptaron y una buena porción de la crítica le dio su aprobación como un entretenimiento decente con grandiosos efectos especiales.

Transformers (57%) llegó a los cines en 2007, y aunque no era el tipo de película que hace reflexionar sobre temas importantes de la condición humana o la situación actual del mundo, cumplía su función como un espectáculo de ciencia ficción con efectos generados por computadora que no se habían visto antes, pues las transformaciones de los robots protagonistas eran más que sorprendentes. El comic relief en dosis moderadas servía para que incluso aquellas personas que no eran fanáticas de los transformers pudieran pasar un buen rato en el cine, algo parecido a lo que hace Marvel con los superhéroes actualmente y que le funciona tan bien.

¿Cuándo se fue a la mierda todo con la franquicia Transformers? No es difícil contestar esa pregunta, en 2009 con el estreno de Transformers 2: La Venganza de los Caídos (19%). Esta segunda parte creció descontroladamente en todos los sentidos y sin ningún cuidado, dejando de lado lo más importante, y el daño cometido por esta entrega es uno del que la franquicia no se ha podido recuperar. De por sí en Transformers la atención estaba demasiado enfocada en los humanos (y no precisamente en humanos interesantes), pero al menos el final nos daba la esperanza de que el equipo de robots leales a Optimus Prime iría ganando importancia en las siguientes cintas… lamentablemente eso no fue así, en cambio se puso toda la atención en los personajes humanos más patéticos y despreciables: la pareja de adolescentes que formaban Shia LaBeouf y Megan Fox se volvió insoportable; John Turturro no hizo más que dar pena con su personaje, la mamá de Sam Witwicky se volvió la señora más molesta en la historia del cine; y a la pandilla de payasos liderados por Labeouf se unió Leo Spitz, personaje hueco y lamentable interpretado por el puertorriqueño Ramon Rodriguez. De hecho, los robots a los que sí se les dio protagonismo fue a los que solo servían para hacer payasadas.

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Lo que parecía un futuro prometedor al final de Transformers con la canción de Linkin Park “What I've Done” se desmoronó ante los ojos de quienes esperaban algo menos insultante para la inteligencia del espectador. Todavía hay valientes que defienden esta saga como algo “para entretener”, pero entretener no significa que tengan que morir nuestras neuronas en el proceso.

Todos los defectos que pudieron señalársele a la cinta de 2007 se maximizaron en la segunda y se añadieron más. Los antipáticos humanos ganaron más protagonismo, los chistes se triplicaron en cantidad y en estupidez, los diseños de los robots se empezaron a volver chistosos (para ir acorde con el nuevo tono) y los efectos especiales y explosiones no dejaron de aumentar, aunque la historia dejó de ser importante y los transformers que eran personajes entrañables en las series animadas y en nuestros sueños de infancia dejaron de serlo.

Transformers 2: La Venganza de los Caídos fue tan mala que el actor protagonista y el director la criticaron. LaBeouf declaró a The Sidney Morning Herald:

Hay mucha gente a la que le gustó la segunda película, pero yo la odié. Simplemente no la disfruté. Pienso que fallamos.

Y durante la presentación de Wall Street 2: El Dinero Nunca Duerme (55%) en el Festival de Cannes 2010 declaró a The Hollywood Reporter:

Cuando vi la segunda película, no estaba impresionado con lo que hicimos. Había increíbles escenas de acción, pero el corazón se había ido.

El mismo Michael Bay admitió un par de años después lo mala que fue y le echó la culpa a la huelga de guionistas de 2007-2008:

El verdadero fallo [con Transformers 2] es que nos metimos en un mundo místico. Cuando miro hacia atrás, aquello fue una mierda. La huelga de guionistas se vino rápido y duro. Fue simplemente terrible hacer una película donde debes tener una historia en tres semanas.

Con Transformers: El Lado Oscuro de la Luna (35%) se quiso reparar el daño, pero ya era demasiado tarde, y las flaquezas de Michael Bay como director se hicieron notar nuevamente. Su obsesión por poner personajes estereotipados graciosos y centrar la atención en LaBeouf, su coprotagonista femenina sexy y los militares, e ignorar en gran medida a los transformers que fueron presentados en la primera entrega, terminaron de hundir este barco (aunque en la taquilla siguió flotando unos años más).

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La cuarta cinta, Transformers: La Era de la Extinción (18%), a pesar de las numerosas críticas recibidas, retomó algunos elementos positivos de la primera, como dar más tiempo e importancia a un grupo de transformers liderados por Optimus en lugar de centrarse en los militares y en LaBeouf (que se retiró por el bien de todos), pero generó muchas molestias el exceso de product placement, al punto de que las casi tres horas parecían un enorme comercial para productos de diversas marcas.

Transformers: El Último Caballero (15%) es una especie de recopilación de todo aquello que se criticó desde La Venganza de los Caídos. Bay y sus guionistas no pueden dejar de sorprendernos, porque con cada nuevo filme de Transformers se sacan una historia de la manga que parece contradecir lo que se mostró en la última entrega, y así ha sido desde la infame Transformers 2.

Los fanáticos acérrimos de esta saga cinematográfica (los hay, aunque usted no lo crea) aseguran que no hay huecos argumentales y que todo se explica perfectamente en cómics y en largas entradas de la wiki de Transformers. Lamentablemente a los espectadores promedio que no tienen tiempo ni interés para leer ese material les queda la impresión de que las tramas de estos largometrajes no tienen sentido, y no hace falta ser muy quisquilloso para pensarlo.

Sin embargo, hay que reconocerle a Bay algunas cualidades, como la excelente combinación de efectos especiales generados por computadora con efectos especiales prácticos, que dan un gran realismo a sus secuencias de acción, aunque hay muchos que no disfrutan su estilo de chaos cinema.

Si los Transformers solo son un entretenimiento palomero, ¿por qué los críticos despedazaron cada una de las películas estrenadas después de la primera? ¿Por qué el público le dio la espalda en 2017 y fracasó en taquilla Transformers: El Último Caballero? Basta echar un vistazo a un espectáculo visual más o menos reciente: Titanes del Pacífico (71%) (2013). No logró el abrumador éxito en taquilla que los robots extraterrestres de Bay, pero la crítica fue mucho más positiva, ¿cuál será la razón? Michael Bay insulta nuestra inteligencia con personajes antipáticos y completamente olvidables (si acaso recordables por lo molestos que son), su exceso de humor barato, sus historias completamente formulaicas e incoherentes, su obsceno patriotismo estadounidense y amor por el ejército de dicho país, y su aparente desprecio por los personajes que dan nombre a la franquicia.

A muchos niños y adolescentes que crecieron viendo el universo cinematográfico Transformers pueden bastarles las explosiones, efectos especiales y la mujer sexy de cada cinta para excitar los sentidos, pero cualquier persona que espere un mínimo de decoro en el guión tendrá nauseas después de ver una de estas cosas. Ni hablar de los fans de la franquicia antes de Bay. El que esto escribe no fue de los que vieron la primera generación, pero sí de los que consumía con ansiedad y fanatismo la serie animada por computadora Beast Wars (Guerra de Bestias), con una historia y personajes interesantes. Hacía falta alguien con mucho más talento como narrador que Michael Bay para hacerles justicia a los transformers en el cine, y por esa misma razón ahora hay tantas esperanzas puestas en Bumblebee (95%), primera entrega dirigida por alguien que no es Bay: Travis Knight.

Si se cumple lo que se ha venido diciendo y Hasbro realiza un reboot de esta saga, y además se aprende de los aciertos y de los (mucho más abundantes) errores cometidos hasta ahora, el futuro podría ser prometedor y esta vez no caerse a pedazos como lo hizo en 2009.

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