RESEÑA | Los Asesinos de la Luna: La anti Pocahontas y el coyote disfrazado de gallina
En casi cuatro horas de estruendosa angustia, Martin Scorsese subvierte el tradicional imaginario sobre el Viejo Oeste.
La mordaz mirada de Martin Scorsese ha sido objeto de fascinación y aclamo desde su debut como director. Poco queda por decir sobre su habilidad para dirigir, pero a casi 50 años del inicio de su carrera, todavía está llevando su interés a nuevos territorios. El más reciente de ellos es la historia, poco conocida para la mayoría, del llamado “Reino del Terror” de la gente Osage a principios del siglo pasado. En Los Asesinos de la Luna (94%), su nueva película, el realizador construye un relato demoledor sobre el racismo y la codicia.
No te pierdas: Los asesinos de la luna: Martin Scorsese dice que no quiso poner subtítulos en las escenas de los Osage
¿De qué trata 'Los asesinos de la Luna'?
Basada en hechos reales, Los asesinos de la luna es la historia de William (Robert De Niro), un codicioso hombre que casa a su sobrino Ernest (Leonardo DiCaprio) con Mollie (Lily Gladstone), una mujer indígena cuya familia es dueña de tierras con yacimientos de petróleo. Es así que pone en marcha un complot para asesinarla a ella y a su familia y poder heredar los títulos de sus propiedades. Ante los persistentes decesos, una incipiente organización, más tarde conocida como el FBI, surge para investigar el caso.
Más allá del impecable diseño de producción, que trae a la vida la década de 1920; de la fotografía, a cargo del mexicano Rodrigo Prieto, que contrasta las tradiciones Osage y la urbe americana con colores vibrantes y pálidos grises y cafés; Scorsese desarrolla la antítesis al romántico mito de Pocahontas. El espectador se encuentra con un relato de avaricia desenfrenada en el que dos razas se encuentran, no desde el interés mutuo, sino desde la codicia. En donde no hay un amor genuino entre el miembro de una por el de la otra, sino el interés por efectuar un impune y sigiloso plan de atraco y asesinato, y en el que el arrepentimiento provoca un quiebre irreparable antes que una comunión supuestamente basada en el respeto mutuo.
Entre los westerns, la imagen de un indígena acaudalado, al que todos los vaqueros blancos buscan complacer, suena impensable. Y es así que Scorsese subvierte el imaginario tradicional del Viejo Oeste. Mollie y su familia aparecen en lujosos coches, envueltos en telas y trajes finos, mientras los caucásicos lo hacen en trapos percudidos y sucios de tierra y sudor. Son ellos quienes se desviven por servirles y ganar así unas monedas de su interminable riqueza.
Al adoptar e intercalar, desde un inicio, la perspectiva de William y su plan en complicidad con Ernest, el filme opta por un relato de suspenso en el que, adelantado a Mollie, la angustia por ver a sus familiares ser asesinados uno tras otro se transmite al espectador. Los Asesinos de la Luna (94%) no esconde la violencia, los balazos y las explosiones, pero sí cuida no regocijar la cámara en ellos. Una y otra vez, lo abrupto de cada tiro de gracia, y lo resonante de sus detonaciones, dan paso una sensación de ahogo que se manifiesta mejor en la actuación de Gladstone. Escena tras escena, afligida por la diabetes que padece, el personaje carga una enfermedad que se siente más como una maldición que la arrastra a ella y al público hacia la desesperación.
Te recomendamos: Los asesinos de la luna: Leonardo DiCaprio exigió a Martin Scorsese reescribir el guión para que no fuera sobre los blancos
Los mitos y la cultura Osage
En contraste, Scorsese opta por un trato mucho más solemne de las únicas dos muertes naturales que ocurren en el relato. Sin destripar la trama, el silencio inunda estos momentos, y los ensordece mientras el encuadre mantiene siempre en el centro de ellos a sus personajes indígenas. Igualmente, el retrato de mitos y augurios de la cultura Osage adquiere una dimensión real al interior de la historia. Tanto desde la simple aparición de un búho hasta la mano extendida de un ancestro en retorno, ya entenderán cuando la vean.
Es también memorable el trabajo de DiCaprio, quien da vida al papel más patético que quizá haya interpretado en toda su carrera. Es sorprendente el cuidado con el que el actor evita la caricatura y sin embargo exuda una pobreza mental que da lástima desde su primera aparición y hasta el final. De Niro vuelve con una interpretación sumamente siniestra que se aleja de los grandes gestos, pero que esconde, detrás de pequeñas miradas, toques escalofriantes. Su personaje, un coyote disfrazado de gallina, es el icono principal de este relato: un insidioso exterminador de facilidad de palabra y cordial sonrisa.
Los Asesinos de la Luna (94%) adquiere su título de la temporada en la que los Osage observaban florecer sus campos. El filme son 240 minutos de largometraje en los que el dolor de la codicia humana se revela detrás de marchitos pétalos que caen con el estruendo de una bomba sobre sus planicies. El filme ya está disponible en cartelera.
Continúa leyendo: Martin Scorsese admite que el western ha hecho muy malas representaciones de los nativos americanos
Comentarios