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(1970)
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Nunca pensé que viviría tanto como para ver a Nicole Kidman convertirse en una de las actrices más aburridas de su generación, pero estamos donde estamos. Su último estreno, Expatriadas, es el último de una larga lista de dramas televisivos de prestigio en los que deambula por el lugar como una mujer etérea y privilegiada atormentada por un dolor secreto que ni todos los exquisitos muebles ni las vistas de la playa del mundo pueden aliviar.
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(1970)
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Jumbo o Capaldi pueden captar la atención de cualquiera. Juntos, enfrentándose como adversarios, son fascinantes. Si alguna vez se va a inventar un premio a la mejor actuación conjunta, que sea este año, para ellos. Capaldi es aterrador como el depredador frío que husmea a su presa, buscando debilidades, preparado para esperar una muerte rápida y limpia. Jumbo es un oponente fantástico que no deja de verse afectado por todo lo que aporta a la contienda...
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(1970)
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El western es una forma tan histórica que existen muchos tropos familiares. A veces, amenaza con llevar a Lawmen a un pastiche sin humor, sobre todo teniendo en cuenta que el guión generalmente se ciñe a una tradición concisa (“Murió y vivió valientemente”). Pero el raro punto de vista y el cuidado puesto en la historia, por no hablar de su base en logros de la vida real, la salvan (...) hay un espacio creado para disfrutar de Quaid, cuyo don de encanto perezoso combinado con una amenaza latente se ha vuelto más concentrado con la edad y funciona perfectamente aquí.
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(1970)
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Es más complejo e inteligente que El Juego del Calamar. Queda por ver si esto ayudará a que sea un éxito aún mayor o si será un obstáculo. Pero quien vea un minuto permanecerá ahí hasta el final (...) Ambos programas son una mezcla adictiva de tensión implacable y depravación creciente. Ambos han dominado el arte de hacer pensar al espectador que “las cosas no pueden empeorar” antes de lanzarse a otra escena que demuestra que el espectador está equivocado. Ambos tratan sobre el capitalismo y cómo nos enviará a todos al infierno más temprano que tarde. Ambos son innovadores, fascinantes y desquiciados.
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(1970)
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Hay historias impactantes sobre una industria dividida por el racismo, la vergüenza corporal y el abuso de poder, pero los momentos más asombrosos son los anodinos y es interesante escuchar a estar mujeres hablar...
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(1970)
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Los guiones de Sex Education solían ser fugaces y divertidos. Ahora todo el mundo es serio, ofrece lecciones de vida en todo momento y te hace añorar los días en que el humor todavía era una parte honrada de la condición humana. La serie final tiene sus momentos, principalmente cuando regresa al elenco principal y recupera la confianza para permitirles hacer juntos su todavía glorioso trabajo alquímico. El resto es duro y el adiós menos doloroso de lo que debería haber sido.
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(1970)
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En resumen, ¿Quién es Erin Carter? no es convincente (al menos fuera de las escenas en las que a Watson, una actriz con un talento sobrenatural que hace mucho con lamentablemente poco, se le permite dominar). Tampoco es de suspenso. Su tibia trama tarda una eternidad en ponerse en marcha, en la medida en que lo hace. A la cámara le encanta detenerse en rostros doloridos o desconcertados, o seguir a personas por las pintorescas calles de Barcelona en su camino para ejecutar otra decisión que probablemente les haga daño, haciendo que casi todas las escenas pierdan impulso.
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(1970)
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El programa establece su postura al comienzo de cada episodio, cuando las personas que han perdido a un ser querido, con mayor frecuencia a un hijo, dan un testimonio inquebrantable y afligido de los años de sufrimiento de la víctima como adicta y de lo que significa la pérdida para la familia.
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(1970)
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...es una tarifa estándar y sólida. Tenemos al bondadoso Joe Gargery (Owen McDonnell) satisfecho con la vida como herrero y desconcertado porque su joven protegido, Pip (Tom Sweet, que será reemplazado por Fionn Whitehead cuando Pip crezca), no siente lo mismo. La mezcla de ambición e ingenuidad que dará forma a su destino está muy bien dibujada: se acerca a un adolescente moderno y rebelde, pero siempre retrocede lo suficiente como para mantenerlo en un territorio atemporal de angustia adolescente.
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(1970)
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La serie es una rara excepción a la regla de las precuelas (generalmente sustancialmente peores que las originales y socavando todos los esfuerzos anteriores) y, con suerte, pondrá a muchas de sus estrellas más jóvenes en el camino hacia el éxito. Amarteifio lo hace especialmente bien, asumiendo la mayor parte de las cargas del programa y mostrando en embrión toda la Charlotte que conocemos. Pero es con una energía inocente y una inteligencia incansable que también nos muestra algo nuevo.
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