En los últimos años, nosotras, las mujeres, hemos hecho un esfuerzo para ir hacia adelante. Seguimos las pisadas de las grandes que en décadas pasadas lucharon y pelearon por sus derechos. Mujeres que en un periodo de guerra salieron a conseguir trabajo al mismo tiempo que cuidaban del hogar y realizaban las tareas domésticas.
Durante años nos llamaron el sexo débil, cuya función estaba limitada a complacer al hombre y engendrar, de preferencia varones, para seguir con el legado familiar y conservar el gran apellido del cónyuge. Fuimos sumisas. Complacimos al hombre en la cocina y en la cama. Pretendimos no ver el labial rojo sobre su camisa blanca y no oler el perfume dulce en su cabellera. Nos pusimos vestido, nos pintamos los labios y caminamos en tacones sobre un terreno que poco a poco se tornaba menos cómodo. Así, algunas voces ganaron fuerza y decidimos ya no callar.
Quisimos ir a la universidad, pero, “¿para qué una mujer querría estudiar? ¿Qué no es suficiente encontrar marido?” Decidimos salir a trabajar, y nos culparon de “robar” sus trabajos. Pedimos votar, pero no había razón para hacerlo, pues “las mujeres no saben nada de política”.
Poco a poco ganamos más espacio en una sociedad machista y en el peor de los casos, misógina. Hoy, tres o cuatro generaciones después notamos un avance cuando miramos al pasado. Sin embargo, no podemos decir que todo está ganado. Basta ver el maltrato doméstico que aún forma parte de la vida de una gran cantidad de mujeres, los comentarios en los que se desprestigia su trabajo, la diferencia de salarios entre ellos y nosotras, la cosificación, las violaciones y, más grave aún, la gran cantidad de feminicidios ocurridos en nuestro país. Por si fuera poco, la victoria de un futuro presidente que es claramente misógino, elegido en buena parte por mujeres. ¿Es que no hemos aprendido nada del pasado?
El cine, como medio de entretenimiento y en muchos casos también de denuncia, ha retratado historias en las que las mujeres son abusadas por los hombres. Maltrato doméstico, violaciones, falta de credibilidad en ellas, desconfianza y odio son algunos de los elementos presentes en la siguiente selección. Las películas que se enumeran a continuación nos muestran personajes misóginos que encuentran satisfacción o sienten que ganan poder al someter a una mujer. La pelea por la igualdad de género no ha terminado, y estas películas son sólo un recordatorio de ello.
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