Adaptación de la novela "Mal de Pierres". Sigue los pasos durante veinte años de una sofisticada mujer, que tras contraer matrimonio con un hombre después de la II Guerra Mundial se enamora de otro.
Un filme con la impecable actuación de Àlex Brendemühl y un siempre estimulante Louis Garrel; dos polos de una desdicha mal diagnosticada que encuentra una terapia de cine académico.
Aunque la puesta en escena de García deriva en una cinta espléndidamente realizada, es el trillado relato lo que convierte a Mal De Pierres en una tediosa función.
La película -típica exploración de un triángulo amoroso, los desengaños, los sacrificios, la culpa, la pasión contenida y esas cartas románticas que nunca llegan a destino- va y viene entre las décadas de 1940 y 1960 con una belleza formal que no alcanza a disimular ciertos lugares comunes del género.
La estructura casi ridícula del final en forma de thriller paranoico acaba por arruinar un proyecto que exigía un pulso mucho más alterado, pasional y frenético.
Cansina y torpemente ilustrativa en todo su discurrir, se gana a pulso –y con ganas– el título de la peor película vista hasta el momento dentro del escaparate principal del festival (de Cannes).
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