Se queda algo lejos de aquella pequeña maravilla que Lukas Moodysson dirigió hace unos dieciséis años, la espléndida Juntos, que trataba con más chispa y encanto eso de vivir en una comuna.
El arranque es prometedor y el idealismo quimérico de los protagonistas, contagioso pero termina diluyéndose en un rutinario y previsible enfrentamiento marital.
El gran trabajo de sus dos protagonistas, en especial una desgarradora Trine Dyrholm, es lo que evita que la propuesta de Vinterberg nunca se venga abajo.
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