NOSFERATU, de Robert Eggers, es la gótica historia de una obsesión entre una joven atormentada y un terrorífico vampiro enamorado de ella, causando un horror indescriptible a su paso.
Cada época tiene su película definitiva de la leyenda vampírica de Stoker. Eggers nos ha regalado una magnífica versión actual con raíces que se remontan a un siglo atrás (...) Tanto como el temible Orlok de Skarsgard, la película pertenece a Depp, cuya interpretación es una revelación. Sus escenas juntos son eléctricas, erizadas de una oleada conflictiva de repulsión y deseo, trance y lucidez, resistencia y rendición predestinada. Depp le da al delirio de Ellen una gravedad trágica, que se profundiza una vez que ella reconoce las fuerzas místicas dentro de ella que provocaron la obsesión del vampiro. Puede pasar en un instante de débil y vulnerable a demoníaca, y la fisicalidad estilizada de sus ataques es impresionante.
Puede que Nosferatu no te entusiasme al instante, pero, además de la brillantez técnica que plasma de forma magnífica los últimos años del siglo XIX, hay una longevidad innata en su pensamiento que sin duda hará que la gente vuelva a verla. Del mismo modo que volvieron a ver el original de Murnau (que, durante años en copias de VHS destartaladas, debió de parecer una película snuff sobrenatural), se sentirán atraídos por algo que no se ve mucho en el cine de terror convencional, un tango con la muerte que es perverso pero extrañamente convincente y, en algunos sectores, posiblemente (¿nos atrevemos a imaginarlo?) bastante repugnantemente erótico. Permanecerá en tu memoria durante mucho tiempo, posiblemente más de lo que te gustaría.
Eggers evoca a Vermeer y a otros maestros con su puesta en escena perfectamente organizada, y hace gala de una fuerte visión, pero tiene dificultades como narrador, lo que resulta sorprendente, teniendo en cuenta los méritos del material original. “Nosferatu” parece ahora más en deuda con “Drácula” que nunca (...) la pesadilla que es el centro de la película nunca funciona del todo, ya que Eggers se apoya en pistas musicales amplificadas y una edición poco convencional para desconcertar, e incluso entonces, la metáfora subyacente no está clara. Aunque “Nosferatu” reconoce las ansiedades clásicas de la depredación sexual tan centrales en la tradición vampírica, las imágenes de adoración a Satanás y ratas portadoras de plagas diluyen el impacto.
Apenas hay un milisegundo en esta película que no mida la distancia entre las personas y la oscuridad que rechazan dentro de sí mismas, un efecto tan palpable que el propio Orlok llega a sentirse algo irrelevante para la historia que pone en marcha. (...) Por supuesto, ese no es el defecto fatal que podría parecer, no en una película tan completamente cautivada por la pregunta de dónde viene el “mal”, ni una tan gloriosamente capaz de ilustrar por qué alimentar nuestra oscuridad es el mejor método que tenemos para sacarla a la luz.
Algunos puristas del terror podrían dudar de la falta de sustos evidentes, pero Nosferatu no es una película de terror que te permita escapar del apuro con un susto barato. Aun así, ofrece uno de los sustos más efectivos de 2024, pero está más perfeccionada para el tipo de atmósfera opresiva que se infiltra en el alma. Nosferatu resulta ser una excelente mezcla del horror popular de La Bruja y la gran escala de El Hombre del Norte. Al hacer realidad por fin su apasionante proyecto, Robert Eggers nos ha deleitado a todos con la mejor película de terror del año.
El Nosferatu de Eggers toma con amor muchos elementos y piezas temáticas del original y evoluciona y expande casi todos los aspectos. Temáticamente, poner en primer plano la agencia de Ellen agrega una exploración intrigante del deseo erótico desesperado, la vulnerabilidad y la obsesión, y Eggers hace un uso completo de estos elementos. Es una maravillosa exhibición de talento escénico, creando un mundo rico en detalles y una atmósfera tan palpable que prácticamente persiste en la piel. El resultado es una adaptación verdaderamente aterradora que mantiene una sensación generalizada de pavor perpetuo y de otro mundo. Nosferatu es una excelente película de terror de un director en el apogeo de su capacidad, y una de las mejores películas del año.
Nosferatu es la mejor obra de Robert Eggers, ya que se sostiene con audacia como un drama gótico de vampiros y aprovecha astutamente los textos originales: el clásico mudo de F. W. Murnau y la novela Drácula de Bram Stoker. Esta resplandeciente nueva versión de terror mantiene intactas las grandes líneas de estas leyendas de vampiros, pero las remodela en una aterradora historia a la luz de las velas sobre la autonomía corporal (o la falta de ella) que desafía las versiones anteriores de la historia (y sus concepciones de la sexualidad femenina) y en la que Lily-Rose Depp ofrece una actuación desgarradora frente al inquietante villano cadavérico de Bill Skarsgård.
La película está muy bien producida y filmada, con buenas interpretaciones, aunque para mí el vampiro de Skarsgård es opaco y terriblemente horripilante sin ser necesariamente tan aterrador como se podría esperar (...) siento que el vampiro de Eggers es más estilizado, más estudiado, pero menos insidiosamente aterrador de lo que necesita ser, y hay menos sensación de que su debilidad –su pasión por Ellen (Depp) se vuelva peligrosa para él. La sutileza psicológica que hay se transfiere a la ordalía freudiana de Ellen, que se siente atraída pero disgustada por el vampiro, pero se da cuenta de la forma en que estos instintos en pugna deben reconciliarse. Ésta es una carta de amor elaborada y detallada al original, inteligentemente respetuosa y fiel.