Lo primero que voy a decir es que El legado de Júpiter - 35% no es la serie mala y género que algunos han dicho que es. Sé que a la crítica no le encantó esta serie. Eso es algo de lo que no hay duda. La realidad es que si a muchos se les hizo lenta es porque no captaron que es un drama familiar de superhéroes, el cual básicamente funcionaba como muchas otras series centradas en las rupturas de una familia acaudalada. Por ello, la acción no tenía porque estar en primer plano en todos los capítulos. Dicho eso, aquí no voy a hablar de las razones por las que fue una serie buena. Eso lo voy a dejar para otra ocasión. Aquí voy a hablar de los errores que Netflix cometió a la hora de adaptar la serie. La realidad es que una adaptación libre puede resultar en una serie buena, pero en este caso en particular, muchas de las decisiones fueron en función de alargar la historia y eso no ayudó realmente a la serie. Aquí mencionaré algunos errores que me parecen que ayudaron a alejar al público, a generar la impresión de que era una serie de superhéroes más y no algo que pudo haber sido muy especial y, sobre todo, a que Netflix la cancelara prematuramente.
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Adaptarlo como serie y no como película
Este es el primer gran error. A la hora de adaptar una historia se debe elegir el medio correcto. Una serie de novelas en las que cada volumen es de mil páginas, se adaptan mucho mejor en una serie de televisión, como bien demostró Game of Thrones - 59%. Por el contrario, una novela chica o un cuento pueden caber perfectamente en una película de dos horas. En el caso particular de Jupiter’s Legacy de Mark Millar . Sólo son dos volúmenes y tiene una precuela llamada Jupiter’s Circle de otros dos volúmenes. El primer volumen tiene 117 páginas de las cuales en la serie adaptaron unas cuarenta muy vagamente. 40 páginas de una novela gráfica que tiene bastantes diálogos, pero no tantos en ocho capítulos de aproximadamente 40-50 minutos cada uno. Algo no cuadra en eso. Se nota que las mentes creativas detrás de esta serie tomaron un riesgo calculado. Alargar la historia al máximo para poder contarla en más temporadas de las que ameritaría. El problema es que no les salió como esperaban y ahora se van a quedar sin contar lo más interesante de la historia. Lo que nos lleva al segundo error.
Omitir el giro de trama y la premisa de la historia, en realidad
¿Cuál es la premisa del primer tomo del cómic llamado Jupiter’s Legacy? Una figura a lo Superman (The Utopian) trata de ser la encarnación de los valores de la primera mitad del siglo XX y quiere que todos los héroes básicamente se comporten como los de la Era Dorada de los cómics, con reglas estrictas como salvar a la gente, pero no intervenir en los asuntos políticos y económicos del mundo. Los demás héroes, liderados por su hermano e hijo no sienten que están a la altura de esta figura casi sobrehumana y deciden traicionarlo para convertir al mundo en su propia utopía. El resultado es que el mundo se vuelve una distopía en la que los villanos tienen que vivir escondidos del ojo inquisidor del nuevo orden mundial. La serie adaptó los elementos básicos de esa premisa, pero omitió el principal: La traición. Estaban las semillas para que eso ocurriera, pero quizá en la segunda o tercera temporada. La realidad es que la serie optó por terminar en un punto en el que se entiende que Walter es un villano que está planeando acabar con su hermano para gobernar al mundo. En el cómic da buenos argumentos, a lo Thanos, que lo hacen ver como una figura más ambigua que cree que lo que hace es por el bien de la humanidad y que su hermano es un lastre. De la misma forma Brandon es menos heroico en el cómic. Es sólo un peón de las maquinaciones de Walter. El punto es que ese giro de trama es lo que da carácter a esta serie y lo separa de cómics sobre Supermanes malvados a lo Irredeemable, The Boys o Invincible. Omitirlo de la primera temporada fue uno de sus errores más graves y que ayudó a generar la idea de que era un programa de superhéroes más.
Cambiar la crisis económica del 2008 y el hecho de no intervenir en los gobiernos por el dilema de matar o no a los villanos
Uno de los dilemas más clásicos a estas alturas es el de si se debe o no matar a los supervillanos. Es algo que se ha estado discutiendo desde los ochentas y que si bien es relevante en relación con la brutalidad policiaca que aún impera, en el programa nunca se sintió que el asunto fuera del todo hacia allá. Más bien estaban discutiendo ese dilema de una manera algo tradicional. El asunto es que en los cómics lo que crea la cisma en el mundo de los superhéroes no es eso. Es el hecho de que su aparición ayudó a arreglar el desastre de la gran depresión en los treinta y en el 2008 la crisis financiera hizo a más de uno recordar ese momento oscuro de la historia de Estados Unidos. Por ello, el dilema aquí es: si los héroes tienen superinteligencia y otros poderes que pueden arreglar las crisis económicas de la humanidad, ¿por qué limitarse a detener villanos cuando podrían arreglar al mundo? Walter y Sheldon están en puntos distintos de este debate y es lo que lleva a la muerte del segundo. En comparación con esto, el dilema de matar o no matar se siente anticuado y genérico.
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Humanizar a The Utopian y desarrollar la trama de los años treinta
El Sheldon Sampson de la serie es más un niño grande tratando de vivir en un mundo de fantasía que un Superman de la Era Dorada. El del cómic es un Superman de la Era Dorada que no nota que sus ideas no envejecieron bien y ya no cuadran con el siglo XXI. Cuando lo vemos antes de ser un superhéroe en esa década en el cómic básicamente es una encarnación de los héroes Pulp del período. Hombres hipermasculinos capaces de domar cualquier amenaza, humana, sobrenatural o alienígena que se pusiera en su camino. Piensen en Doc Savage, Captain Future, Tarzan, Buck Rogers, Zorro o The Shadow. Son héroes que representaban el sueño americano. Ésa es la principal diferencia con el Sheldon de la serie. La versión de los treintas del programa es un loquito en el que nadie cree y que si le siguen la corriente es por la vaga esperanza de que no lo esté. Nadie confía en él y el grupo está completamente fracturado. En el Sheldon del cómic todos creen sin dudarlo por un segundo. Justo eso se ve en la primera escena del cómic. Están en Marruecos buscando la embarcación que los va a llevar a la isla y el capitán está asombrado de que todos ellos quieran seguir a alguien que vio una isla en un sueño, pero ellos confían plenamente en él:
Confía en mí, amigo. Si Sheldon dice que hay una isla ahí, tú puedes apostar tu granja en ello. ¿En serio? ¿Qué te hace estar tan seguro? Él lo vio en un sueño. ¿Y el resto de ustedes están de acuerdo con eso? Completamente de acuerdo. Si algo hemos aprendido con los años es que si mi hermano tiene una idea en su cabeza no tiene caso convencerlo de lo contrario, Capitán.
En la serie. Esta escena ocurre de otra forma porque nadie confía en él. No tiene el sentido de aventura y esperanza que la original y ése es el meollo del asunto. Millar escribió estas escenas así para que contrastara el mundo lleno de esperanza a lo pulp de los treinta con el mundo más complejo y gris de la actualidad. En el cómic queda claro que en el mundo moderno ya nadie puede creer de la misma forma en Sheldon. El mundo ya no es el mismo, aunque él quiera fingir que lo es. Ya no hay esa sensación de esperanza.
Cabe decir que la trama de los años treinta sólo son unas cuantas páginas en el cómic original. En la serie la expandieron para darle más realismo y profundidad a los personajes, pero nos mostraron un mundo igual de decadente y perdido que el actual. El del siglo XXI es una prolongación del mismo. Y aquí no es tanto que Walter sea un vejestorio de otra época. En realidad, es el mismo loquito en el que nadie cree y simplemente se creo la ilusión de que sí. Al final de la serie queda claro que es una ilusión frágil. Esto es menos impactante que lo que ocurre en los cómics porque la falta de confianza en Sheldon está en sinergia con la crisis económica. Se está dejando claro que lo que sirvió en los treintas ya no sirve en el 2008. En la serie eso no está. Más bien tenemos que Walter se cansó de estar en segundo lugar. Es un conflicto más lineal. Quizá se le pudieron dar más matices en el futuro, pero este ya no va a llegar.
Alargar las cosas para mil temporadas no es el estilo de Netflix
El principal problema de la serie es que parece que los creadores no tomaron en cuenta que con Netflix tienes que desplegar todas tus cartas desde el principio. Si intentas jugar una partida larga, quizá Netflix te saque del juego antes de que tengas la oportunidad de brillar.
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