Cuando escuchas la noticia de que Ridley Scott está trabajando en una película sobre un astronauta que se queda varado en Marte, lo primero que viene a tu mente es: “Puta madre, pinche Ridley Scott la va a cagar otra vez”. Nadie te culparía, pues después de películas desastrosas como Prometheus y Éxodo, parecía ser que el Scott de antaño, el excelente director, había dejado de existir. Lo segundo que viene a tu mente es que en el mejor de los casos sería una película tensa y muy fuerte, difícil de ver y trágica, algo así como una nueva Cast Away, pero en Marte. Resulta que te equivocarías, al menos parcialmente. The Martian entra fácilmente en la contienda de las mejores películas de ciencia ficción del año.
La película empieza de una manera muy abrupta y desorientadora. Scott va directamente al grano, con una protitud que extraña, y cinco minutos después del inicio, ya nuestro protagonista, Mark Watney, está varado y sólo en Marte, y su precaria situación se nos dice directamente a la cara: no tiene forma de comunicarse con la NASA, nadie sabe que está vivo, y su suministro de comida, agua y oxígeno es limitado.
Como vi esta película sin haber visto ningún trailer o clip, pensé que se centraría sólo en Watney, y tal vez veríamos flashbacks de su vida en la Tierra, como una especie de 128 horas interplanetario. No podía estar más equivocado. Resulta que el tono tenso de la película se evapora en cuestión de minutos, pues varias situaciones hacen más llevadera la situación de este astronauta (las cuales, para no spoilear, no describiré mucho) y su gran ingenio y gran inteligencia le permiten volver a comunicarse con la NASA, y con ello empiezan a planear un rescate.
Describir mucho la trama sería arruinarla, pues de hecho es muy sencilla y siempre va directo al grano. Scott siempre ha sido un maestro del ritmo, y en esta película lo vuelve a demostrar, avanzando la historia a ritmo de fast forward, pero pausándola y llevándola más lenta justo cuando lo necesita, para crear tensión o para explicar un complejo plan de rescate. La historia, también, es una apología de la inteligencia humana, ese rasgo que nos ha permitido convertirnos en los reyes de la Tierra y salir de sus confines. Resulta increíble pensar en la gran perseverancia, ingenio, creatividad y capacidad mental del ser humano, capaz de crear artefactos tan extraordinarios como una computadora o un avión, y ver a científicos usar esa inteligencia (aunque sean científicos ficticios) a toda su capacidad - amo los momentos en los que se les ocurre una idea y empiezan a trabajar denodadamente en ella – es un deleite supremo. Hacen falta más películas en donde los científicos son retratados como lo que son: humanos brillantes, no bobos geeks excéntricos al estilo de Sheldon Cooper. El nivel de su genialidad radica en que encuentran solución a todo con medios a su alcance, como si fueran MacGyver. Oye tú, ve a hacer una bomba. Claro, jefa, no hay problema, déjeme ir a la cocina, a mezclar azúcar, unos químicos, y voilá. Son unos malditos genios.
Si pensabas que la película sería muy seria, pues resulta que es seria cuando necesita serlo, pero cuando tiene la oportunidad de hacerte reír, la toma y la aprovecha. La comedia es muy buena; en verdad llegué a reírme mucho con cosas como “Operación Elrond” o la curiosa selección musical, que incluye canciones como I Will Survive en los créditos finales... Pondrás los ojos en blanco, pero no podrás evitar reírte. Esta mezcla entre comedia y seriedad está sorprendentemente bien manejada, en ningún momento se siente que la una interfiera con la otra, y es muy ameno, casi como si fuera una película de Spielberg, pero muchísimo menos empalagoso.
No tengo nada malo que decir sobre esta cinta. Los únicos “defectos”que podría encontrarle son cosas 100% subjetivas. Ya me cansé de Michael Peña, por ejemplo, y del hecho de que aquí haga el mismo papel que hizo en Ant-Man: latino chistoso. Matt Damon se la pasa hablando solo, pero eso es comprensible, teniendo en cuenta las limitaciones del medio. ¿Recuerdan esa escena en Lost en donde dicen que la cinta adhesiva arregla todo? Pues este astronauta se lo tomó muy en serio. ¿Por qué confían en el científico responsable de la muerte del Icharus II de Sunshine cuando quieren lanzar suministros al espacio? Que haya explotado esa cosa no sorprendió a nadie. Otra cosa que me está molestando mucho: el doblaje al español cuenta con un error bastante desastroso que se repite, no una, sino tres malditas veces. En inglés, la expresión “make numbers” se traduce perfectamente al español como “hacer cálculos”. ¿Por qué chingados tradujeron literalmente la expresión, y dicen en tres ocasiones “ya hice los números”?
Véanla y atestigüen el resurgimiento de Ridley Scott.
