En años recientes hemos estado pasando por una moda bastante peculiar: películas basadas de libros. Algo que ha llevado al consumo masivo por parte de jóvenes adultos, pero, lo más importante de esto es que la audiencia de estos tiempos ¡lee! Y lo hace en cantidades considerables, ya que las adaptaciones llegan a manera de franquicias.
Antes teníamos alguna que otra cinta adaptada de una obra de Shakespeare con un nicho muy limitado, porque no es común que alguien conozca de pies a cabeza todas las obras del escritor inglés.
Además de ser obligados a leer todo El Quijote de la Mancha en nuestra infancia, o tal vez algo de Juan Rulfo, las generaciones actuales son muy renuentes a levantar un libro o ver una película a menos que sea sobre un tema que de verdad les interese.
Eso es algo que las productoras identificaron perfectamente bien, y encontraron un gancho muy grande y un incentivo para que los adolescentes vayan a las salas de cine y consuman toda la mercadotecnia.
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