De acuerdo con Variety la belleza plástica de la animación y su enorme propuesta musical, hacen de Cinderella the Cat (Gatta Cenerentola), una de las mejores películas de animación italianas de los últimos años. Fue realizada en una codirección de Alessandro Rak, creador de la animación L'arte della felicità, Ivan Cappiello, Marino Guarnieri y Dario Sansone, quienes están de vuelta en Nápoles, con esta historia que usa un guiño de la Cenicienta para abordar el tema de las promesas fallidas de la ciudad, a propósito de la corrupción italiana en general. Los números de jazz son los mejores y el uso de software 3D incorporado en el formato 2D crea un mundo de fantasía en múltiples planos. Los amantes de la animación para adultos se sentirán recompensados, y la distribución internacional es muy probable si su popularidad es lo suficientemente fuerte.
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Narra la historia del científico visionario Vittorio Basile (Mariano Rigillo) quien vive en un inmenso buque en la Bahía de Nápoles, donde hace planes para el mejoramiento de la ciudad. Preocupado por grandes proyectos y su inminente unión con la cantante Angelica Carannante (Maria Pia Calzone), le ha confiado el cuidado diario de su joven hija Mia al guardaespaldas Primo Gemito (Alessandro Gassman). Pero justo después de la boda, Vittorio es asesinado por el amante narcotraficante de Angelica, Salvatore, Lo Giusto (Massimiliano Gallo).
Los años pasan, y la nave se convierte en un casco herrumbroso donde hologramas fantasmagóricos de la tecnología olvidada flotan en el aire, junto a las proyecciones de recuerdos desgastados de épocas más felices. Angélica, sus cinco hijas y su hijo Luigi (Ciro Priello) esperan el día en que Salvatore la convierta en su esposa, pero está demasiado ocupado con planes para expandir su negocio de cocaína y convertir a Nápoles en el mayor parque de lavado de dinero del mundo. Mia pobre, acostumbrada al abuso de su madrastra y familia, crece en las entrañas de la nave hasta cumplir 18 años, Salvatore tiene planes para ella que Gemito espera frustrar.
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Hay una especie de cinismo que permea Cinderella the Cat, hecho más evidente cuando los espectadores tienen un poco de conocimiento sobre la política italiana. Los orígenes de Salvatore como cantante de un crucero inevitablemente recuerdan a los primeros años de Silvio Berlusconi, y las esperanzas fallidas de un Nápoles resucitado son dolorosamente de actualidad. La película toca una serie de riffs inteligentes, todos en la más oscura de las venas, desde el sadismo de los hermanos de Mia, hasta el imperio de la droga de Salvatore construido sobre zapatos de cocaína soluble.
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