Sofia Boutella
A mediados de la década de los ’90, un grupo de 20 bailarines urbanos se reúne para un ensayo de tres días en un internado clausurado ubicado en el corazón de un bosque para compartir un último baile. Luego hacen una última fiesta alrededor de un gran tazón de sangría. Rápidamente, la atmósfera se carga y una extraña locura se apoderará de ellos... Seguir leyendo
A mediados de la década de los ’90, un grupo de 20 bailarines urbanos se reúne para un ensayo de tres días en un internado clausurado ubicado en el corazón de un bosque para compartir un último baile. Luego hacen una última fiesta alrededor de un gran tazón de sangría. Rápidamente, la atmósfera se carga y una extraña locura se apoderará de ellos durante el resto de la velada. Parece obvio que han sido drogados, pero no saben por quién ni por qué. Y pronto les es imposible resistir a sus neurosis y psicosis, adormecidos por el hipnótico y creciente ritmo de la música electrónica… Mientras algunos se sienten en el paraíso, la mayoría de ellos se sumergen en el infierno.
Consenso de Críticos: No disponible.
El perfecto ejemplo de como no usar LSD
Reseña completa en mi canal de YouTube:
Edy Frames
https://youtu.be/UhyCdgep6Po
No puedo negar que las secuencias de baile son espectaculares, sobre todo la inicial, pero fuera de eso, este filme no tiene nada de argumento y es como un experimento para comprobar cuanto tiempo puedes soportar viendo luces por todos lados y una cámara que da mil giros sin vomitar.
El ganador de la quincena de realizadores no busca la introspección de su obra y eso lo podemos notar desde sus evidentes influencias al principio del filme. Su intención se centra en la experiencia audiovisual alucinante que logra atraparnos desde la primera escena dancística al ritmo de ‘Supernature’ (corran a escuchar la edición original para el filme) con el cual nuestro pie comienza a adoptar el ritmo, nuestros ojos se cautivan con la capacidad histriónica y desarticulada de los bailarines en plena libertad y nuestra mente se sumerge en la atmósfera rojiza postrada en la bandera francesa. De ahí en adelante, la música y el baile sigue el nulo hilo narrativo que solo muestra imágenes explícitas sin el afán de profundizar en temas como el aborto, la violencia, el sexo y la sexualidad, la maternidad y la culpa, la raza y el incesto.
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