La historia es forzada, arrogante y artificiosa. Seydoux y Forrestier son buenas, pero Zem es casi insoportablemente sabio y decente, y la trama secundaria de la violación se aclara con una facilidad casi casual. Oh! Mercy pertenece a un nuevo género que podría denominarse crimen demasiado bueno para ser cierto.
El director ha dicho que esperaba “rendir homenaje a la trivialidad de sus palabras” y, bueno, misión cumplida (...) Forestier y Seydoux están fantásticamente desesperados como ciudadanos sin salida que se conocieron en un momento muy peligroso de sus vidas, pero Desplechin no logra aprovechar al máximo a sus actores; en lugar de permitirles sombrear a sus personajes, golpea a la audiencia en un estado ambiguo de simpatía forzada.
Hay poco en términos de la tensión asociada con los thrillers policiales, pero tampoco es un drama sociorrealista o un estudio de personajes, sino que hace eco de partes de estos géneros en diferentes momentos, por lo que hay una sensación constante de deja vu y recordatorios de otras películas mejores sin que el material llegue realmente a ser propio. La casi ausencia de una partitura imbuye estas escenas con una sensación más parecida a la verite, pero eso también lo hemos visto antes.
Oh! Mercy es un sorprendente cambio estilístico para Desplechin. Esta película es un ejercicio de moderación formal y tonal. Desplechin ha citado The Wrong Man como una influencia aquí, y uno puede ver el legado docudramático de la película de Alfred Hitchcock en secuencias prolongadas que saborean los detalles...
Incoherente pero extrañamente convincente, la base documental de Oh Mercy! le da a la investigación en el corazón de la película una autenticidad real. Alrededor de su punto medio, esta película desigual se convierte en un drama de interrogación fascinante y compasivo.
Desplechin ensaya un efectivo y brillante ejercicio de cine estructurado en dos partes tan distintas entre sí que se dirían opuestas. Lo que arranca como un extraño 'polar' embriagado por una música inmisericorde acaba encerrado en el interior de un interrogatorio eterno, que es también retrato social y radiografía de los instintos humanos. Todo en uno. A veces sorprendente y siempre de una solidez casi enfermiza.
...en ningún momento llega a dejar claro cuál es el propósito de tanta mezcolanza, pero ofrece el entretenimiento suficiente -aunque solo el suficiente- como para que eso no tenga importancia.
Lo más interesante del film es el contexto inicial y las interpretaciones, pero como exponente de thriller carece de la tensión necesaria y la media hora final es directamente soporífera.
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