Ramón es un famoso incendiario gallego que ha sido acusado de causar un nuevo incendio. Lois, un joven bombero, explora las profundidades de un bosque en llamas. Sus destinos están vinculados por el poder de un fuego misterioso.
El control sobre el espacio y el tiempo, tanto real como fílmico, del que hace gala Laxe, nos desvela un director audaz, atento a lo que necesita cada segundo de metraje. La construcción minimalista del diálogo, que otorga un halo austero y misterioso a los personajes, junto con una imagen grandiosa y apabullante, tiene como resultado un retrato entre lo místico y lo mundano. El dominio absoluto por parte del director en estos dos polos sobre los que se asienta la puesta en escena convierte a 'O que arde' en una película viva y dinámica, extremadamente rica en su propuesta y en los distintos significantes.
'Lo que arde' es una cinta sensorial e hipnótica. Oliver Laxe, en su tercera película, sustrae cualquier tipo de elemento sobrenatural y nos permite simplemente contemplar la hermosa vida rural de Galicia, haciendo uso de las texturas del cine de Aleksandr Dovzhenko y la fuerza poética de Andréi Tarkovski. Sin embargo, más que ser el reflejo del trabajo de estos grandes autores, Laxe logra con su obra maestra, capturar su propia voz y confeccionar algo verdaderamente sublime.
Laxe escribe un melodrama seco que pasa de cuadros románticos de paisajes desdibujados por la niebla al costumbrismo más desnudo, en una combinación conmovedora. Y la emoción se ve magnificada por la interpretación de dos actores que se acercan a sus papeles con la ingenuidad y transparencia indispensables para contar una historia sin aditivos, tan apegada a la tierra como tristemente universal.
Oliver Laxe da forma a una obra sorprendente cuya sequedad narrativa se pulveriza con la intensidad de las secuencias cuando la película se vierte brutalmente hacia el corazón del fuego. La dirección es un verdadero tour de force que recompensa con creces la paciencia exigida previamente por la sobriedad extrema del argumento, y que da prioridad, de manera exitosa, a las sensaciones del espectador.
Su arranque resulta ligeramente hipnótico por la belleza que evocan algunas de sus imágenes con pretendido lirismo, pero su narrativa plúmbea se desploma como un árbol talado y los personajes, interpretados en su mayoría por actores no profesionales de esa región gallega, tienen escasa resonancia dramática y no llegan a conmover por sus acciones ni siquiera en el anticipado final en llamas que simboliza el acto de resistencia campesina.
Con la inclusión de un clímax apabullante y el enfoque general en el cambiante ecosistema gallego, Laxe compone una apasionante oda a su tierra natal que fluctúa entre la armonía y la crudeza.
'O Que Arde' mantiene la belleza visual y la fluida relación entre ficción y documental (o ficción con actores naturales) de las películas anteriores de Laxe. Es un film potente, bello y oscuro. Una mirada penetrante y cinematográfica a la relación entre la naturaleza y el hombre.
'Lo que arde' tiene aires místicos, de consagración, de purificación a través de un fuego terrible. En la que es su cinta más inspirada y comprometida, Oliver Laxe se consagra con su ritual de llamas como una de las figuras fundamentales del cine europeo actual.
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