Nada de esto es territorio nuevo para Brizé, pero por más familiar que pueda ser Un Autre Monde, funciona de maravilla y podría ser la película más fuerte de su trilogía.
Si bien la escritura y las interpretaciones son del más alto nivel, es la dirección en constante control de los tiempos de edición y capaz de sacar el máximo partido a una conmovedora banda sonora, quién contribuye al excelente resultado final.
Al centrarse en lo íntimo, Stéphane Brizé da a luz una película que desilusiona. El cineasta no consigue articular tan finamente la historia del personaje y el contexto en el que se desarrolla.
A pesar de un intérprete siempre impecable y una lucidez extrema, Un Autre Monde no golpea como debería. No aturde, ni despliega rabia como las otras películas del cineasta.
Un poderoso drama que no se anda con rodeos (...) es resonante precisamente porque es demasiado sorprendente y sinceramente real para ser solo una metáfora.
La historia de Brizé y la forma en que se cuenta son absolutamente actuales (...) Un Autre Monde alcanza una recompensa cálidamente satisfactoria al final...
Un Autre Monde logra cautivar por la pura fuerza de su tono cáustico, que ofrece un retrato consistente de disgusto muy diferente a todo lo que Brizé ha hecho antes.
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