Ambientado en un instituto dedicado a la actuación culinaria y alimentaria, un colectivo se ve envuelto en luchas de poder, vendettas artísticas y trastornos gastrointestinales.
Flux Gourmet es una buena película de Peter Strickland, pero no la mejor. El elenco es más que sólido, el humor funciona, y aunque se pierde la intriga a medida que se desarrolla, la narración aún se beneficia de la visión de Strickland. Incluso cuando no está disparando a toda máquina, su trabajo todavía exige ser visto por ser nada más que una bocanada de aire fresco cinematográfico.
Peter Strickland ha entregado otra combinación fascinantemente extraña de lo hilarante y lo aterrador, aunque etiquetarlo como horror o comedia parece demasiado simplista para la singular receta que el escritor y director ha inventado aquí.
Flux Gourmet es un triunfo particular para Strickland. Es la más divertida de sus películas hasta la fecha, es una creación bien ejecutada e inmaculadamente diseñada que oculta una sensación de travesura que se desarrolla lentamente bajo su rareza deliberada y diálogo ornamentado inexpresivo.
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