Una cadena de miradas individuales componen a un personaje colectivo:el muchacho que en un momento de su vida tuvo acceso a una arma, la usó para matar, y pronto se volvió parte del engranaje del crimen organizado. Un mosaico de escenas dentro de la vida cotidiana de estos chicos nos abre la puerta a su mundo emocional, y a la vez, nos muestra el panorama del trasiego de armas en México, con tantas partes involucradas para que ese muchacho, en un arranque adolescente, pueda acceder a una pistola. En este viaje entre los bastidores de la vida cotidiana de los protagonistas, somos testigos del universo paralelo en el que se mueven, y entramos en el interior de su vida para ver el camino que puede seguirse para que un día pongan el dedo en un gatillo. El mosaico de testimonios conforma una imagen escalofriante y confirma el dolor que significa tener miedo de un niño. Es un viaje a las entrañas del eslabón más frágil del crimen organizado, donde a un tiempo, se es víctima y victimario.

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